26.3.20

Consejos para soportar mejor la convivencia

En estos días en los que todo parece haber cambiado para meternos más si cabe en el hogar, en la coraza, debemos cuidar las relaciones de pareja para que cuando salgamos de la anormalidad del confinamiento por el Coronavirus todo haya sido un mal sueño sin efectos perdurables. 

Y entre las cosas que debemos cuidar es sin ninguna dudad la relación familiar y la de pareja que en estas semanas será de mucho más tiempo y tal vez excesivamente comprimido.

Nos vamos a conocer todavía más, no tenemos otra mirada que la suya, otra forma de relación en todos sus aspectos, y la convivencia excesiva puede crear fricciones. Algo que sería lógico y que debemos saber gestionar bien. 

Debemos admitir que esto es pasajero y que en breve volveremos a la normalidad de tener cada uno de nosotros nuestros propio tiempo y espacio, en esa mezcla casi perfecta de tiempo de hogar y familia y tiempo fuera de ella.

Estas semanas son complicadas al no tener ninguno de los dos miembros de la pareja espacio ni tiempo vacío y solo, para descargar la tensión. Estamos ambos atrapados entre uno y otro, y eso hay que resolverlo. Aunque sin duda en pisos pequeños sea tremendamente complejo. Pero todo es posible.

Mucha paciencia, menos ansiedad, buscar armonías simples, intentar no descuidar la estabilidad emocional, ser positivos y olvidarnos de los problemas anteriores, de los que ya venían antes de caer en el aislamiento obligado.

Sin duda hay que seguir manteniendo la misma red de amistades que antes, y tener contactos necesarios y personales con ellos. Si no son de voz no se tiene que enterar nadie de lo que dices u opinas. Ni tu pareja, que siempre debe permanecer ajena a tu teléfono. Hay que desahogarse y además de ser muy positivo tiene que ser muy seguro.

Hay que trabajar más en el hogar, hay que hacer todo a medias, repartido y a ser posible a la vez. O no. Depende de la armonía en el trabajo en conjunto. Los niños requieren mucha atención. Cada miembro de la pareja sabe realizar un tipo de trabajo distinto, le gusta hacer un trabajo diferente en el hogar. Repartimos equitativamente estas tareas.

Haz deporte en casa, juega con actividades diversas, escucha a todos qué proponen para “mañana” y hazlo. Leer, jugar, mirar películas o series, compartir impresiones y… no veáis excesivas noticias de la enfermedad.

Todos necesitamos nuestros momentos, minutos, horas a lo mejor, de privacidad, y eso hay que pactarlo, hablarlo, repartirlo. Al menos una hora al día es necesario que sea “nuestro tiempo” y nuestros espacios personales, a solas, relajado para no tener que dar cuenta a nadie de lo que nos de la real gana hacer.
Y sin ninguna duda también necesitamos tener intimidad, buscar el cariño, el sexo, el cuerpo, el ser tocados y tocar, el ser románticos y disfrutar el uno del otro, la una del otro o viceversa. 

Hacer el amor, hacer sexo, rompernos mientras salimos de la rutina o simplemente ser suaves y mirarnos con cariño. Recuperar el amor si se ha perdido un poco, o recuperar el tacto si se ha ido dejando de lado.

25.3.20

¿Para qué sirve la felicidad? ¿Pero existe la felicidad?

Ser feliz es muy complicado, aunque sin duda todos aspiremos a ello, pero ya de entrada sabemos que no es nada sencillo alcanzar ese estado, entre otros motivos porque hay muy diversos grados de felicidad. Y sobre todo hay muy diversos grados de aceptar la felicidad que nos vamos construyendo. Lo que para unos es más que suficiente para otros es maravilloso y para otros muy muy poco. No hay método para medir de forma eficaz la felicidad, ni la que tenemos ni la que necesitamos.

Diríamos que si estamos contentos tenemos la suficiente y al revés. pero no es un método científico ni tiene varemos intercambiables. Ante la misma realidad cada uno la asumimos de muy diferentes maneras.

Incluso las diferentes sociedades tienen distintas maneras de entender la felicidad, que no es igual ni por lo mismo según sociedades, según edades, según incluso segmentos económico o culturales. La felicidad es estar a gusto con uno mismo, con lo que consigue cada día, con lo que le rodea, con lo que hace, con sentirse vivo.

En nuestra forma de entender la vida ser feliz es saber vivir bien el presente. Algo que para otras culturas no tiene nada que ver con la felicidad. Posiblemente nadie tengamos toda la razón, sobre todo al entender qué es el presente, el instante en el que nos toca siempre vivir. Nunca vivimos ni el pasado ni el futuro, siempre vivimos el presente, luego no hay donde elegir.

Por otra parte es fundamental una autoestima suficiente, creer en nosotros, saber de nuestras capacidad y saber también auto complacernos. Cada día es un regalo, en su totalidad y en cada una de sus partes. Pero en cambio lo aprovechamos muy poco, algunos trozos y muchas veces por casualidad. ¿Eres amigo de tí mismo?

Hay que abrirse, no totalmente pero hay que saber mirar, observar y absorber, sociabilizar y tener empatía, quererse y querer. Hablar, emocionarte, reír, llorar y sentir que vives. 

Ser optimista pues es lo único que sirve de algo incluso aun cuando tu información sea tan abundante y clara que te esté explicando lo peor. Aun así hay que ser optimista pues es lo único que sirve para cambiar lo malo o incluso lo regular.

Cada día es un “invento”, un lienzo en blanco dispuesto a ser escrito y gastado. Depende de nosotros, de nuestras ganas o desganas, de nuestra actitud ante nuestra propia vida, pues esa es otra premisa clara. 

Solo podemos vivir nuestra vida, la de los demás no podemos vivirla ni para bien ni para mal. No es egoísmo, es realidad. Nada es perfecto, pero algo sí es claro, nuestra vida es nuestra y nadie nos la puede vivir, así que la de los demás tampoco la podemos vivir nosotros.

¿Para qué estás aquí? o mejor dicho: ¿Para qué quieres estar aquí? Si te sabes responder a esto ya es un gran logro, en serio, sabes que algo importante tienes que hacer con tu vida, lo cual no es poso. Si no sabes avanzar, inténtalo otra vez, pero al menos saber que debes dirigirte hacia una meta ya diseñada.

Y si algo sale mal, que sin duda así será muchas veces al cabo de cada mes, incluso de cada semana, no te preocupes. Levántate, retira el polvo de tu piel con la mano, sacúdete las malas ideas y ponte de pie con una sonrisa. Hay que seguir avanzando. A eso se le llama resiliencia y es la única manera que tenemos de aprender de las caídas, de los errores, del polvo del camino.