9.4.15

Quince años enfriando las cervezas eran muchos

Hoy he tenido que marchar rápido a comprar un nuevo frigorífico. Quieranlo, de verdad, si te falla se va un amigo y a veces tardas cinco días en recuperar a otro parecido. 

Lo de menos es no tener la cerveza fresca de las ocho de la tarde o sospechar que la leche abierta se podría haber jorobado. Lo malo es que las gotas de los ojos deben estar al frío y que la salsa japonesa que te costó un riñón también. 

Así que hoy nos toca cenar muchos huevos con salsa japonesa y ponerme muchas gotas en los ojos al irme a dormir, para gastarlas antes de que se calienten. Nos tienen pillados por las máquinas, ya no somos libres ni para permitir que algo se estropee.

8.4.15

Yo nací dos veces. Y las dos muerto

Yo nací muerto hace hoy muchos años. Tras darme una somanta palos de aupa me tiraron a un rincón del dormitorio par atender a mi madre que se desangraba. En ese momento me di cuenta que o ponía de mi parte —y aquello estaba jodido de verdad, gris oscuro, abandonado en el suelo y sin aire— o no podría disfrutar de la calle. Así que me puse a respirar sin motivo aparente.

Hace cinco años volvía a nacer muerto, también boca abajo y con la cabeza llena de sangre, pero esta vez en lugar de tener a mi madre al lado tenía a mi santa esposa. Cambié el Boterón por Cintruénigo, el suelo frío del dormitorio por el de la autopista, pero también tuvo que optar desde el interior que merecería la pena seguir.

Esto de nacer o morir, de vivir o dormirnos, depende de suerte. A veces también del cinturón de seguridad. Pero mientras no inventen otra forma de “estar” yo personalmente no he encontrado otra mejor que seguir vivo y cumplir años. Es lo que nos toca.