17.11.12

La historia real de Kiko y Coto. Si no tuviéramos Telecinco, habría que inventarla

La capacidad para buscar entre las basuras leones más salvajes cada día, es innata de algunas televisiones y no tanto de algunos programas, que gozan con su pelea diaria por tener más anunciantes y sobre todo más espectadores que hagan posible el aumento de los precios de sus anuncios.  Los espectadores somos el excipiente necesario para poder vender los polvos químicos de la publicidad.

El circo televisivo ya no consiste en encontrar los leones más feroces, los elefantes que son capaces de pisar más fuerte. Ahora además hay que crear historias bastardas alrededor de la actuación de los leones, como una continuación de un Gran Hermano perpetuo, en donde cada personaje animal pueda comportarse con su lógica salvaje y además logre trasmitirnos su historia personal, para ayudarnos a no sufrir con las nuestras.
Ayer Telecinco trajo a Coto para ponerlo enfrente de Kiko, que son dos hermanos gemelos de gran corpulencia, capaces de poderse pegar en directo, para gozo de los directores de programación, algo que casi consiguieron ayer.
En el zoo de animales enfermos hemos conseguido interacción, televisión en relieve a bajo costo, auténticos personajes ficticios que actúan como esquizofrénicos en aras de lograr audiencia y de dejarnos contentos con nuestra ración semanal de violencia sin movernos del sillón.
En vez de quejarnos con la que está cayendo, vemos cómo se pelean los gladiadores enfermos y pedimos la oreja del perdedor, para estar más contentos de nuestros propios sufrimientos. Ya no necesitamos sufrir por lo nuestro pues se nos ofrece gratis el sufrimiento de “los otros” para sentirnos bien y contentos con nuestra pobreza diminuta ante la de las bestias del circo.
Si no tuviéramos Telecinco, habría que inventarla.

16.11.12

La importancia del matrimonio en la salud del anciano

Ahora que el valor del matrimonio como elemento vital importante para el mantenimiento de la sociedad, está en declive, se nos dice que el tener un matrimonio exitoso, buenos amigos y un perrito pequeño pueden ser las tres claves para conseguir una vida larga y además feliz, lo que nos obliga a ponernos a pensar con calma todo lo que hacemos por rodearnos de felicidad artificial.

Se insiste en algo que muchos ya sabíamos, que las relaciones personales son mucho más importantes para alcanzar la felicidad que el lugar en el que hayas nacido, tu riqueza o tu clase social. Tener una familia feliz, una relación agradable y que sirva para acompañarnos durante toda la vida, ayudando y sintiéndonos que nos ayudan, es fundamental para la salud física y mental.

Incluso se asegura que los hombres con unas relaciones personales plenas disfrutan de una mayor longevidad. Hay estudios señalando que los matrimonios traen mucha más satisfacción después los 70 años y que nuestro estado de salud a los 80 años depende más de los hábitos que hemos llevado antes de cumplir los 50 que de la genética. Como es lógico, los matrimonios sirven si son felices, si son tranquilos, si son aceptados con felicidad. En los casos en los que una unión de pareja es problemática, lo que hay que hacer es separarse, por la propia salud mental de ambas personas.

Nunca es tarde para encontrar la felicidad. «Tener una buena familia es muy importante, pero se sorprenderían si vieran la cantidad de personas de entre 70 y 90 años que encuentran el amor», y se nos hace una última recomendación: «Si quieres ser feliz, y no tienes un bebé de seis meses, como padre o como abuelo, para intercambiar sonrisas y futuro, hazte con un cachorrito de perro».