14.8.12

Mi perro ovejero y guardián pesa tres feroces kilos

Yo tengo un perro guardián, un perro ovejero en casa que me cuida y me mima. Es un bichón maltés nacido para cuidar ovejas, es decir es un perro raro como su dueño, pero nadie le ha dicho cual es su trabajo, simplemente lo cumple y se siente contento por ello.
Cuando me levanto a mear a las 5 de la mañana (yo meo, ¿ustedes?) él se levanta aunque esté muy dormido, y me acompaña para que no me pierda. No dice nada, me mira, espera a que termine y me acompaña a la cama, que es la suya. A veces no me levanto a miccionar para no despertarlo, pero tampoco es eso, me digo, y al final ni duermo ni meo.
Cuando por la noche estoy despierto hasta las tantas haciendo algo, él se queda en el pasillo esperando a que termine, pues está programado para irse a la cama el último. Primero acompaña a mi santa y cuando la deja tumbada me espera en el pasillo a que yo digne terminar mi labor.
A veces le digo algo a las tantas, para animarle a que se vaya a dormir, pero nunca me hace caso. Es muy suyo y sabe cual es su trabajo. Esperar y cuidar que la última oveja se vaya al redil. Se conforma con una masaje de espalda, con un rascarle el cuello, con una sonrisa de aprobación. Pero es muy serio y suyo, y las caricias deben ser pocas y cuando él las pida.
Si osan llamar a la puerta, sea quien sea, ladra desesperadamente y se comporta como un auténtico león brutal que se comería a los elefantes enteros. Si el que viene le planta cara con un simple gesto, se viene a esconder detrás de mí, para chivarme lo malo que es el visitante. Pero en cuanto el nuevo lobo visitante deja de mirarle de frente, se le acerca sigilosamente y le grita un seco gruñido para volverse a retirar hacia mi espalda. Más o menos le dice, “ojo, que te vigilo, y a poco que te descuides te muerdo y me hecho a correr detrás de mi…,de…, de mi oveja madre”.
Estas navidades le voy a dejar sin paga extra, en solidaridad con los que lo están pasando peor que él.

Algunos apuntes sobre nacionalismo, Aragón y Gran Bretaña

Me pregunta un buen amigo por cómo he observado el nacionalismo inglés que nos han vendido en los Juegos Olímpicos de Londres; creo que lo hace para picarme y ponerme a tono de cara al inevitable septiembre caliente. Bien, voy a intentar contestarme, contestarle, contestaros, pero sin hablar mucho de los ingleses. Yo a los amigos siempre les hago caso.

Efectivamente en Gran Bretaña son muy ingleses (más todavía que los franceses con Francia), y no podían dejar pasar el escaparate de los Juegos Olímpicos sin aprovecharlo para decirnos a todos del mundo mundial, qué son ellos, lo guapos que se ven y lo que han representado en la historia universal. Y lo supieron hacer muy bien, mezclando chimeneas y música pop, marineros, barbudos e inmigrantes perfectamente integrados, para terminar diciéndonos que sin ellos la música no hubiera existido. ¡Jope!
Algo hablé de su espectáculo inaugural en algún lugar, y sin duda me pareció sobrio, muy útil para sus intereses, bien realizado, natural para disimular sus fallos inevitables pues no son chinos (y sabiendo que todos los figurantes lo hacían gratis tras muchas horas de trabajo), un gran esfuerzo de equipo que deberíamos todos copiar y emplear más para demostrarnos todos que SI somos capaces.
Los ingleses hicieron aquel espectáculo simplemente por que creen en su nación. Esto es fabuloso, tremendo y muy positivo. Algo de lo que los españoles deberíamos copiar. Los españoles pero sobre todo los aragoneses, y aquí entro en materia, poco a poco. Pero volvamos al nacionalismo.

Yo NO soy nacionalista español, soy nacionalista aragonés (todos somos nacionalistas de algo o bien no somos nada de nada); defiendo como el que más el diálogo entre todas las sensibilidades, y después de ser aragonés soy español, tras la cual paso a ser europeísta. Bueno, efectivamente soy un nacionalista raro de narices, pero tranquilos, que es la edad.
Ser nacionalista no es ser separatista, es simplemente ser amante de lo tuyo, defender lo que te acoge. Yo defiendo mi cueva primero, luego mi comunidad de vecinos y así voy ampliando hasta defender Zaragoza ante Aragón, que también tiene bemoles esto. Como integrante de una gran comunidad histórica, tengo la obligación moral y generacional de que se defienda lo que anteriores generaciones de aragoneses pudieron y supieron hacer. Pero sin caer nunca en los enfrentamientos verbales, pues la mejor manera de defender las posturas y razonándolas o callándolas, depende de los interlocutores.