15.12.24

Estoy a favor de la globalización buena, y en contra de la globalización mala

Cuando hablamos de globalización nos liamos un rato, entre los que estamos en contra estando a favor y los que están a favor deseando estar en contra. 

Es que la globalización es mucha globalización. Y si, tiene distintos enfoques, diferentes puntos de vista, unos positivos y otros negativos.

Los que la globalización, piensan en los beneficios, en los mercados, en las posibilidades de viajar con sus ideas y empresas en busca de mercados más baratos para producir, y mercados más caros para vender. 

Pero no piensan en la globalización total. No quieren la globalización total.

No creen (quieren) en muchos casos en la globalización sanitaria, de justicia social, de derechos, de libertades, de democracia. No quieren que todos los países tengan los mismos derechos, las mismas justicias, la igualdad y la libertad igual.

Quieren tener su empresa donde más beneficios fáciles obtengan aunque sea a costa de un modo de vida que ellos no van a vivir. Pero no quieren tener para sus hijos la sanidad ni la educación, del lugar en donde pone los huevos de su empresa para recoger beneficios. 

Mal invento pues. Su globalización es una mierda. Es puro egoísmo y es una globalización negativa.

Algunos quieren la globalización para repartir los esfuerzos, para comprarlos baratos y sin derechos laborales. Y la quieren para poder mover sus dineros según los impuestos que se manejan en esos gobiernos. 

Pero a su vez quieren tener la sanidad, la justicia y la jubilación asegurada en aquellos otros lugares que elijan para vivir, pues según ellos, para eso es la globalización, para poder elegir. ¡¡Puñetericos!!

Con la globalización hemos conseguido que haya MacDonalds en todas las ciudades del mundo mundial, que haya tiendas Zara en todas las grandes avenidas asfaltadas del mundo o que podamos tomar pizzas en todos los idiomas posibles. 

Eso si, el agua potable es otro invento más raro de encontrar; poder tener un médico si te da un arrechucho en la calle es otro cantar; poder comprar un libro normal a un precio que puedas pagar y te sirva para aprender es de tipos raros que no saben estar en el mundo. 

Globalización si, para acceder a Internet mientras nos dejen, pero algunos no quieren que sea al mismo precio en horas de trabajo mes. Mientras en España cuesta un mes de Internet al menos el 4% del salario mínimo, en otros países cuesta un 2% y en algunos países pobres el 100% del SMI. 

Realmente la globalización es una manera elegante y tramposa de llemar con contenidos que sirven para un roto y para un descosido, a lo que siempre se han llamado mercados. 

Los romanos, hace 2.000 años ya vendían vino o aceite en todos los países que ellos conocían. No hemos inventado nada. Ahora como a los mercados los hemos llenado con inventos de laboratorio financiero, los llamamos globalización para no llamarlos esclavismo, que queda mucho peor. 

Pero en realidad no aspiran a ningún tipo de globalización real. Ni hacia arriba deseando lo mejor de cada sistema para todos, ni hacia abajo permitiendo que los malos derechos nos invadan a los que los tenemos buenos.

Yo quiero globalización para que una mujer afgana y una de Soria tengan los mismos derechos y las mismas oportunidades. Quiero una globalización que permita a un indio pobre (o rico) el mismo acceso a la Sanidad en la India, que tiene un español pobre (o rico) a nuestra propia Sanidad.

No se dan cuenta con la deslocalización —que es otra enfermedad de la globalización mala—, que si la apuran sembrarán de miserias su propio imperio. Jugar a emplear mercados que no tengan derechos es jugar con el fuego que les quiten sus derechos a ellos mismos. Que luego no se quejen, si pierden lo jugado en la noria de la globalización deslocalizada. Ellos se lo han buscado.

¿Estaba el economista Karl Marx equivocado?

El economista alemán Karl Marx fue y sigue siendo uno de los personajes que dan al pensamiento económico y filosófico otro giro más de tuerca. En vez de quedarme con algunas de las ideas políticas, vilipendiadas hoy en día por una experiencia pasada de la que muchos prefieren recelar, paso directamente a la fuente de sus nuevas ideas, que son de hecho la fuente de una de las más feroces críticas hacía su propio pensamiento.

Marx era un economista que, lejos de lo que podíamos pensar, utilizaba bastante las matemáticas para plasmar sus teoremas en una base de economía operativa/analítica. 

A través de la misma, llegó a la conclusión de que el sistema capitalista, formado por las empresas, debía quedarse con una parte del beneficio, no redistribuido a sus trabajadores, que eran los que de verdad debían poseer ese beneficio, pues ellos lo habían “creado” a través de su esfuerzo.

Marx alude a que mientras existan estas empresas, por la competencia, los esfuerzos en la reinversión, se harían cada vez mayores, obligando a las empresas a aumentar esta llamada plusvalía, dejando a los trabajadores cada vez más desamparados. 

Esto llevaría consigo una polarización extrema de la sociedad, con unos pocos ricos y una gran cantidad de gente pobre que, una vez llegado el caso, y siguiendo con la llamada “lucha de clases” terminaría por imponerse al propio sistema.

La crítica surgida después termino por destruir la teoría, al observar cómo empíricamente las clases medias crecían cada vez más. Se alude que Marx vivió en los comienzos de la industrialización, época en la que sí hubo un retroceso de las condiciones de vida, lo cual pudieron llevar a su equívoco. En general, por tanto, se da hoy por descartada dicha teoría, ya que la sociedad en su conjunto ha crecido, y no se ha dado esa polarización.

Pero…, ¿Estaba realmente equivocado Karl Marx?

Podemos enmarcar a Karl Marx como uno de los economistas clásicos, que usaban aun técnicas rudimentarias de análisis económico. Aun así, el enfoque predominante de la época era el de la redistribución. 

¿Cómo se redistribuyen los bienes en la economía? 

Así que Marx, como muchos otros, dejaron más de lado el aspecto temporal. Marx no tuvo en cuenta el crecimiento económico que se derivaría de las propia generación de capital físico y humano. Pero esto no es algo que invalide aun más su teoría, sino algo que le da más valor.

Si aludimos al hecho de que es ese crecimiento intrínseco del sistema, la variable que hacía aumentar las rentas y la clase media, podemos pensar que una vez que se acabe este crecimiento, o cuando se frene, la situación pasará a parecerse más a la descrita por Marx.

Las revoluciones mismas consiguen aumentar la productividad de una forma inimaginable, pero es cierto que hoy los países avanzados crecen menos (año 2010) que los emergentes (cómo China, India o Brasil). Así que podríamos pensar que llegado el momento, las teorías de Marx vuelvan a encontrar su contexto y su validez. 

Cuando ese momento llegue, el ser humano, el trabajador: ¿seguirá siendo un factor productivo más, o se habrá convertido en el verdadero dueño de la cadena de montaje real que es la economía?