16.9.24

La película Civil War no es un documental, aunque lo parezca

La película norteamericana "Civil War" es la patada en el ojete más en carne viva que ha llegado, para mostrarnos que lo imposible puede llegar en cualquier momento y sin ningún motivo aparente.


La película Civil War que no sabes bien si es una distopía inventada para joder o un documental de la Sexta, ha sido creada por Alex Garland que sigue a una reportera gráfica que se ve envuelta en una guerra civil estadounidense con consecuencias tremendamente sangrientas como en todas las guerras, hasta un final en el que se enfrentan los rebeldes que quieren destronar al presidente, en un intenso asalto a la Casa Blanca.

Por cierto, la película goza de unas escenas perfectamente hechas que no engañan, sino duelen.

Nunca sabes bien, ni si es el futuro o el presente. Tampoco los motivos de la guerra entre otras cosas por que no importa. Se trata de matar. Los enemigos son los que te disparan. Los que te ven como enemigos. Da igual el motivo, da lo mismo si merece la pena. Se trata de hacer daño, mucho daño.

Todos disfrutar con la violencia. Incluso a veces también los periodistas. Muchas veces no sabes en qué bando estás, sobre todo porque daría igual. Va de mostrarnos a los animales matando, no para comer sino para ver sangre. Y los periodistas no se preguntan casi nada, pues su labor es mostrar, estar allí.

Muy bien hecha, la película nos obliga a preguntarnos excesivas cosas. Y también nos deja el sabor de que no tenemos respuestas, de que estamos más cerca de lo que nos creemos ante de situaciones parecidas.

Hay unas escenas del Presidente de los EEUU hablando a su nación, que recuerda en sus modos a los titubeos de otro presidente de los EEUU. Tenemos las situaciones que nosotros mismos consentimos. Por cierto las últimas palabras del propio Presidente al final de la película, también son una muestra más de la realidad.

¿Pero de verdad es una película?

14.9.24

Nunca una Dictadura se vence con los votos democráticos


Nunca una dictadura se ha podido vencer o cambiar con métodos democráticos. O bien han tenido que intervenir los militares, o se abre una guerra, o países muy fuertes del entorno les han obligado al dictador a dejar el poder. O la propia sociedad ha logrado con sus presiones lentas y constantes que el dictador entienda que ya no puede continuar en paz.

Así que someter a Venezuela a un proceso electoral para elegir Presidente es perder el tiempo en el mejor de los casos, y someter al país y a su sociedad a unas tensiones tremendas. 

Nunca el resultado de una votaciones en una dictadura serán el cambio pacífico de una dictadura a una democracia, tras contabilizar los resultados. Posiblemente ni los militares lo hubieran consentido en Venezuela. Algunos ruidos sonaron.

El papel del PP de España en este asunto es tenebroso, torpe, contrario a las políticas exteriores de España desde siempre, y absurdo por jugar con la sociedad de Venezuela mientras intenta pisar el pie al presidente de España.

Más torpe no sé si se puede ser. Jugar a joder no debería estar permitido en ninguna democracia. 

España no puede reconocer a Edmundo González (de entrada y de forma rápida) como nuevo presidente de Venezuela por lógica de política exterior. Debe ser Europa, debe ser con tiento y cn un plan para que ese reconocimiento sirva para avanzar hacia la democracia.

¿Alguien pensaba que Maduro iba a estar callado tras los intentos de España de reconocer una realidad que requiere un tiempo, un tempo, y unos condicionantes previos?

Durante semanas hemos oído o leído en algunos medios que a Zapatero no se le escuchaba, que era una vergüenza que no hablara cuando su labor era inspeccionar. Un motivo más de esa torpeza mental que cree que los españoles somos idiotas. 

Zapatero había hablado, y claramente. Con sus silencios ante la opinión pública…, y ante los estamentos europeos que debía hacerlo. 

Guardar silencio es también hablar.

Zapatero no iba solo como enviado de España, no seamos tan torpes ante eso. Era un observador destacado de la Europa que se trata en cercanía con Iberoamérica. Y explicó claramente y no solo a Borrell qué había observado en el proceso electoral y en su negativa gubernamental a mostrar las actas de los escrutinios. 

Hablar demasiado en donde no se debe, es negativo.