27.4.24

Hay que reformar la Ley del Menor, para garantizar la seguridad de los menores


Necesitamos un cambio importante en la Ley del Menor, para modificar el inicio de sus responsabilidades legales. No es razonable que hasta los 18 años de edad para todo, un joven no sea responsable de sus actos, pero en cambio sí es capaz de entender qué consecuencias tienen sus actos.

El ejemplo último es uno de muchos en las dos últimas décadas sobre todo este asunto que se debe legalmente actualizar. 

Un joven que con 17 años (menor de edad) mata a un joven de 18 (mayor de edad), sin motivo y junto a otros cuatro compañeros. Sucede en Palomares del Río. De los cinco jóvenes solo uno de ellos es legalmente mayor de edad. 

Todos eran jóvenes. A cinco de ellos les protege la Ley, a otro (el asesinado) no le protege la Ley.

Lo curioso es que uno de los protagonistas del asesinato había sido retenido unos minutos antes por un policía municipal por llevar encima una navaja de 24 centímetros de largo. Se le retiró, y posteriormente asesinó al joven de 18 años con un destornillador. El policía lo hizo correctamente, pero es el detalle que explica las actitudes del asesino, aunque fuera menor de edad.

Un joven delincuente que ya tenía numerosos antecedentes anteriores, por los que ya antes de ser sentenciado por este asesinato que he comentado, ya está en la actualidad retenido como menor de edad tras ser juzgado por otros delitos anteriores.

Es verdad que en algún punto temporal hay que poner el corte en donde se pase de ser menor de edad a mayor de edad. Pero eso punto temporal no puede ser tan drástico como para no tener en cuenta nunca la diversidad en el crecimiento físico y mental de las personas.

Lo lógico sería pensar que si a partir de los 16 años una persona ya sabe qué puede realizar con una navaja de 24 centímetros, lo que con ella haga sea referenciado legalmente con arreglo a sus decisiones de adulto. 

Si incluso con 13 años ya se agrupan en Bandas violentas, para realizar en Grupo delitos a veces muy peligrosos, algo hay que legislar para entender esos nuevos procesos de actuación en Grupo.

Se están haciendo un uso bastardo de la minoría de edad de los compañeros de Banda, para achacar a menores los delitos hechos en grupo, en donde como es lógico se mezclan mayores y menores de los 18 años. 

Y en cualquier caso, también habría que empezar a medir de otra manera la responsabilidad de los padres de menores de edad en hechos delictivos, como los sustitutos de esos hijos mayores mentalmente, aunque legalmente sean menores hasta que se cambie la Ley del Menor, que ya sabemos es una Ley Orgánica y complicada de modificar.

En el año 2022 las agresiones sexuales investigadas y realizadas por personas consideradas legalmente menores de edad, aumentaron un 45,8% y los homicidios tanto consumados como en grado de tentativa aumentaron un 15%, con respecto al año 2021.

La Ley del Menor se ha quedado "totalmente desactualizada" con los nuevos usos de internet por ejemplo y el acceso a procesos violentos como las Bandas, y en muchos casos eso provoca que los menores queden "prácticamente impunes" cuando cometen un delito, especialmente cuando se trata de menores de 14 años, pues incluso con menos edad ya se realizan actos incluso vandálicos.

El problema persiste cuando el rango de edad aumenta, pues se ven delitos muy violentos y muy graves con penas muy bajas por aplicar la "Ley del Menor" en delincuentes de entre 14 y 18 años. Máximo de 8 años de internamiento, aunque hayan matado. 

Otros países vecinos han modificado su legislación para homologarla a las realidades actuales, de manera que "las penas sean mayores" o que incluso se rebaje la edad penal de los mismos.

Si un asesinato lo cometen cinco personas… uno de ellos mayor de edad y los otros menores de edad… ¿es complicado asignar a ese delito la calificación de que ha sido cometido por una Banda que era en su conjunto mayor de edad, pues había personas mayores de edad?

26.4.24

Balas de algodón para matar

Ahora ya no se mata con balas. Ahora, en el día a día, se mata con las palabras y el consiguiente maltrato psicológico a través de bulos, difamaciones, medias verdades, dimes y diretes y un bla, bla, bla superficial que causa pena, lástima y asco. El gesto del actual presidente de España, Pedro Sánchez, es consecuencia de una dinámica de años atrás donde, entre unos y otros, han pervertido el juego democrático que se hace extensible a buena parte de Europa. 

Lo peor de la normalización de la extrema derecha y sus compañeros de viaje no es que una persona se piense si continuar en la presidencia de un país, lo que importa es que pierde la ciudadanía y todos los valores de justicia democrática respetuosa que parecen cosa del pasado.

La normalización de la ultraderecha mata con balas de algodón que parecen inocuas e inocentes pero no lo son. 

Son mortales para el espíritu y cuando las personas o el conjunto de estas lo pervierten, viene el caos y la barbarie. 

Estas mismas balas de algodón, un material este último que hace falta para hacer munición y que, como dijera hace unos días el actual representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, carece Europa y que por tanto se limita el poder para fabricar balas ya que actualmente los conflictos no se resuelven con diplomacia y sentido común sino con llamadas a la guerra (sería la Tercera Mundial), matanzas, genocidios y palabras mal intencionadas que intentan deshumanizar.

Y ante esta situación qué se hace. 

No sorprende la carta del actual presidente de España porque quién no ha escrito palabras que intentan dejar bien claro al que difama o hace una campaña de descrédito que todo tiene un límite o que asuma las consecuencias de sus palabras y actos. 

Pero ¿qué hacen los cobardes difamadores ante esto? Es fácil adivinarlo: se disculpan, se victimizan, se escaquean. 

Es el lema: Que yo no lo dije, que lo dijeron otros y de paso yo añadí de mi cosecha. Es lo que ha hecho el sindicato de ultraderecha “Manos Limpias” hace apenas unas horas que asume que su denuncia recogía informaciones periodísticas y que por tanto si son inciertas que paguen otros las consecuencias.

Las balas de algodón que no dejan orificios de salida ni de entrada minan el debate político de este país y de demasiados en el mundo y veremos a qué nos conduce la deriva de todo esto porque cuando los políticos, esos ¿servidores públicos?, se entretienen en estas escaramuzas pero no asumen en las instituciones los problemas como la pobreza infantil, la escasez del agua en el futuro y su gestión, la alta tasa de paro juvenil, la desintegración del sistema sanitario y educacional público, la baja productividad de nuestras empresas y demás problemas es cuando tienes que respirar hondo y dejar que pase la marejada para rogar por tiempos más sensatos y dichosos.

Olga Neri