En la película de Kaurimäski se habla de explotación laboral de los más desfavorecidos, de soledades, de alcoholismo, de ausencia de amor, de falta de comunicación y, sobre todo, de malentendidos.
El tema del alcoholismo es un tema serio y todos en nuestras familias a través de varias generaciones hemos tenido algún que otro alcohólico (habrá algunas familias que dirán que no, pero ya se sabe que las hay que guardan bien sus cadáveres en todos los sentidos) y hemos visto los estragos que causan a ellos y a los que hay alrededor; eso no quita, que casi todos de jóvenes estando de fiesta hemos tenido algún exceso.
El director retrata a un Helsinki de seres derrotados o hastiados de sus vidas y esto queda reflejado en un bar donde todo hombres están sentados en mesas, supuestamente, mugrientas sin hablar y mirando al infinito o a la nada bebiendo sin cesar vasos de cerveza. Es un cuadro de Hopper, no tengo ninguna duda.
Termino este artículo con una canción (Syntynyt suruun ja puettu pettymyksin) de un grupo de hermanas finlandesas, Maustetytöt, que aparecen en la película y que sirve de golpe de gong que hace al protagonista salir de su alcoholismo por recuperar a un amor que le espeta que si no deja de beber ella no le va a hacer ni caso. La respuesta de chulería de él es que nadie le dice lo que tiene que hacer; esto por cierto me recuerda a ese señor unido a un bigote que dijo que nadie le decía cuántas copas de vino tenía que beber al conducir. Sí, todo responsabilidad en un representante político.
“Fallen Leaves”, se podía haber rodado en cualquier parte de Aragón porque las luces y sombras de las personas son idénticas aquí, en Finlandia o en cualquier parte del mundo. Lo mismo es.