12.9.23

Un grito en una calle de Lleida. ¿Qué quiere decir?


Esta pintada me la encontré en una pared de un bar de un barrio algo complicado en Cataluña. Estaba encima justo de unas mesas y sillas tipo veladores y terraza. 

Y no sé qué quiso expresar con ella quien la pintó. Es muy escueta.

Lo curioso es que al fotografiarla, en esos segundos de parada silenciosa, se me acercó una persona tan mayor como yo, no nacido en España, y me preguntó…: —¿Tú qué crees que quiere decir con esto?

Hablaba perfectamente el castellano, sabía lo que allí se decía. Pero quería saber algo más.

Yo era un intruso en sus espacios urbanos y se notaba. Iba acompañado. Y a la pregunta le respondí sin seguridad, pero con la sorpresa de quien no se espera aquella pregunta.

Hablé de la convivencia, de la paz y humanismo para entendernos, bla, bla, bla. No le gustaron mis palabras. No sé qué esperaba escuchar. Yo tampoco me supe explicar bien, pillado incluso con una dosis de temor.

Efectivamente la frase me vino grande, sigo sin entender bien qué quiere decir en aquel barrio, una frase que encierra tanto y tan diverso. 

No sé tampoco qué esperaba de mí aquel hombre bastante amable y vecino de la calle. No supe darle una explicación de lo que yo entendía ante la frase. Pero es que ahora tampoco sabría qué decirle, pensando en el envoltorio de la zona, en un lugar pobre y con grandes necesidades. 

¿Es un grito de rebelión? 

¿Es un grito para que antes de hacer nada…, se piense?


La Historia es aburrida y no hay que estudiarla. No vayamos a enfadarnos


Decía Xavier Altamirano Molina, nombrado subsecretario de Derechos Humanos en el actual gobierno del presidente chileno de Gabriel Boric, que habían fallado como sociedad pues no han logrado en Chile que se conozca la historia, y también hemos fallado a nivel de la educación, pues no hemos logrado explicar suficientemente nuestra historia, para demostrar que la democracia es mejor que un régimen autoritario.

Cuando en España hablamos de Memoria Histórica nos olvidamos muchas veces de potenciar la Educación hacia las personas que deben conocer la historia de su país. No se publicitan libros sobre la historia de España, de ningún siglo pero sobre todo menos del siglo XX.

Las nuevas generaciones van a ir creciendo sin querer saber qué sucedió en los años en los que vivían sus abuelos. Pero ese olvido está programado, no es una casualidad ni una innecesaria labor. Es que algunos no quieren que las nuevas generaciones sepan lo suficiente.

Dicen que es para que no crezcan en el odio, en el dolor. Nos vuelven a tratar como a bebés idiotas. Si podrían ver dolor es ya una buena pista para asegurar que la única manera de evitar su repetición es conocer qué sucedió y por qué.

Y no, no se trata de culpabilizar a nadie, a ninguna ideología actual, se trata de que hay que saber con calma y limpieza lo que nuestros abuelos tuvieron que aguantar y sufrir o gozar, depende de quienes.

No conocer la historia… pero hablar millones de minutos de un beso o de una pelota que entró entre unos palos, es reconocer que estamos manipulando las necesidades reales de ser adultos libres. Vivimos pegados a las mentiras piadosas que nos hacen creer que hay que ser felices por obligación. Felices, domados, silenciosos, calmados y confundidos.

Bien, tampoco me tengo que enfadar porque no se quiera conocer la historia de las sociedades, de los países. Tampoco me queda ya tanto de estar por estos bosques. Vosotros tenéis que ir decidiendo. 

Ajovín