Avanzado ya el año 2023 hemos entrada ya de lleno en la llamada IA, esa Inteligencia Artificial que no sabemos qué significa pues ya estaba entre nosotros desde hace bastantes años, hasta que ahora parece que ha aprendido a ir haciendo más cosas tontas para demostrarnos que le tenemos que empezar a tener un cierto cuidado.
En realidad todo el miedo que empieza a surgir se basa en intentar adivinar hasta dónde nos irá quitando nuestro trabajo, o lo que es muy parecido: ¿Qué haremos nosotros cuando ya no haya trabajo para repartir, pues gran parte de él lo harán máquinas creadas por nosotros?
Es curioso que hayamos creado procesos artificiales para crear Arte, para hacer de periodistas, para cocinar, pero en cambio no hemos logrado crear máquinas que sean capaces de ponerse a construir un edificio de 14 plantas simplemente tras entregarle un terreno vacío y unos planos digitalizados. Allí seguimos necesitando encofradores, albañiles, fontaneros y electricistas.
Enseguida la duda viene a nuestra ayuda. Los trabajos que quedarán por necesitar manos de obra humana serán mucho más valorados.
No es cierto que en la medida en que vayamos sustituyendo nuestro trabajo real y de esfuerzo por trabajos realizados por IA vayamos a disponer de más ocio, de más tiempo libre.
Pero con todo, nos queda sin responder la gran duda. Si hacemos crecer el pelotón de los desempleados, aunque les intentemos pagar subsidios para que sobrevivan, dispondrán de excesivo tiempo libre y si no se sabe gestionar esto bien…, ¿podrían terminar creando disfunciones violencias?
Por otra parte nos queda la duda de adivinar en donde vivirán todos estos millones de personas que sin empleo puedan sobrevivir de trabajos esporádicos y ayudas públicas, si las hay.
¿En grandes ciudades cada vez más deformes?
Tampoco sabemos hacia donde caminamos, no nos cabe hoy el empezar a pensar que todo será peor, nos tendríamos que conformar de momento con admitir que será diferente.