7.5.23

Nuestros mayores requieren atención especializada y de calidad emocional

Parece lógico y obvio que los hijos pueden/deben hacerse cargo de sus padres, pero el agotamiento de quien les cuida tiene una doble implicación, la física y la emocional, viendo como toda la vida se va degenerando, cómo desaparecen las facultades físicas y mentales de sus progenitores. 

Y a la vez, mientras se requiere más atención hacia ellos, la propia vida nos lleva a situaciones laborales incompatibles con la atención debidaa nuestros padres. 

Mientras las personas mayores son útiles, se dedican a ayudar a sus hijos y nietos, pero en cuanto no lo son además de dejar de ser útiles se convierten para muchas familias en una carga que no siempre saben admitir en positivo, como ley de vida y como recompensa a una vida de entrega. 

Pero es cierto que la decisión de no estar con las personas mayores cuando más ayuda necesitan, ni sucede en todas las familias ni mucho menos en todas las sociedades.

Cada vez existen más recursos externos a la familia para ayudar a cuidar de las personas de edad avanzada

Centros de día, viviendas tuteladas, residencias públicas y privadas, y claro está, auxiliares de ayuda en los domicilios o procedimientos electrónicos de auxilio o socorro como primera parte de las ayudas necesarias. 

Recursos públicos y privados, que no siempre pueden ser costeados por las familias, que por ello no siempre pueden ser totalmente legales, lo que los convierte en servicios sin control y muchas veces sin la calidad necesaria. 

No todos tienen en cuenta la calidad y el bienestar emocional de la persona atendida, y ese es un factor que debemos revisar todos, los familiares, las instituciones y las empresas que dan estos servicios.

Y además y por desgracia para la calidad asistencial, en grandes negocios que algunas empresas van buscando constantemente para detectar nichos de atención y servicio en zonas geográficas y sociales determinadas.

Raros son los casos en que nuestro familiar quiera acudir interno y con total libertad personal a una residencia, pues suelen pensar que estarán solos y alejados de su ambiente vital, que su familia no acudirá a verles, y que no estarán bien atendidos. 


Sin embargo en la mayoría de los centros asistenciales hay personal muy cualificado, que atiende cualquier necesidad, que realizan actividades para estimular la memoria y la movilidad y en los casos de centros grandes, personal sanitario las 24 horas del día. 

No parece suficiente, pero todavía no se produce en muchos de estos centros la atención relacional y libre hacia las necesidades de los nuevos mayores, que ya no son las de hace unas pocas décadas.

Para aquellas personas que quieren ser cuidadas en su domicilio existe la opción de tener una persona interna o por horas en el hogar, que realice las labores de la casa y que además vigile la salud de nuestro familiar, bien durante todo el día, o bien por horas ayudando así a la familia en las labores de cuidado. 

De esta manera, en el hogar, nuestro familiar no sentirá tanto el cambio que supone la edad, la emancipación de los hijos que realizan su vida, o la viudedad.

Por último es conveniente añadir que, por costosa que pueda resultar la decisión de cuidar a un mayor, deben valorarse todas las opciones, pedir asesoramiento a trabajares sociales y hacer ver a nuestro familiar qué es lo mejor para su cuidado. 


Hay puntos de no retorno que nos indican claramente que una persona que viva sola necesita con urgencia cambiar su modo de vida. 

Uno de los más fáciles de detectar es en el momento en que ya no es capaz de organizar las tomas de medicación en las distintas sesiones diarias.

Laura Puente

La lección es breve: sal a vivir, por si acaso

Cuando una vida se apaga…, los que están cerca tienden también a oscurecer un poco su luz. Si. Un sentimiento de tristeza nos invade, porque alguien que queremos se ha marchado. Pero hay que sacar una lección de todo esto. Más aún, si quien nos deja es una persona que consideramos joven.

La lección es breve: sal a vivir.

Disfruta de las cosas más pequeñas de la vida. Da un paseo, da un abrazo, disfruta de una puesta de sol o de una película. 

Llena tu tiempo, tu día a día de cosas que sean placenteras, sí, hay obligaciones que cumplir, pero dedica unos instantes a tu cuerpo y tu mente, a esas aficiones que no prácticas porque dices que careces de tiempo. 

Y si tienes amistades sal por ahí, escucha una y otra vez esa canción que te encanta y te sabes de memoria.

Que más da lo que opine el vecindario si cantas mal. Solo preocúpate de ser feliz, porque…, porque un día la dama negra te hará una visita y se acabó.

Y a ella le da igual que tengas 20 o 80 años, que comas lechuga o chorizo. Ella decide que se acabó y te saca billete de ida para el último viaje.

Por eso deja las nimiedades en un cajón, y vive hoy como si fueras a morir mañana.

Por si acaso hoy pienso cenar tortilla de patatas. Con cebolla, por supuesto. 

Laura Puente