1.5.23

Si tu empresa va mal, no pidas milagros


Si observamos la viñeta de arriba, del genial Quino, podemos ver claramente que todos nos equivocamos al pedir ayuda milagrosa, que perdemos el tiempo con situaciones que no nos conducen a nada.

Somos torpes y nerviosos a la hora de analizar los problemas, y estoy seguro que ahora mismo pensarás que no, que tú… no. Bueno, es posible, bien, tu no, pero muchos si. Yo también, a veces.

No existen los milagros. O al menos no existen para las pequeñas cosas, y menos para los problemas de gestión nuestra. 

El milagro que funciona es la buena formación, el aprender a saber hacer las cosas bien. Y el detectar los problemas a tiempo, para que tengamos ocasión de resolverlos antes de que se hayan enquistado.

Así que prepárate… también… a tener preparados un par de Plan B para situaciones complejas y que no te esperabas. También para lo que no te esperabas hay que estar preparados.

Todo menos hacer rogativas, quejarte y poner malas caras. Eso no sirve para vender las resistencias de los problemas que tiene tu empresa o tu proyecto. 

Casi siempre estos tienen algo que ver con las empresas que te hacen competencia, con tu mala planificación en el negocio, con tu falta de recursos bien sean económicos o formativos, con no saber rodearte de un buen equipo, con no haber estudiado bien el mercado al que acudes a plantear tu servicio.

Repasa tu Plan de Empresa, mira a ver en qué has fallado, en qué partes no hiciste las previsiones correctas, y es posible que todavía tengas tiempo para rectificar. 

Observa si hay que mover tu actividad hacia otros servicios, si debes reforzarte con algo o alguien, si es necesario algún cambio en las inversiones, controlar mejor tu calidad o tus precios finales.

Ajovín


Un libro es poca cosa, pero 2.000 libros es un problema

Ponga un libro en su vida. Ponga mil libros en su vida si tiene espacio para ello. Los libros son un vicio, y además es una manía casi minoritaria. Un libro es una historia, una vida contada, una película escrita, la recopilación de saberes. Un libro es un amigo silencioso que no molesta y si has sabido elegirlo, te ayudará.

Es bueno tener un libro de cabecera, un libro fijo al que acudir cuando necesites ayuda. Un libro que puedes leer diez veces o cien. Y que depende de tus gustos. Un libro que no tienes que volver a leer desde el principio sino abrirlo por donde te venga en gana. 

De esos hay muchos, cientos diría, y cada lector tenemos el nuestro. E incluso lo tenemos en secreto, para no dar pistas. 

Yo no tengo uno sino una decena. Desde El Príncipe de Maquiavelo que lo tengo ahora mismo encima de mi mesa, a algunos de Baltasar Gracián, El Shok del Futuro de Alvin Toffler, El Quijote, La Biblia para días tontos, algo de Aragón, sin duda algo de Arte y también alguna novedad sobre urbanismo o sobre política social. Todos empezados, algunos terminados en alguna ocasión y que ya no se abren desde el principio.

Nunca he comprado libros por colores, pero sí por capricho. 

Algunas veces he tenido incluso suerte, recuerdo que en uno que obtuve fuera de las librerías me encontré unos bocetos de un dibujante aragonés bastante conocido.  

Hay libros con cariño como el de Alvin Toffler que tenía en mi taquilla durante mi Servicio Militar, y algunos antiguos que he podido ir recogiendo de aquí y de allá.

Un libro es poca cosa, pero 2.000 libros es un problema. 

Cuando voy a esas librerías de segunda mano y compro algunos ejemplares, siempre pienso lo mismo. Sus dueños reales, los que los compraron de verdad en una librería, ya no están aquí. Alguien los ha recibido de herencia y los ha malvendido para conseguir espacio. Y ahora yo los compro para restarme espacio, para sentirme rodeado de papel.

Faltan en esta ecuación mis hijos que los harán desaparecer para volver a tener espacio vacío. Espero que no. 

Ajovín