25.8.22

Pórtico del Paraíso, Catedral de Ourense en Galicia

La catedral de Orense es el edificio medieval mas relevante de la ciudad gallega y puede que de toda Galicia. Se comenzó a edificar entre los siglos XII y XIII, aunque posteriormente se han sucedido diferentes ampliaciones y reformas.

Si algo destaca sobre el resto en la Catedral de Orense es su Pórtico del Paraíso, situado en el costado occidental. 

Se trata de uno de los conjuntos monumentales más destacados del edificio, tanto por sus dimensiones, como por la calidad de la imaginería, que conserva la policromía del siglo XVIII, cuyos colores han vuelto a ver la luz debido a una reciente restauración.

Tanto sus formas como su disposición muestran la influencia que el maestro Mateo y su taller que construyeron el Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela llegó a tener en toda Galicia.

Los pórticos en las catedrales medievales eran, además de antesalas de las iglesias, espacios que servían para usos funerarios, asamblearios, e incluso lugares en donde se impartía justicia. Son lugares en donde la iconografía conforma uno de los elementos fundamentales, aunque hay que tener presente que el Pórtico del Paraíso no era un lugar de acceso al templo.

La disposición del Pórtico del Paraíso es similar al Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago, e incluso sus dimensiones son muy similares. Está conformado por tres arcos dobles, el central más ancho y ligeramente más alto que los dos laterales, separados por dos gruesos machones, y un parteluz en el arco central. 

Estos pilares tienen un basamento liso, que quizás en su momento se decoró figuras zoomorfas, ya que todavía pueden observarse algunos perfiles. Sobre éste se apoyan pequeñas columnas que rematan en capiteles que sostienen cimacios, decorados con motivos vegetales en su mayoría, aunque también se ven elementos zoomorfos e incluso representaciones humanas.

Sobre éstos hay dieciocho esculturas, nueve apóstoles en el lado del Evangelio y nueve profetas en el lado de la Epístola, que funcionan a modo de columnas, y, sobre sus cabezas, capiteles con cimacios que sostienen el salmer de los arcos, y otras esculturas que sostienen los nervios de las bóvedas de crucería estrellada que cubren este espacio, y que también fueron realizadas en el siglo XVI por Rodrigo Gil de Hontañón.

A pesar de que la influencia del Pórtico de la Gloria es indudable, tanto en la representación iconográfica como en la disposición de las figuras, en el Pórtico del Paraíso también se observan influencias francesas, particularmente de las esculturas de París y Amiens, cuyos ecos sin duda, llegarían a través del Camino de Santiago y del foco burgalés.

La iconografía del programa escultórico del Pórtico del Paraíso no narra escenas de los evangelios o relatos hagiográficos de un santo, no se trata de una biblia en imágenes, sino que las figuras representan a profetas y apóstoles, los testigos de la vida de Cristo. 

Todo esto debe entenderse en el contexto de las herejías que fueron tan frecuentes a lo largo del siglo XIII y las que se intentó frenar mediante el IV Concilio de Letrán (1215-1216) que, en algunos de sus capítulos, recomienda expresamente este tipo de representaciones.

En la imagen superior vemos a la izquierda, las almas de aquellos que se han salvado en el Juicio Final, que aparecen representadas como cuatro figuras, que son llevadas a los cielos por medio de Ángeles que visten mantos y túnicas policromadas. 

Algunas de éstas aparecen coronadas, y la fisionomía de los ángeles también da muestra de una clara intención naturalista por parte de los escultores. En su lado contrario estarían representadas las figuras que tienen que ir al infierno y parte de los sufrimientos que allí les esperan.

Nota.: Parte de los textos son de http://www.arteguias.com

8.8.22

Es fundamental crear más empleo para todas las capas sociales

Se empiezan a tomar tímidas decisiones para intentar crear empleo juvenil sin huecos entre los estudios y el empleo. Hemos estado excesivos años sin resolver un problema social grave, ante la inoperancia —no sé si por miedo o por incapacidad— de todos los que deben tomar las medidas necesarias. 

Los jóvenes deben trabajar desde los 16 años, desde los 20 años a lo sumo, nunca desde los 25 o 30 años, pues eso suponen cambios en sus formas de entender la vida laboral, que convierte en muy complicada la dignidad en el trabajo. 

Las personas tenemos que encadenar los estudios con la percepción de la utilidad personal, y de que es posible lograr la emancipación. Y eso hay que trabajarlo mejor.

El desempleo juvenil es un drama como lo es el de mayores de 50 años o el de cualquier otra persona que lleva un año o más en el paro. 

España necesita soluciones urgentes y medidas que no discriminen tanto por edad. Queda dudas, flecos sin aclarar como si estos periodos sin tener que pagar Seguridad Social pero trabajando, contabilizarán para los periodos futuros de jubilación o no. 

Las medidas no pueden ser tibias ni grises, se necesitan medidas atrevidas, incluso medidas equivocadas pero con suficiente cintura como para ir cambiándolas. 

Es prioritario lograr más y mejor empleo para que España sea mejor en Europa. 

El propio mercado volverá a colocar los derechos laborales en una posición mejor que la actual, hoy denigrante y esclavista, que no es soportable excepto por la penosa situación actual de drama social. 

Pero siempre es mejor un empleo precario que un NO empleo, para desde ese puesto poder hacer palanca en formación y sobrevivencia para tener fuerza en aprender y cambiar de empleo. 

Un mal trabajo no debe ser nunca para siempre. 

Un mal país puede ser para muchos más años que una mala solución a un gran problema.