21.4.22

¿Es ético ganar con la Selección de Fútbol, 24 millones por jugar en Arabia en vez de en España?


Escuchando esperpénticas explicaciones futboleras de millones que van y vienen y sin ser sinceros, a uno le entra el asco y una desazón que no se cura rascándome. Sabemos lo que sabemos, que siempre es mucho menos de lo que realmente sucede, pero es que además nos quieren tomar como a tontos, y darnos la explicación que se quiere dar para disimular, tratándonos como a niños de preescolar.

Intentan explicar que 24 millones de apaño son legales y éticos, pues el fútbol es así, y lo que no es legal ni ético es que nos enteremos de sus conversaciones y apaños pues se han obtenido de forma ilegal esos datos. Jopetas. 

Si sacamos cuentas de lo que puede ahorrar un trabajador en España —supongamos que es capaz con esfuerzo de ahorrar 100 euros al mes— llegamos a la conclusión de que para poder ahorrar esos 24 millones de euros, éticamente perfectos y legalmente sin mancha, necesita ese trabajador de la calle unos 20.000 años trabajando sin parar. 

Sí, sí, no hay error, para poder ahorrar esos 24 millones se necesitan 20.000 años a 100 euros al mes. 

¿Sigue siendo ético ganar con la Selección de España de Fútbol, 24 millones porque jueguen en Arabia en vez de en España?

Un negocio privado que se mezcla con los servicios públicos, incluso con los servicios de la sociedad, que admite y abraza al futbol como mucho más que una empresa privada, es algo que hay que controlar muy de cerca.

Ahora los equipos de fútbol se compran y se venden como si fueran locales, pero se sigue solicitando a los ayuntamientos que les fabriquen campos de fútbol o que les ayuden con subvenciones públicas. 

Se presiona en las negociaciones, se juega a mover a otros países lo que se denomina Copa del Rey de España, y encima tenemos que disimular.



20.4.22

Mascarillas NO obligatorias. ¿Y recomendadas?

Hoy hemos dicho en España adiós a las mascarillas en interiores en algunos lugares, tras 700 días de llevarlas obligadas, y ahora algunos dicen que les parece prematuro. Es posible que los datos de la pandemia no sean excelentes, incluso ni buenos, pero nuestra incapacidad global para saber encontrar soluciones a la pandemia tras 27 meses de ser declarada en el mundo, nos lleva a tener que tomar decisiones que hace un año no hubiéramos tomado.

¿Podemos admitir que tendremos que llevar mascarillas para siempre? No parece positiva esa opción, así que hay que buscar de forma algo forzada, esta decisión inevitable de quitar la obligación, o admitir que el mundo se nos escapa. Que esto es lo más fácil.

Tenemos entre nosotros (siempre) decenas de peligros realmente importantes y no por ello somos capaces de construir prohibiciones. 

Habría que prohibir el alcohol, el tabaco, los azúcares, trabajar, ir en coche, contaminar, tener hijos o casarnos e incluso vivir en viviendas de dos alturas.

La vida es riesgo y peligro, la seguridad completa no existe, las enfermedades llevan entre nosotros miles de años, desde siempre, el cáncer mata como mata la cirrosis, los accidentes laborales o la peritonitis. Incluso me dicen que también los médicos se mueren de enfermedad.

Así que, inevitablemente hay que tomar decisiones que entrañan algún riesgo añadido. Y quitarse las mascarillas en algunos interiores es una de ellas.

Lo que se quita es la obligación, que esa es otra que hay que explicar bien. Quien desee llevarlas incluso en su propio hogar, puede hacerlo. No hay obligación pero además no se quita esa obligación en todas las circunstancias. Así que parece incluso una medida menor.

Si observamos lo que se está haciendo en China y lo comparamos con Europa, la comparación es odiosa. Yo creo que ellos se equivocan, y el ejemplo lo tomamos de aquí. 

Dos años de relativa prohibición social han traído un aumento muy alto en afecciones psicológicas entre mayores que les ataca la soledad y entre jóvenes que no han cubierto sus ciclos básicos de desarrollo con la normalidad que se necesita.

Forzar en exceso algunas medidas de control social, tiene unos efectos que no se ven en el momento, pero que son tan negativos como lo que pretenden evitar.