14.3.22

De Ucrania vemos en directo… lo que nos quieren enseñar


Hoy desde El País, Kiko Llaneras nos da unas pinceladas muy ciertas del inicio de la Guerra en Ucrania. Es cierto que la realidad de la tecnología actual nos permite ver el instante al instante, saber todo. Pero también es cierto que ese "todo" lo controlan los que tienen más poder para controlarlo. Lo sabemos todos, incluidos los que pueden manipular la opinión, que todo llega al instante.

Por ejemplo es muy poco lo que sabemos de Rusia en estas semanas. No vemos nada de Rusia, excepto algunos golpes suaves, pero nada más. No hay periodistas que nos ofrezcan ese punto de vista. Por diversos motivos.

Tampoco tenemos casi imágenes del frente de batalla, de los frentes de guerra. En cambio sí vemos con excesiva profundidad los daños en la sociedad civil, en las ciudades, en las calles, en los barrios de las grandes ciudades.

Incluso vemos con todo detalle los inicios de las mesas de diálogo, de las muchas reuniones de políticos, como si eso fuera a ser lo que pasará a la historia. Excepto que a uno de los negociadores lo han fusilado (previsiblemente) por ser espía de la otra "parte". Y seguro, que excepto también de las numerosas reuniones y contactos que se tienen sin que lo sepamos en la sociedad.

No es culpa de los periodistas, o al menos no es culpa solo de ellos. Las guerras destruyen las verdades y es imposible estar fuera de uno de los dos bandos. Vemos todo en el acto, pero no todo lo que vemos es verdad, y sobre todo no se nos muestra toda la verdad.

Habrá que esperar meses, incluso tal vez años, para saber qué está sucediendo, qué movimientos reales de países, de ventas y comprar, de militares, de asesores, de soldados de alquiles se están produciendo de verdad entre todo ese mapa que no siempre entendemos en su profunda complejidad. 


¿Queremos ahorrar en la cesta de la compra?


En tiempos de crisis tenemos que poner en valor lo que es nuestro, defendernos mejor si es posible, de todo lo que ya tenemos. Y en consumo esto es algo que debemos tener muy en cuenta. Estamos entrando en tiempos de subida de la inflación, así que tenemos que aprender e comprar con cuidado, algo que ya habíamos olvidado.

Si el arroz que comprábamos siempre nos lo suben a 1,87 desde 1,35 hay que buscar un arroz de similar calidad y a un precio que o bien no haya subido o bien lo haya hecho menos. Es posible hoy mismo encontrar arroces de primeras marcas que van desde 1,90 a 1,57 en el mismo supermercado. Y arroces de calidad muy correcta a 0,97 euros. Un arroz no depende tanto de su propia materia prima, como de saber cocinarlo bien y de sus añadidos.

Es verdad que 0,33 euros (o 0,86 euros en un kilo) es poco ahorro, pero de esta manera evitamos que los precios en los comercios se desboquen. Ellos sí saben medir con suma facilidad qué compramos, qué cambios estamos adoptando en nuestra cesta de la compra. Y saben que tienen que tomar medidas para contrarrestar nuestras decisiones.

Si ese mismo arroz cuesta 0,15 euros más en una tienda que en otra, y nos pilla de camino ambos comercios, la decisión tiene que ser sencilla. Comprar mejor es también aumentar nuestros ingresos. Y tal vez entrar en un super que ya no visitamos nos enseñe nuevos precios, nuevas calidades, nuevos productos.

Y a su vez, consumir mejor es también ganar más sueldo. ¿De cuánto de lo que consumíamos hace unas semanas se puede prescindir? 

Cuando Borrell decía que teníamos que consumir menos gas, por mucho que se le ha criticado (algo que viene con el cargo) tenía razón y nos defendía a nosotros, los consumidores.

¿Cuánto gastamos de manera no razonada? Pues efectivamente, lo que nos da la real gana, y tenemos todo el derecho del mundo a gastarnos el dinero en lo que nos de la real gana. Pero si queremos parar ciertos abusos, en vez de quejarnos por las redes, debemos tomar decisiones nosotros. 

Consumir menos es luchar contra la subida de ciertos precios, que no tienen razones.