24.1.22

Zaragoza Postsoviética o Kiez cuando sí nieva


Filomena está en Ucrania, en sus cuencas mineras. La cosa no está para describirla maridada por la gran música indie del grupo oscense “Kiev cuando nieva”. La política del extremo oriente ¿europeo? lleva varios lustros bajo cero el mes de junio.

No siempre fueron así. En la Feria de las Culturas de la plaza del Pilar de Zaragoza se agrupaban todos los residentes ex URSS agrupados en la parada de Arka y otras asociaciones a vender matrioskas pintadas de campesina eslava, vodka o arenques escritos en cirílico, botellas de la ligera pero con cuerpo al modo de las checas cerveza Baltika.

Para quienes vivimos noches con músicos rusos recién llegados en los 90 para engrosar la nómina de academias armenias de la ciudad, contar como jóvenes compositores aragoneses o ser incluso nuestros arrendatarios de Stalingrado con los que te bebías y comías la renta mensual, a base de platos de borscht –cocido con remolacha y nata-, pilmini hechos a mano –raviolis rusos o más-, col rellena de carne cocida, muchos vinagrillos y vodka rojo o verde que salía del congelador, las organizaciones de cultura rusa fueron una continuidad.

Las noches de excesos y baile, de música y pasión tártaras, fueron con un ramillete de crías que no hacían el Erasmus sino que se ganaban el guiso de patatas con una humildad impropia de haber sido educadas en el Conservatorio central de Moscú, con cubanos, vietnamitas y africanos becados. Qué les debe parecer cómo se selecciona en los programas de voz y cocina que nos endilgan, los de simulación de meritocracia, me gustaría saberlo.

Estas niñas-mujer eran muy bellas y sensuales, es conocido, por una elegancia postural en el andar de gimnastas que aún recuerdo. Del mismo modo, se les educaba para ser eficaces y personales sentadas en el piano estirando la columna. En ocasiones ceremoniales, una única presencia todo lo llenaba. Sinceramente, me gusta generalizar, vaya pueblo…

Daba lo mismo que se tratara de ir a un recital de la armenia Ana, con una mirada de tizón negro directa tan prima de la mía navarra; que te dieras un paseo con Marina, de la Rusia oriental próxima a Japón y casada con un gran amigo mío, y la vieras pasar de puntillas por la vida; que otra compañera de ellas ucraniana, Natalia creo recordar, bella al modo de las bálticas pero con sangre en su mirada turquesa y movimientos, se hiciera con todo un pub cuando decidía ser ella misma. Un huracán de fuerza en las conversaciones de sobremesa cuando las víctimas de Chernobil, próximo a su ciudad de Jarkov, salían a reducir. Cuando hablaba subían el vodka y el ámbar, procesada su luz por su iris verde.

Me ha gustado siempre el concepto Mittleuropa, antes de leer a Magris. Quienes me conocen desde el instituto saben que mi primer viaje tenía que ser a Praga, que me enamoré de la cerveza Urquell y los textos de Hrabal –tan necesario en mi caso que personas y páginas me renueven la sequedad, por la vía del sentido del humor eslavo y gusto por la barbaridad vale-, que leía y releía al rumano Cioran y a Ivo Andric. Antes de Srebrenica y Vukovar.

Recientemente en Budapest pude por fin disfrutar de esa cultura alemana suaba, que fue también la expedida como judía ashkenazí culta, llevada Danubio abajo como la griega clásica subió por el principal nervio de Europa calor del Mediterráneo y del Ponto Euxino hasta Baviera.

Nadie que conoce bien la región imagina la pasión purista y devastadora de Hitler si él mismo no hubiera sido charnego, mezclau, provinciano… si hubiera nacido en una de las familias comerciantes de la Hansa de Hamburgo, Kiel o Bremen, llevadas a Petersburgo, de las descritas por su odiado ario Thomas Mann que por conveniencia lo pusieron allí.

Qué ha podido pasar, gasoductos aparte, para que los eslavos del este todos educados por la cultura y escritura griegas, propietarios de la mejor tierra negra del mundo y que pararon a Von Paulus por adaptación común al mismo invierno, estén negándose. 

Convirtiéndose los primos ucranianos o georgianos, para Putin, en el peor colaboracionista con Alemania y Turquía, como le debe parecer que es el de la cuña de tu propia madera.

Odessa, principal puerto soviético del Mar Negro en que se halla la Escalinata Potemkin, es una ciudad con clima semejante a Barcelona, como lo tiene también Sochi. La primera, hoy verdadero corazón cultural de Ucrania, aportó las principales gotas de inteligencia judía a la propia construcción rusa y del Estado de Israel. Porque Golda Meir, Dayán el del parche o Ben Gurion, como también Bronstein que no Trotsky, fueron pensamiento judío de origen polaco-ucraniano.

Un respeto por Odessa, Constanza, Cracovia, Vilna y tantas otras…

Sucede también que este lugar y país son el origen de los Rot y de la mejor música popular argentina, como de los antepasados de Woody Allen o de los novelistas neoyorquinos Auster o Roth etc. no dejan de ser sino descendientes de aquellos orientales de ojos negros, rasgados y pelo rizado a los que la más eficaz de lo que parece administración austro-húngara puso apellidos de montes, plantas y metales.

El lobby judío neoyorquino tampoco le debió gustar miaja al sajón alemán Trump, vecino de rascacielos al que le pagan la comunidad. Este que capitanea con dimensión y pensamiento universales Berni Sanders. Hijo polaco-ucraniano del no holocausto de Brooklyn.

Muchos intereses hay en la descomposición de las instituciones federalistas internacionales que mal funcionan.

Pero a mí no me hagáis elegir entre un albanés kosovar como Kadaré o una serbia de Belgrado de los ríos y santuarios que nacen en aquel país, hoy musulmán, como tampoco entre una caucasiana de la patria del primer vino, un ruso de Donbass o la alcaldesa pro-OTAN de la ciudad de Kiev, primer rus eslavo oriental de donde viene el gentilicio rusky.

El asentamiento bizantino más al norte y este en que difundir las escrituras de Cirilo y Metodio, más resistente a las penetraciones y mezclas de sangres cosacas, búlgaras y mongolas que las posteriores fundaciones de Moscú y Novgórod. Esas que dan como resultado al pueblo rubio más bello del mundo, con ojos rasgados y almendrados y pómulos altos. Capaces de vivir a caballo.

El que sea capaz de explicar cómo es posible que exista un frente de guerra en estas estepas como lo hubo dentro de la misma cuenca del Ebro, que complete la presente. Para mí que el Gazprom no todo lo explica, pues desde la vergüenza que les hacía pasar Yeltsin a los rusos en los 90 esperaban el advenimiento de San Vladimiro.

Resucita, Tolstoi, antes de que te dejen de leer los niños polacos o letones.

Quizá no nos gustaría San Juan de la Peña y Siresa integrados en un califato islámico o euskaldún con capital Iruñea ni que nuestros primos de Barcelona y Palma se volvieran más alemanes para que estos pudieran decir que aquí tienen su primera residencia.

Pero no sé, me faltan logaritmos.

24.01 Luis Iribarren

21.1.22

Chimamanda: Todos deberíamos ser Feministas


Hace años, cuando leía la conferencia que dio la escritora nigeriana en diciembre del 2012, sentí que esas palabras las hubiera podido pronunciar yo en Zaragoza o cualquier mujer en diferentes partes del mundo y, sobre todo, la connotación peyorativa que significaba ser feminista y sigue significando. Feminista: mujer que odia a los hombres, amargada, castrada, infeliz, lesbiana, marisabidilla, promiscua sexual...


Es curioso que, a pesar de la distancia geográfica y cultural entre África y Europa, las ideas sobre la mujer son iguales. Y esto es lo que vivió Chimamanda en Nigeria cuando se definía como feminista. Así que ella dio un nuevo giro al concepto y se definió como: Feminista feliz africana que no odia a los hombres y a quien le gusta llevar pintalabios y tacones altos para sí misma y no para los hombres

Cuando leí estas palabras me dije, bien por ti, porque estas definiciones nos las hemos puesto muchas mujeres en soledad ante el machismo que había en este país cuando ni existía una Ley contra la Violencia de Género, entró en vigor el 29 de enero del 2005, ni podían alzar demasiado la voz porque los calificativos peyorativos y los epítetos desagradables eran las únicas respuestas que conseguían.

Parto de la base que a algunas feministas y mujeres les daría de comer aparte, porque cuando profundizas en sus psiques lastran problemas identitarios varios y hablan sus traumas más que un intelecto sano y equilibrado. 

Parto de la base que ya me pareció atroz que la actual ministra de Igualdad nombrara a todo mujeres en su equipo sin entender, ni extender al resto de la sociedad, que la superación del machismo, tanto de ideas como de actos, abarca a todas y todos (y sí, no soy de derechas, porque hemos llegado a un tiempo donde poner en cuestión la ideología o actitudes de un político te convierte en el otro.)

Chimamanda podría haber hecho un test a mujeres de diferentes países y niveles socioeconómicos que las respuestas habrían sido las mismas o cuasi idénticas. Lo que deja claro en su conferencia es que, para que haya cambios positivos, tiene que existir la RABIA.

A partir de ahora formulo una serie de preguntas para contestar tanto por mujeres como, sobre todo, por hombres ya que estos deben superar prejuicios machistas.

¿Considera la soltería un fracaso personal en la mujer (solterona o rara)?

¿Considera la soltería un fracaso personal en el hombre (soltero de oro)?

¿Una mujer si se pone minifalda, escote va buscando desesperadamente una pareja o sexo?

¿Una mujer que no tiene hijos es un ser imperfecto?

¿Y un hombre?

¿Las mujeres pueden ser seres sexuales como el hombre?

¿Un comportamiento fuerte, decidido, ambicioso se valora igual en el hombre que en la mujer?

¿Un hombre puede gastar bromas y hacer comentarios sexuales sobre las mujeres, pero estas no deben enfadarse ni defenderse?

¿Una mujer puede gastar bromas y hacer comentarios sexuales sobre los hombres? ¿Estos, si se ofenden y enfadan, es lo correcto?

Estas preguntas resumen lo que Chimamanda experimentó y experimentan muchas jóvenes y mujeres actualmente y que son ideas que desarrolla en su conferencia: No es fácil tener conversaciones sobre género. Hay hombres que se sienten amenazados por la idea del feminismo. Autoestima mermada si ellos no tienen “naturalmente” el control en calidad de hombres.

De las palabras que Chimamanda pronuncia destaco un verbo, SILENCIAR. No se debe añadir nada más. Es la historia de las mujeres. Silenciar sus logros literarios, artísticos, científicos, políticos, sociales... Ahora se reivindican, pero queda un camino largo.

Las otras palabras que destacaría serían, AUTOESTIMA MERMADA

No hay nadie más peligroso que un hombre con complejo de inferioridad con las mujeres en cualquier aspecto, psicológico, intelectual, económico... Pero qué hacen las mujeres con estos hombres. Hay dos tipos de mujeres: unas adoptan un rol maternal, sumiso e incluso se rebajan. Hay una suerte de sadomasoquismo psíquico, porque la mujer debe tender puentes, ser conciliadora

Puentes que lógicamente se autodestruirían si se aplicara un mínimo de raciocinio ya que estos hombres lo que desean en las mujeres, como dice Chimamanda, es tener el control en calidad de hombres. 

Y, precisamente, este sometimiento es el control psíquico que ejercen. Hay que darles la razón en sus protestas infantiles que, en realidad, esconden el miedo que tienen a la mujer. Es más, si les dices que tienen actitudes machistas, se ofenden porque no entienden ni entenderán lo que es una mujer y mucho menos lo que es ser un hombre.

Qué es lo que dice Chimamanda: Un hombre a quien yo intimide es exactamente la clase de hombre que no me interesa. Ese es el segundo grupo de mujeres que no se dejan manipular por los enconos y manipulaciones de hombres inseguros.

De la conferencia que dio la escritora se pueden sacar emociones que son extrapolables a otros rincones del mundo y que las mujeres hemos experimentado a lo largo de nuestra vida desde la niñez. Ya lo dijo Simone de Beauvoir: No se nace mujer, se llega a serlo. Hacerse mujer es un camino largo, intenso donde, como dice la escritora nigeriana, hay que desprender muchas lecciones de género que interioricé al crecer.

Si a las feministas, hace más de veinte años, nos llamaban con los mismos epítetos con la que definieron a Beauvoir (siendo como soy crítica con la personalidad de ella que recientes estudios han puesto encima de la mesa, porque ya se sabe que hay que distinguir entre la faceta intelectual y la personal y esta última, siento decirlo, estaba llena de cobardía e hipocresía) que no eran otros que: Me llamaron insatisfecha, frígida, priápica, ninfómana, lesbiana, cien veces abortada -signifique eso lo que signifique- y hasta madre clandestina; da cuenta de que aún queda camino por hacer no solo en lo legal, sino también en lo sociólogico.

Los calificativos no hieren, hiere la ignorancia y la brutalidad silenciosa. A mí no me importa que me llamen puta, lesbiana, amargada, castrada, feminazi..., lo que me daña y me encona es ser de nuevo víctima del machismo porque se me anula mi personalidad. Me dicen lo que no soy, porque siguen imperando los prejuicios machistas. Y como dice muy bien Chimamanda, hay que desprender todos estas ideas. Educarse y reeducar.

Ya en otro artículo hablé someramente sobre Fadela Amara, hija de inmigrantes argelinos, y su movimiento surgido en los suburbios obreros de París, Lyon... tras un brutal suceso. No fue casual el lema de este movimientos iniciado sobre el 2003: Ni putas ni sumisas. Cuatro palabras resumen la historia de las mujeres.

Chimamanda pone en esa conferencia, y en ese manifiesto que luego se hizo libro, ideas que llevan siglos arrastrando las mujeres y que tienen difícil encaje con hombres débiles y mujeres de mirada superficial sobre sí mismas.

No solo se mata a las mujeres físicamente, se las mata más psíquicamente. 

Son muertas vivientes que se sientan con nosotros en el bus, toman café en la mesa de al lado de la cafetería, acuden al cine... Por eso, todos deberíamos ser feministas dejando de lado todos los prejuicios machistas de lo que significa ser feminista. Recalco, todos. Mujeres y hombres.

Algún día escribiré sobre los hombres débiles y las mujeres inseguras, porque haberlas las hay, y sobre un feminismo revanchista que enturbia todo: Pero esa es otra historia, tal como diría el tabernero interpretado magistralmente por Lou Jacobi en la película del gran Billy Wilder, Irma, la dulce.

Olga Neri