20.9.21
Estoy viajando hacia Valencia. Con ganas de mear
Los verdes de los campos ya están botella, se les ha escapado el brillo y amenazan querer convertirse en negros a poco que vayamos lentos y nos adelante la tarde que cada vez viene antes. Es septiembre.
En mi asiento de la derecha llevo a un joven de insultar por su belleza. No parece llegar a los 16 ó 17 años y tiene una figura esbelta y asquerosamente tersa. No entiendo de hombres, pero me miro la silueta de mi barriga y me entero entonces del mal que hace la cerveza en el largo tiempo. O los chorizos picantes con vino rosado de sabor. El caso es que seguro, este chaval no entiende de chorizos ni morcilla, pero se castiga con otras cosas que yo no uso. Somos de diferente generación.
La pantalla de mi iPad sigue totalmente rajada y me raspa al pasar el dedo por la S. Joder, la S, con lo mucho que se utiliza.
8.9.21
Y ahora vienen los embargos y los desahucios por la crisis
Llevamos semanas sabiendo que hay un repunte lógico del número de embargos de todo tipo, casi siempre de la vivienda habitual o de la segunda vivienda, locales, solares, naves o empresas, efecto de las secuelas de la pandemia y sus consecuencias económicas. Se han acabado los recursos, incluso después los ahorros en muchos casos, y ahora también se están acabando los meses en las demoras legales ante el pago de la deuda y se entra en una negociación para intentar salvar los muebles buscando soluciones intermedias. ¿Y la única solución son los embargos y los desahucios?
No hay que ser alarmistas, pues no ayuda en nada a las soluciones. Hay que ser, eso sí, realistas y tener algo de información, para intentar dominar las decisiones que tengamos que ir tomando.
Ante una hipoteca no correspondida con el pago mensual tenemos varios meses de una demora negociada y dura, pero un tiempo en espera de soluciones que en este caso, ante una pandemia de excesivos meses de duración se agotan, si no intercede el propio Gobierno. Tener un asesoramiento si nos aprietan las deudas es una buena decisión. Ajena (sin despreciar esta) de la que nos puedan brindaar gratuitamente los bancos a los que les debemos.
Uno de los motivos por los que nunca, desde el primer momento, se quiso hablar ante la Pandemia de un Estado similar a una Guerra Mundial, son precisamente los componentes legales que eso conlleva dentro.
Ha pasado en muchos casos más de un año de impago, y no hay salida a la crisis en quien ha sufrido desde ERTEs a literalmente cierre de sus pequeños negocios o una bajada muy importante en sus actividades de facturación. Y las ayudas del Estado solo pueden ser pequeñas e insuficientes para algunos sectores, pues el montante total resulta casi insoportable, excepto si nos pusiéramos a pensar en una congelación en el tiempo de todo el funcionamiento económico en cuanto a pagos y similares. ¿Pero qué institución puede soportar eso?
Las moratorias que se crearon por el Gobierno en el inicio de la pandemia, han supuesto un alivio para casi 400.000 personas que en conjunto debían más de 20.000 millones. Las que impulsó la Banca beneficiaron a 1,15 millones de deudores que debían casi 35.000 millones entre hipotecas y créditos personales. Como vemos, las cantidades son tremendas y complicadas de volver a asumir de nuevo, cuando los tiempos de demora se están acabando y la pandemia remite muy lentamente.
Las cifras de desahucios, muy bajas en el año 2020, se van a multiplicar por tres o por cuatro, creando alarma social inevitable. Y es que como vengo alarmando de forma inevitable, la enfermedad terrible pues durará una década, será económica mezclada con una pandemia que no parecemos capaces de doblegar del todo. No hay que ser alarmistas, simplemente hay que saber en qué punto estamos y tomar decisiones de futuro, entre las que debemos comprender que endeudarse ahora (mas) es un riesgo muy alto.