2.6.21

Las 8 preguntas del negocio de mi amiga. Su hundimiento

Vengo de asistir a la inauguración de una nueva empresa (diciembre de 2016), montada en este caso por una amiga. Un pequeño negocio tras varios años trabajando en esto mismo, pero para otras personas, por cuenta ajena. Ahora se ha independizado, ha creado su propio puesto de trabajo. Ha creado otro puesto de trabajo más para una colaboradora suya en la misma empresa de servicios. Conoce bien el sector desde el punto de vista de la producción y el trabajo.

¿Qué se ha preguntado mi amiga antes de abrir mañana su negocio?

 ¿Qué sé hacer, qué quiero hacer?

 ¿Cómo lo voy hacer, con quien puedo y debo contar?

 ¿Hasta dónde quiero llegar con mi nuevo negocio?

 ¿Quién me puede ayudar a emprender mi negocio?

 ¿Sé vender lo que voy a realizar, sé tratar bien a los clientes?

 ¿Necesito contratar a alguna persona que me ayude, que colabore conmigo?

 ¿Quién me puede enseñar a realizar unas estrategias de acceso a los mercados?

 ¿Tengo asesores a los que acudir para llevar la parte legal, contable y fiscal?

Le he recomendado paciencia y templanza en los primeros meses. Los triunfos tardan siempre en llegar, pero nunca hay que desanimarse, hasta que sean otros los que te obliguen a desanimarte. 

Aprende, aprende de todo. Pregunta y apunta. Sonríe y trabaja mucho. E intenta tener un poco de suerte extra, que nunca viene mal.

Nota.: Esta entrada la publiqué a finales del año 2016 y la he recuperado ahora en la primavera de 2021. ¿Y cómo funcionó o acabó aquello? Mal. No siempre es sencillo crear una empresa de servicios.

El trabajo en los primeros meses fue suficiente, animado, no excesivo, interesante y productivo. Las personas que conocían a las dos personas usaban sus servicios y casi con ellas ya se cubrían gastos.

Decidieron crecer un poco, invertir en nuevos métodos (no quiero decir la actividad, para convertir la idea en más general) e intentar acceder a más clientes. Aquello fue el primer error pues estas decisiones se hicieron prematuramente y antes de asentar la propia empresa.

Sus clientes habituales se habían acostumbrado a un trato muy directo y personal, y la llegada de nuevos clientes les suponía tener que esperar, no tener citas cuando ellos pretendían. Llegaba pues el momento de asentar una base de clientes diferente. Cuidado con esto, pues es peligroso.

Mantener a los nuevos clientes suponía analizar los precios, ver qué cobraba la competencia, adaptarse a la realidad cercana. Y algunos servicios tuvieron que bajar de precio. A su vez las nuevas inversiones suponían un pequeño gasto añadido.

Más clientes, en algunos días, muchos más clientes, y eso parecía positivo. Pero no lo era. Todo tiene un tamaño. Más clientes no suponían más beneficio, pues la facturación había subido en menor proporción de los gastos variables y fijos.

Más clientes supone más horas de trabajo o la necesidad de contratar a más personas. Decidieron lo primero que es lo más sencillo, bajo la promesa de esperar un tiempo. No parece mala decisión.

Pero la presión y el estrés hay que saberlo (y poderlo) soportar. La familia de mi amiga se resentía pues había días de no ver a su pareja. Algo no funcionaba bien, algo no funcionaba como al principio.

Ya casi no existía la base de clientes del principio, había muchos más en número pero no en calidad de clientes (los clientes también pueden ser de mierda o de gran calidad) se amplió el horario para poder atender con algo más de tiempo a cada cliente, y se olvidaron de que también debe existir vida fuera de la empresa.

A su vez estos cambios y para motivar a la persona que trabajaba por cuenta ajena, supusieron la entrada de esta como socia con menos del 50% y la entrada de una pequeña cantidad de nuevo capital. Insuficiente pues la empresa se había montado con muy poco.

En el año 2019 la presión era alta entre la familia de mi amiga y ella misma, y entra las dos socias. Y todo explotó. Mi amiga malvendió su parte y se salió de la empresa. Hoy en 2021, con la crisis de la pandemia, la empresa está cerrada desde principios de 2020, toda la inversión se perdió y no se obtuvieron ningún beneficio excepto los sueldos de los años trabajados. 

¿El error?: Pues principalmente afrontar una ampliación de la base de clientes en un mal momento y sin analizar la competencia, sus precios, hacia dónde llevarían los cambios en tu poropia base de servicios, y perder la calidad inicial.

Megaciudades en el mundo. No siempre son las peores opciones

En España aproximadamente un 77% de la población viven en las ciudades, algo superior a Francia donde viven un 76% en urbes, pero superior a Grecia o Portugal donde viven el 59%, mientras que en Reino Unido viven el 90%. Cuatro ejemplos aleatorios. En Europa no existen la megaciudades que tantos problemas llegan a crear, de calidad y de convivencia, sobre todo en Asia.

Estas cifras comparadas con las de África con una media del 39% de habitantes viviendo en ciudades pero con países como Etiopía con el 16%, Uganda un 13% o Kenya un 21% contrastan brutalmente con realidades totalmente diferentes en Europa o América del Norte.

De los 1.250 millones de ciudadanos indios, sólo un 29% vive en ciudades. De los 1.350 millones de chinos un 42% viven en urbes y un 58% en zonas rurales. Pero lo curioso para analizar el problema de la población urbana es que (cuatro de las) cinco ciudades más grandes del mundo están en esta misma zona y donde la población urbana no es muy mayoritaria.

La ciudad de Cantón en China con unos 42 millones (hay varias formas de medir este dato). Tokio en Japón con unos 37 millones de habitantes. Shanghái en China con unos 30 millones, Yakarta en Indonesia con unos 30 millones de ciudadanos y Delhi en India con unos 25 millones, ocupan esas cinco posiciones de las primeras áreas metropolitanas pues en realidad no son simples ciudades, sino ciudades que se han ido uniendo a otras ciudades cercanas, dada su extensión.

Unos barrios de Nueva Delhi no muy alejados del centro. Imagen de Google

¿Alguien es capaz de imaginar los problemas que puede generar una ciudad de más de 30.000.000 de habitantes, sabiendo los que genera una ciudad de 700.000 vecinos? 

Las 100 primeras ciudades (áreas metropolitanas) del mundo tienen la que menos un total de 4 millones de ciudadanos. En esa misma lista, la ciudad que ocupa el número 200 tiene 2,5 millones de vecinos. La número 300 tienen casi 1,8 millones de personas. La número 400 se mueve sobre los 1,3 millones de habitantes. Incluso existen más de 500 ciudades en el mundo con más de un millón de personas.

¿Y se vive peor o mejor en una ciudad o en una pequeña localidad rural? Pues sin duda los expertos dicen que en la ciudad…, se vive mejor. 

Es verdad que podemos tener más problemas de vista, de oídos, de contaminación, de alergias o depresiones. No tanto por vivir en ciudades como por trabajar o vivir en una condiciones no saludables. 

Otra cosa es hablar de megaciudades, donde las diferencias sociales entre zonas es tremenda. Allí la miseria pasa totalmente desapercibida y los seres humanos se convierten en muchos casos en simples supervivientes.

Pero el nivel medio de esperanza de vida en las ciudades es superior al de las pequeñas zonas rurales. Los niveles de acceso a multitud de servicios de todo tipo son tremendamente superiores y eso es calidad de vida. 

No todas las ciudades son iguales, pero incluso las peores siguen siendo mejores que sus zonas rurales cercanas. Incluso habría que añadir que en una ciudad o megaciudad es posible resolver problemas con más facilidad que en una zona rural, aunque esto nos cueste entenderlo. Hablamos siempre de media y en general, no de países en concreto.

Nuestras propias “cuevas vivie” son de más calidad en las ciudades que en las zonas rurales. Hablamos en igualdad comparativa entre las mismas zonas, de medias entre comparativas de todo el mundo.