14.3.21

Entretener a la sociedad con ocio es mucho menos peligroso que con Cultura


Desde hace muchos siglos se sabe que a la sociedad hay que tenerla entretenida, ocupada. El ocio se puede convertir en un enemigo del poder. El desempleo entendido como ocio más que como drama personal se convierte en enemigo del poder en cuanto se abusa de él y se deja desamparada a la sociedad de ocupaciones que le entretengan. 

La sociedad se pone a pensar, pasa a quejarse, y termina por revelarse.

¿Suena a duro, incluso a asqueroso? Pues es sociología básica. Como lo es también que a la sociedad para dominarla hay que darle libertad. El truco del poder está en saber elegir qué tipo de libertad y en qué tamaño se debe entregar para que esa sociedad no moleste, no joda. Incluso hay que darles libertad no controlada, no tasada ni frenada. Y en eso todavía hay que medir mejor qué tipo de libertad se les permite. ¿Suena a manipulación? Pues sí, claro, efectivamente, es que es manipulación.

Lo curioso es que en este camino de selección del tipo de entretenimiento y ocio que regalamos a la sociedad para que esté calmada y entretenida, no incluimos ni a la Cultura ni al Arte. 

Y eso es porque tener entretenida a la sociedad con la Cultura es peligroso para el poder. Y es tan peligroso que ya se ha logrado que la sociedad no lo entienda, cree que la Cultura no sirve para reclamar más libertad, para intentar ser más felices, para rebelarse contra el Poder si este es demagogo, peligroso, tocanarices. Saber manipular es todo un Arte.

13.3.21

El poder de las grandes marcas y el poder de los consumidores

Los consumidores tenemos el poder de la decisión sobre nuestro dinero y consumo, y por ello de la rentabilidad de las empresas. No es necesario ponernos todos de acuerdo en algo; a la hora de consumir con dejar de hacerlo un 10% hundimos la rentabilidad de una empresa. Esto hay que analizarlo en la doble vertiente: como consumidores y como gerentes de marca o de empresa, para evitar conflictos de imagen.

El caso de CocaCola con los despidos en España en el año 2014 fue un intento fallido de presionar a la marca con una crítica a lo que cuesta millones de mantener: la marca de la empresa, el nombre del producto. 

Pero las ventas no bajaron lo suficiente y el intento de presión aunque hizo su efecto a la hora de pactar las bajan incentivadas con unas indemnizaciones mucho más altas, no logró frenar el cierre de cuatro fábricas. 

Dos conclusiones claras.

Mantener una marca cuesta mucho y es fundamental para el éxito de un producto o una empresa. 

Los consumidores tenemos el poder pero no lo ejercemos. La empresa también tiene poder y ella si que sabe emplearlo.