22.2.21

¿Sirven los test de antígenos para conocer a los contagiadores del COVID?


Es curioso que César de la Fuente Núñez (catedrático de Bioingeniería, Ingeniería Química y Biomolecular, Microbiología y Psiquiatría de la Universidad de Pensilvania) publique un artículo en El País sobre los test de antígenos que choca claramente con todo lo que dicen infinidad de profesionales médicos en España. Para el doctor César de la Fuente los test de antígenos —admitiendo que no son tan precisos que los PCR— son una herramienta insustituible para dominar la pandemia y lo explica con todo lujo de detalles. Y como él hay muchos investigadores que opinan lo mismo ¿Quién está equivocado? ¿Y si lo que dice es una tontería porqué la publica en un artículo importante el diario El País?

No es un tema menor, supone el núcleo de una nueva línea de trabajo para evitar o dominar los contagios. 

Lograr saber quien está en condiciones de contagiarnos (que es algo distinto a saber quien tiene la enfermedad) y que esa persona por propia responsabilidad se someta a un confinamiento riguroso pero personal.

La política actual que se ha seguido en muchos países es la del "Padre o Madre protectora" que nos tiene que indicar qué está prohibido y qué permitido. —¡Caca, nene! Pero en otros países y sociedades se ha optado por medidas de clara contundencia tecnológica, social y de responsabilidad individual. Las multas NO SIRVEN DE NADA pues muchas de ellas si son altas se recurrirán y si terminan en un juzgado sucederá lo que se intuye.

Para los previsibles 300.000 millones de euros que hemos perdido en actividad económica durante el año 2020 en un país como España, destinar 300 millones a dotarnos de un procedimiento contundente para la responsabilidad no parece descabellado. 

Y no haberlo hecho con la premisa de que no sirve para nada, en alguna localidad pequeña, para saber qué nos dicen realmente los test masivos de antígenos y hacia dónde nos pueden llevar, parece una equivocación clara.

Lo que propone César de la Fuente Núñez es hacernos cada uno en casa un test de antígenos dos veces a la semana, para saber si somos contagiadores o no, con un procedimiento sencillo y fácil, que nos tendría que obligar a tomar medidas de responsabilidad. ¿Por qué tampoco hemos sido capaces de poner en funcionamiento real algo tan simple como la App RadarCovid?

¿Por qué se incendian las calles de España por violencia juvenil?


Es fundamental saber los motivos reales de las violencias callejeras en las principales ciudades de España de esta semana pasada, para poder encontrar una solución válida, si es que se desea resolver el problema, y no convivir con él para resolver otros problemas diferentes. Sin diagnóstico que nos diga los motivos que llevan a una parte de la sociedad hacia este tipo de comportamientos tan violentos no es posible el tratamiento para resolver, evitar, minimizar. 

Aunque también es posible que como en cualquier olla a presión, se entienda que la sociedad, las calles de las grandes ciudades necesiten de vez en cuando que suelten el aire a presión, para así tranquilizarse la sociedad cabreada (y no solo la joven sino toda) y volver por reflujo a su posición inicial. 

Lo cierto es que periódicamente, en ciclos que se pueden estudiar perfectamente, surgen brotes de violencia callejera en todas las sociedades, y lo de menos es el motivo que (parece que) las inicia, sino el fondo que se alimenta por debajo.

Esta vez en España no es una mayor o menos dependencia de un rapero que insulta, o de una falta de democracia en España o de un control excesivo contra la libertad de opinión. Simplemente es que España y su sociedad ha llegado por diversos motivos a un punto de presión excesivamente alta. Sobre todo por incapacidad para resolver problemas, incluso para entenderlos por parte de los que gobiernan y sin duda para empatizar con ellos. 

Que la juventud no perciba futuro claro a su vida de emancipación es un drama. Y los incendios de las calles —en la España del desempleo juvenil y la pandemia— son el claro síntoma de que algo importante debe cambiar y con urgencia. 

Se percibe una violencia que crece en cantidad pero también y eso es lo peor en intensidad y destrozo. La violencia ha dado el paso de organizarse más y eso debe preocuparnos, pues a su vez obliga a la propia policía a tener que ser más contundente. 

O asumimos que el momento es de excesiva presión social y empezamos a saber comunicar soluciones, o la presión sin duda bajará en pocos días, pero lo hará en falso. Y eso también lo sabemos los que analizamos los comportamientos sociales. 

Aunque hay que advertir también que un grado de violencia no excesiva sirve para fortalecer al propio sistema y su particular modo patriarcal de gobernarnos.