16.1.21

Pues que me apetece volver a fumar. ¿Qué hago?


Yo hace ya igual 15 años que no me fumo nada, que podría parecer todo un éxito, pero no, es simplemente una decisión tonta. 

Yo nunca he sido fumador, pero he fumado algunos cigarrillos y puros y sobre todo tabaco de pipa muy de vez en cuando, como quien se toma un whisky por caer en el pecado. Bueno, no tanto, que con el whisky de variada procedencia la amistad es mucho más sincera que con el tabaco. 

Pues eso, que no fumo desde hace mucho y me apetece dar unas chupadas a una pipa. No está el corazón ni la edad para muchas tonterías, sin exagerar tampoco que sigo siendo un tipo con suerte, pero… ¿y si me fumo una pipa y otra y otra pues las primeras nunca gustan y tienes que estar al menos un par de semanas hasta que la lengua deje de estar quemada, y entonces me gusta? 

Yo con 50 años me controlaba bien y si decía que no fumaba, punto y pelota. ¿Pero con 65 años será igual? ¿No caeré en la trampa de que para lo que me queda en el convento…? 

Y luego está lo más grave. ¿Cómo convezco a la familia de que quiero fumar en pipa como un hombre cualquiera? ¿Me seguirán hablando y ya seré todavía más un apestado y con razón? ¡¡Joder, qué dilema!!

Unas de las cosas más bellas del mundo…


A veces un frase simple te alegra el instante, te logra cambiar el cejo o incluso el entrecejo. Esta de arriba (o de abajo) es una de ellas…, estoy bobo, ya lo sé.

"Unas de las cosas más bellas del mundo es encontrar con quien poder hablar de todas las cosas raras que se te ocurran, sin sentirte por ello incómodo".

No sé de quien es la frase, circula mucho por internet de donde la he pillado. Tendrá su autor o autora real pero lo desconozco. 

Me parece una frase para locos como yo, que a veces nos cuesta encontrar a gente cercana con quien compartir las mierdas mentales. 

Todos necesitamos hablar, escuchar, aprender y el otro día leía que en la última década hemos perdido la capacidad que antes teníamos de ponernos a hablar con un extraño. 

Los miedos atacan, y yo recuerdo que antes en mis viajes en tren o si me tocaba esperar en una situación, era muy posible hablar de todo y de nada con quien tenías al lado. Eso ya se acabó.