19.12.20

La Cultura debe ser una compañía en los Medios de Comunicación


Los medios de comunicación son ya muchos y de muchas formas y figuras. Los medios tradicionales en papel se están transformando y si a eso sumamos que la Cultura necesita mecenas y apoyos, ser republicada en diversos formatos, una comunión lógica sería que se empezara a mezclar mucho más la acción informativa con la formativa, las noticias con el ocio y la cultura.

Ayer a través de un medio de comunicación de papel pero ya digital me recomendaban y daban camino de entrada a un vídeo de más de una hora titulado: "Beethoven 250. Un Concierto biográfico" que durante 80 minutos además de presentarte piezas muy conocidas de Beethoven te explicaban diversos aspectos de su vida y sobre todo de sus obras. Todo un ejemplo para convertir la Música Clásica en entretenida y popular, para no asustar a los que todavía no disfrutan de la Música Clásica. 

Pero también un contundente ejemplo de que hay mucho por hacer si miramos el número de personas que han visto este vídeo y lo comparamos con los que ven vídeos sin ningún valor. 

Este vídeo es el ejemplo de que cualquier obra de teatro, de música o de Cultura se puede (debe) convertir en un vídeo de calidad que se debe mostrar una vez que la obra en cuestión deja de estar en cartelera. Un vídeo pagado a los autores de la obra, apoyado por Fundaciones o empresas y que sirva para multiplicar su vida cultural y de ocio durante más tiempo, para ofrecer a quien no puede llegar al directo una opción válida de observar, disfrutar aprender, contemplar. Para complementar los servicios de cualquier empresa que depende de sus clientes.

Los medios de comunicación también deben ofrecer esos espacios culturales en vídeo como algo añadido a sus servicios de información, pues no todo debe ser las noticias graves y contundentes para leer. En todos los espacios debe caber la tranquilidad, el sosiego, la Cultura y la Formación lenta y suave, la imagen, la pluralidad, lo diferente.

18.12.20

Hablaba de estas mierdas, cuando me he acordado de la muerte


Estas mierdas que os escribo son parte de un Dietario clásico, de un Diario de Viajes por la vida, que es al fin para lo que se crearon hace años los Blogs aunque ahora ya se hayan pervertido buscando no morirse por saturación de otros Dietarios más "raricos".

Un Dietario es siempre un Diario íntimo que utilizamos para vaciarnos, y que a veces en este Nuevo Mundo (no es el de Dvorak) lo repartimos gratis para que lo lean gentes de todo tipo de color y estatura, sexo, pensamiento y ánimo. Es un ejercicio arriesgado y tonto, pero hoy el mundo está lleno de tontos como yo. No hay problema por eso.

Los que gritamos en silencio nos conformamos con que nos vean gritar, ni tan siquiera queremos que nos escuchan, eso ya debe ser la hostia, no, nos conformamos con gritar fuerte y creernos que alguien nos mira levemente. No está mal el sueldo, pues así alimentamos otra vez las gargantas que se vacían.

Siempre hay mierdas por las que gritar. Y siempre hay silencios cómplices por los que callar. Y en esa pelea estamos todos. Entre el grito que no sirve para nada, y el silencio que todavía sirve para menos. 

Yo nací en los años del hambre. O mejor dicho en los de la post hambre que eran esos años en los que solo los pobres teníamos hambre. Poco a poco los ricos siempre se salvan de todo lo malo antes que los pobres. Cosas de Dios, creo que son. 

Pues eso, que nací en los años 50 y aquí estoy viendo la pandemia desde la ventana mientras me he sujetado con unas cadenas a mi mesa de ordenador para que mis hijos no se me lleven a una Residencia, que allí se nos mueren los pensionistas para equilibrar gastos. Por fin han encontrado la forma de bajar el gasto en pensiones. Y no ha sido privatizando nada, pues la muerte siempre es pública y silenciosa. Excepto para quien se muere, que es privada y llena de ruidos interiores.