30.11.20

Las lucecitas de Navidad nos van a costar caras, en más contagios y menos libertades


Entre las muchas tonterías que uno ha leído hoy sobre los contagios del COVID está la de "Sanidad pidiendo responsabilidad tras las aglomeraciones de este fin de semana paseando por las calles comerciales llenas de luces de las grandes ciudades de España, montadas para la Navidad"

¿De verdad estamos bien de los sesos o no sabemos dónde estamos o ni a quien hay que ordenar para que sepa mandar sin riesgo?

Si ponemos miles o millones de lucecitas para alumbrar unas calles comerciales… ¿No lo hacemos para que vayan a visitarlas, para que los ciudadanos vayan a comprar? ¿Cómo podemos responsabilidad a las personas si antes les incitamos con millones de lucecitas a que vayan a ver la iluminación?

Es cierto, totalmente cierto, que nos está costando mucho doblegar el número de contagios, sobre todo por la falta de responsabilidad de todos nosotros. Y estos encendidos navideños en nada ayudan. Igual lo lógico hubiera sido suspender como en Italia la Navidad y sin duda suprimir fiestas de lucecitas. Pero no somos capaces de entender el sentido común.

Sobre todo porque si no somos capaces entre todos de bajar el número de contagios de forma brutal, tendremos nuevas restricciones, más duraderas, que ya han afectado brutalmente tanto a las libertades como a las economías. 

El COVID nos va a vencer no por los pulmones, sino por la cabeza

Con el COVID19 entre nosotros, llevamos desde marzo casi escondidos en casa, cuidándonos de un bicho que aún no sabemos como llegó y mucho menos cuando se irá ni con qué medicaciones lo vamos a poder vencer. Se han puesto medidas desde todos los organismos, con el fin de aplanar la curva que más parece un juego de geometría que una enfermedad mortal. 

Medidas de distancia social, de cerrar bares y restaurantes, de quedarse en casa. Ya sabemos lo que esto ha supesto. Pero me paro a pensar si para la salud mental esto no será muy mal entre personas que ya tenían pequeños problemas que les costaba mucho aceptar. 

Sabemos que hay excepciones a la movilidad, esa movilidad que nos deja sin ver a familia o amigos. Y… ¿donde estaría el problema si me voy a mi casa del pueblo, sola a descansar del ambiente de la ciudad, un par de días para cambiar de aires y ver todo un poquito mejor? 

Queda poco, nos dicen. Tantas veces nos lo dicen, que… Pero no es lo importante lo que queda, sino lo que ya hemos vivido y aguantado. Por salud mental… ¿quienes tenemos ansiedad, depresión, estrés… no deberíamos tomar el aire y sentir una libertad ahora suprimida?

Laura Puente Ajovín