30.11.20

El COVID nos va a vencer no por los pulmones, sino por la cabeza

Con el COVID19 entre nosotros, llevamos desde marzo casi escondidos en casa, cuidándonos de un bicho que aún no sabemos como llegó y mucho menos cuando se irá ni con qué medicaciones lo vamos a poder vencer. Se han puesto medidas desde todos los organismos, con el fin de aplanar la curva que más parece un juego de geometría que una enfermedad mortal. 

Medidas de distancia social, de cerrar bares y restaurantes, de quedarse en casa. Ya sabemos lo que esto ha supesto. Pero me paro a pensar si para la salud mental esto no será muy mal entre personas que ya tenían pequeños problemas que les costaba mucho aceptar. 

Sabemos que hay excepciones a la movilidad, esa movilidad que nos deja sin ver a familia o amigos. Y… ¿donde estaría el problema si me voy a mi casa del pueblo, sola a descansar del ambiente de la ciudad, un par de días para cambiar de aires y ver todo un poquito mejor? 

Queda poco, nos dicen. Tantas veces nos lo dicen, que… Pero no es lo importante lo que queda, sino lo que ya hemos vivido y aguantado. Por salud mental… ¿quienes tenemos ansiedad, depresión, estrés… no deberíamos tomar el aire y sentir una libertad ahora suprimida?

Laura Puente Ajovín

29.11.20

Seguimos sin poder ir por Aragón. Está prohibido. ¿Hasta cuándo?


Llevamos en Zaragoza casi mes y medio de confinamiento perimetral, sin poder salir de la ciudad y en silencio. Parecería irreal si nos lo hubieran contado hace solo un año, pero lo estamos admitiendo con normalidad, aunque esto suponga una decisión que afecta y mucho a más de la mitad de aragoneses. ¿Era necesario? Pues posiblemente si, o casi podemos asegurar que sin duda SI, tal vez incluso por culpa de todos nosotros que no hemos sido capaces de evitar con una autodefensa mejor, una Ola de Contagios que ha sido desmedida.

Pero el dolor de esta medida unida a la de todas las anteriores y las que la acompañan en cuanto a horarios del confinamiento dentro de la ciudad, nos lleva a muchas reflexiones que todavía no es el momento de hacerse. La debilidad de la sociedad está contundentemente clara. Y no quiero añadir nada más.

Lo cierto es que muchas personas no han podido ir a sus pueblos de origen donde mantienen sus viviendas excepto con trampas, no ha ido a visitar a sus familiares excepto con trampas, no han realizado viajes de ocio que a veces calman las ansiedades excepto con trampas. Y son múltiples las actividades económicas que se han visto muy perjudicadas. ¿Es posible pensar en el turismo de nieve en Aragón si a principios de diciembre todavía no se puede ir desde Zaragoza (el 55% de aragoneses) ni a la provincia de Huesca ni a la de Teruel?

Yo no esquío ni tengo segunda vivienda, aunque sí tengo familiares en varias localidades aragonesas. Y no, no sé otra fórmula (con muchos reparos) para doblegar la curva de contagios. Pero tan importante es bajar de contagios como saber gestionar a la sociedad y eso no sé si se está haciendo bien. Sé que incluso lo que parece que sale gratis, no es gratis. Nunca. Tampoco las decisiones que se toman con todos los miedos del mundo pero sin reparar en si son las más idóneas cada día. 

No es nada fácil gestionar estos tiempos, para nadie. Tampoco para los que dependen de un trabajo que ahora no tienen. Los ERTEs sonaban bien, pero se han ido convirtiendo en una trampa. Sí, en una trampa en la que han caído uno mientras que otros ni se están enterando de la pandemia. ¿Es lógica esta desigualdad y que llevemos tantos meses sin lograrla reparar? No, yo no tengo que tomar decisiones, si acaso señalar peligros, problemas o dudas. Pero sí sé que hay otro tipo de decisiones. A veces, muchas, no todo es blanco y negro.