2.5.20

Residencias de Mayores ¿seguimos creyendo en ellas?

Con una encuesta realizada en Cataluña a casi 15.000 personas por el Centre d'Estudis d'Opinió (CEO) de la Generalitat podemos ver con números lo que ya intuíamos. Hemos perdido casi en su totalidad la confianza en las Residencias de Ancianos. Según esta encuesta con un número más que suficiente de datos analizado la confianza se mueve entre el 3,71 (sobre 10) de las Residencias de tu entorno y el 3,44 del total de Residencias para Personas Mayores.

Está claro que el problema a resolver es de los propios propietarios de este servicio que durante muchos años ha sido un gran negocio, y de las instituciones públicas que han soltado dinero concertado para evitar resolver un problema social. Los abuelos, las personas mayores, siempre molestamos. Lo curioso es que los segmentos que molestan son muchos pero de los que nos queremos olvidar es primero de las personas mayores que son las que hemos construido todo lo que tenemos.

En esa misma encuesta la valoración a los Hospitales es de 7,2 lo que indica que no es respuesta ante miedos, sino ante lo que se ha percibido como riesgo real. Las Residencias de ancianos han sido una mezcla de fraude y de incapacidad. 

¿Para qué sirven algunos servicios que se ofrecían, mientras los básicos como el número y calidad de los gestores y trabajadores se intentaban tangar?

Ha fallado el modelo y lo sabemos todos. No siempre tenemos claro el nuevo modelo, si macro o micro, si intermedio, y menos sin diseñar las Residencias de ancianos como servicios Hospitalarios de baja gama o como Hoteles dedicados a los Mayores. El concepto va acompañado del tipo de servicios y es importante saber diferenciar.

30.4.20

¿Qué futuro nos espera? ¿Sabremos construirlo?

Con la pandemia llevándose a 230.000 (declarados) habitantes de este planeta en dos meses, nos hemos visto débiles ante una realidad natural y no esperada pero también ante una realidad provocada por nosotros mismos, aunque no la aceptemos. Pero esta crisis no es la única posible que nos podría llevar a la desaparición como especie o a una crisis repetida o de un tamaño mucho mayor.

Esta vez ha sido un virus, uno de los miles que circulan entre la naturaleza pero este con un poder de contagio brutal. Pero cada uno de ellos puede actuar de una forma totalmente diferente. Este ha afectado a los más mayores colapsando el sistema respiratorio en algunos casos donde el propio ser humano se intenta defender de forma brutal y por ello se complica la solución.

Pero tenemos sobre la realidad un número de armas atómicas almacenadas que podrían destrozar el Planeta. ¿Para qué, por quién? Pero estamos amenazados ante un cambio climático con una posible subida de la altura de los mares. Esto llevaría la pérdida de hábitat o de tipos de animales y plantas y el desplazamiento hacia otras zonas de muchos de ellos.

Pero todos los ejércitos tienen cuarteles para la guerra bacteriológica o química. España la tenía ya en 1975. Un arma mundial que nadie controla excepto con tratados en papel que no obligan a cerrar los estudios sobre este tipo de armas.

¿Alguien se imagina un arma que bloqueara germinar los cereales, las hortalizas? ¿Alguien ha pensado que hay mentes enfermas capaces de estudiar virus capaces de provocar, de lograr que se reste la fertilidad entre animales, sean domésticos, salvajes o personas? Esto ya existe para los animales.

¿Y sería posible bloquear las redes de datos de todo el mundo? Incluidas como es lógico los sistemas internos de máquinas, sean en hospitales o en aviones, en tanques o en ordenadores personales.

¿Y si cambia la composición química de la atmósfera por la acción de no sabemos quién o qué? pero el factor de violencia puede multiplicarse con un terrorismo descontrolado incluso alimentado desde ideas religiosas nuevas que pudieran provocar catástrofes.

Lo curioso es que en el año 1973 ya se analizaban estos asuntos desde obras como “El shock del Futuro” que no era una novela sino de nuestra capacidad para provocar futuros más o menos en positivo o en negativo. ¿Y seguimos siendo tan tontos como para no evitar todas estas posibilidades de problemas? ¿Cuántos pobres es capaz de asumir la sociedad sin explotar? ¿Cuántos desempleados? ¿De dónde se saca el dinero para prestaciones si no es de la imprenta?