17.12.19

Las personas mayores y su dignidad personal. La soledad

No todas las personas mayores tenemos la misma libertad ni la misma dignidad social y personal, ni los mismos sistemas de defensa de nuestra calidad de vida, de nuestro bienestar, de nuestro futuro, sea este pequeño o grandes. Hay personas mayores, ancianos y ancianas, que incluso con hogar propio no pueden salir de su casa, no pueden vivir con la dignidad más básica por diversos motivos.

Una de las realidades más fácil de encontrar es la de viviendas que no tienen los requerimientos suficientes para personas de mucha edad. Pisos que eran correctos para personas totalmente válidas, hoy no lo son para personas de movilidad algo reducida. La falta de ascensores es el ejemplo más sencillo. Esto puede suponer no poder ir ni al médico de familia, sin ayuda externa de personas jóvenes.

Otro problema grave es el de los alquileres de viviendas que se han convertido en una ratonera imposible de soportar con pensiones muy bajas o asistenciales. Los cambios de las Leyes no conocen ni edades ni realidades económicas.

Se calcula que más de 20% de las personas mayores de 65 años tienen problemas graves de habitabilidad diversa en las viviendas en las que habitan. Un número excesivo, pero que posiblemente supere el 25% dada la dificultad de poder acceder a todas las personas con problemas.

Los hijos si existen ya no ayudan como antes por diversos problemas, desde el puramente económico al de la movilidad laboral o el lógico de que hoy es necesario trabajar mucho y todos, para poder pagar las hipotecas y tener libertad personal y ya no hay hijos (sobre todo hijas) que se puedan ocupar de sus padres.

La solidaridad familiar en el mundo occidental no es hoy en el siglo XXI similar al del siglo XX. Y admitir esto es empezar a querer encontrar soluciones. Ejemplos de hijos que NO quieren ayudar a que la comunidad ponga ascensores para sus ascendientes es a veces mucho más que doloroso para los que conocemos estos casos en las negociaciones.

La soledad no deseada es precisamente uno de los problemas mayores y que no es nada sencillo resolver, excepto poner parches que no sirven del todo. Hay muchas maneras de soledad y muchas necesidades que resolver cuando hay soledad. ¿Quien controla o administra la medicación? ¿Quien resuelve el atasco de una fregadera? ¿A quien le cuentas que hoy te duele el costado?

El otro problema suelen ser viviendas sin condiciones de seguridad, de calefacción, de sistema telefónico que sirviera para poner botones de seguridad, de duchas y aseos en el interior de la vivienda, hacinamiento por diversas causas, cocinas sin seguridad mínima, etc.

Hay muchas personas muy mayores que además no quieren recibir ayudas de ningún sistema asistencial pues creen que es perder parte de su libertad. Hay ciudades donde existen sistemas de reparto de comida a domicilio pero hay que solicitarlo. Hay personas que no salen nunca de casa, incluso las hay que no quieren ni recibir visitas ni abrir la puerta a personas que puedan acudir a simplemente interesarse por sus procesos vitales.

Las pensiones bajas es otro problema que se agrava con el tiempo. El IPC no es el mismo para las personas mayores que para el resto. Muchas de estas personas viven en barrios céntricos donde las tiendas tradicionales han cerrado a cambio de otras con precios mucho más caros. Los arreglos de las viviendas que en edades jóvenes los realiza uno mismo o un amigo, a estas edades hay que subcontratarlas. Desde cambiar una bombilla a arreglar un enchufe o incluso resintonizar la televisión. Por eso la soledad en Personas Mayores tiene muchas aristas que hay que revisar.

¿Sirven los sistema Privados de Pensiones? Veamos qué ha sucedido en Chile

Nos quejamos del sistema de pensiones de España, y nos debe entrar la risa floja cuando no el cabreo más monumental por lo que de mentira representa ese miedo y esos temores manipuladores de algunos listillos que sabe muy bien lo que hay que hacer con los dineros de “los otros”.

El ejemplo de lo que está sucediendo en Chile y nos sirve de maravilla para entender de qué manera nos pueden engañar y encima dejarnos contentos durante un tiempo. Si hay dudas, mirar Pensiones de Chile o preguntar a chilenos.

En Chile con Pinochet quisieron y lograron copiar con fallos el sistema americano de pensiones, los Fondos de Pensiones Privados que desde 1981 los políticos y economistas venidos desde los EEUU aunque fueran chilenos impusieron como una maravillosa forma de garantizar las pensiones.

Los trabajadores se fiaron de los listos neoliberales y cayeron en la trampa, muy agradecidos además. Con un ahorro obligado que partía de un 10% de sus sueldos, los trabajadores chilenos entregaban a los Fondos Privados de Pensiones sus ahorros o parte de sus ingresos, para luego cuando se jubilaran poder cobrar un sueldo que se garantizaba teóricamente al menos en un 80% del sueldo que se cobraba al dejar de trabajar.

Pero además aquellos dineros, ahorro entregados a los Fondos Privados de Pensiones empezaron a subir de forma espectacular, con rentabilidades superiores al 10% anual. Tu propio dinero te estaba entregando una rentabilidad fabulosa, aunque es verdad que eran números que se añadían a tu cuenta, pero que nunca se recibían pues había que esperar al momento de la jubilación. 

Es decir, como era dinero que no había que repartir todavía, podían ser dineros virtuales que subían como la espuma para lograr más ingresos, más ahorros al lamín (engaño) de que iban a dar más beneficios todavía.

Pero en realidad era una forma de que las grandes empresas chilenas, americanas y españolas se hicieran con montones de capitales, que los bancos lograran ingresos y liquidez con los que comenzar inversiones de tamaño brutal sin coste real. 

El propio Gobierno de Chile lograba poner en circulación Deuda Pública que compraban estos Fondos de Pensiones con las ayudas de los grandes Bancos (alguno español) con el dinero de todos los chilenos. 

Estos Fondos de Pensiones financiaban todo el sistema de empresas de todo tipo en manos de multinacionales o no, a precios irrisorios. 

¿Y la rentabilidad? 

Miles de millones se prestaban entre unos y otros, logrando rentabilidades fabulosas, pero que en realidad eran números sobre papel. Los únicos que aportaban billetes de verdad eran los trabajadores con parte de su sueldo y sus ahorros buscando rentabilidad que nadie ofrecía.

Aquel sistema maravilloso se intentó copiar en diversos países, incluida la España de Aznar, pero algo vieron equivocado (jopetas) y al final vieron que era un sistema piramidal maravillosamente legal y agradecido sobre el papel. 

Lo curioso es que al final todos estos Fondos de Pensiones los tiene en propiedad diversas empresas de seguros que en su mayoría están en manos de los EEUU. Chile aporta, el Gobierno de Chile se beneficia de refilón, pero los grandes manipuladores de esos dineros son empresas ajenas a Chile. Cuidado con exportar estos sistemas a países débiles.

Si aquello hubiera sido real, hoy los jubilados nuevos cobrarían sobre los 1.500 dólares al mes, pero no llegan a los 400 dólares. Y muchos de ellos, los que no quisieron añadir sus ahorros a estos Fondos Privados no llevan a los 200 dólares al mes. ¿Y por qué? 

Pues simplemente porque vino la crisis, el sistema estaba totalmente equivocado al llevarse hacia empresas y bancos que no siempre pueden devolver lo que reciben, por la devaluaciones de las monedas, y porque todo sistema piramidal necesita mayores ingresos que salidas, y con la crisis hay menos trabajadores en activo, los sueldos son más bajos y lo que se aporta es mucho menor. Imposible de pagar con lo que se recibe.

Precarizar el mercado de trabajo supone precarizar el sistema de pensiones.
Jugar con la suma de las pensiones entregando a los bancos “nuestro” dinero además de muy peligroso es un ejercicio de laboratorio financiero que no podemos controlar en democracia. Si además es un sistema basado en dictaduras económicas, ya ni cuento.