11.12.19

Reuniones secretas no, cuando me afectan a mi

Las reuniones secretas entre políticos es un acto común lo que no quiere decir que sea ni deseable ni respetuoso con los ciudadanos. Sobre todo cuando se está negociando el futuro de España, dicho con toda la calma posible. 

De lo que salga en las conversaciones entre el PSOE y ERC en estas semanas antes de que Pedro Sánchez se someta a las votaciones pertinentes en el Congreso, se moverá la historia de España en los próximos años. Y no verlo así es de preocupación ante la falta de información.

Lo que se está negociando en esas mesas afecta a Cataluña, al País Vasco y Navarra, a Aragón y Valencia por ser territorios muy vecinos, y a toda España por contagio. Y no verlo así es simplismo y lo siento.

Como ya he dicho en decenas de veces el problema con Cataluña es político y las soluciones tienen que ser políticas. Pero creo con sinceridad que NUNCA deben ir las negociaciones ligadas a la presión de ser investido o no Presidente del Gobierno. No pueden ser sinceras, válidas, lógicas ante la historia si se hacen de forma rápida, con tiempos marcados, con presiones en los tempos y las formas.

Que sean secretas o no informadas (nos encanta jugar con el castellano, como lenguaje maravilloso) nos afecta pues indica que lo que allí se habla no siempre se puede decir. Y los españoles, los que votamos tantas veces como nos piden porque sean incapaces de hacer bien su trabajo, de niños de pecho ya tenemos poco. 

Los españoles somos capaces de entender lo que se nos dice, incluso cuando se nos miente o se nos burla información.

10.12.19

¿Y si el Rey no propusiera a Pedro Sánchez?

Vamos a pensar en una situación creo que posible y al menos curiosa. La Constitución Española en su artículo 99 apartado 1 dice:

Después de cada renovación del Congreso de los Diputados, y en los demás supuestos constitucionales en que así proceda, el Rey, previa consulta con los representantes designados por los Grupos políticos con representación parlamentaria, y a través del Presidente del Congreso, propondrá un candidato a la Presidencia del Gobierno.

Y a uno le entra la duda de si el Rey no tiene libertad en aplicación de este artículo de proponer como Presidente de Gobierno ante el Congreso de los Diputados a quien él estime conveniente, con indiferencia de si es o no Diputado, si es o no miembro de un partido político.

En realidad quien lo elige es el Congreso de los Diputados a propuesta del Rey, pero este podría presentar, proponer a quien quisiera. La presidencia del Congreso de los Diputados hace de “través” de correa de transmisión nada más. O al menos eso me parece a mi.

¿Y con qué intención? Puestos a pensar, con dos intenciones bien diferentes para elegir entre ellas. Para que los plazos de los dos meses se iniciaran y no hubiera un periodo eterno sin gobierno y sin elecciones. Y uno más curioso, para buscar un candidato que fuera apoyado por fuerzas que son incapaces de apoyar el del partido político con más Diputados, pero insuficientes para lograr esa mayoría simple de la segunda vuelta.

Algo similar ha sucedido ya en la República de Italia hace unos años. El Jefe de Estado puede intentar buscar a un candidato de consenso si no existe un candidato claro que es admitido por la mayoría y así evitar unas nuevas elecciones.

El asunto no es banal, pues aunque lo lógico sería pensar que el partido político con más posibilidades de lograr el Gobierno siempre votaría NO a ese candidato impuesto por el Rey, sabe que si cae se iría a unas nuevas elecciones donde sería fuertemente castigado (o no) por su decisión de tampoco apoyar a un candidato externo a su propio partido, o al menos externo a su propio candidato de cartel electoral.