27.6.19

Librería en Liubliana, elemento urbano de calidad y paz

El urbanismo útil se compone de muchos servicios, de la suma de muchas ayudas a la sociedad para convertir unos edificios de piedras o ladrillos, unos suelos de asfaltos ásperos en una ciudad lo más humana posible. En realidad el urbanismo simplemente trabaja por lograr ciudades más útiles, más personales, con más calidad de vida. O al menos para eso debería trabajar.

Planificar y ordenar las ciudades es urbanismo, pero no siempre se logra desde la iniciativa pública. Y aquí es donde hay que trabajar más, en apoyar buenas ideas para que la iniciativa privada ponga su gran granito de arena hasta convertir a las ciudades donde toca con su varita, en ciudades más humanas. Es decir, estoy reconociendo que la iniciativa privada puede ser muy buena o incluso muy mala. Y en ese diferenciación es donde también tiene que actuar la iniciativa pública.

Estas dos imágenes son de una librería infantil de la ciudad eslovena de Liubliana. Justo al lado de la estación baja del funicular que sube al castillo. Un local que aúna varios conceptos sencillos pero muy eficaces. Decoración, variedad de sus elementos y sobre todo amabilidad de las personas que la atienden. 

Podría ser cualquier otra ciudad del mundo, está aquí como ejemplo multicultural de lo que es un servicio privado que creado con buen gusto ayuda a que la ciudad sea más amable.

La estación del funicular es muy hermosa, y aunque está en un rincón amplio resulta muy escondido formando un túnel de una treintena de metros como poco donde la librería de la imagen ofrece un punto de color y de uso. 

Su presencia evita (en cualquier punto del Planeta) la violencia idiota contra los mobiliarios urbanos, no en Eslovenia que es un país muy seguro, sino en muchas otras ciudades donde es necesario crear este tipo de “puntos de uso” para evitar la teoría de los cristales rotos. Que existan esos locales privados resuelve problemas públicos de uso y convivencia.


España está perdiendo calidad democrática. Y lo sabemos

Uno debe tener siempre la ventaja de no estar de acuerdo con todo lo que dice o escribe Juan Carlos Monedero. Es una garantía de libertad, pues estar siempre de acuerdo con algo puede ser peligroso para los sesos. Pero lleva unos días sembrado y hoy con su artículo “¿Mierda de democracia española?” le doy la razón con toda la rabia del mundo. La tiene, pero me gustaría que no la tuviera.

Nuestro nivel de asco, de emponzoñamiento en la política, de engaños públicos, de dobles verdades y triples mentiras, cada vez nos afectan menos pues nos vamos acostumbrando. Y en ese camino, poco a poco, nos vamos distanciando de la Europa válida. 


¿Que qué es la Europa válida?

Pues la que trabaja mucho, la que cree en sí misma, la que confía en los que decide que sean sus gestores, los que concilian bien entre trabajo y familia, los que las clases sociales existen pero no son tan distintas como en España. 

Existen varias Europa y efectivamente en ella hay países como España o incluso peores. Pero mucho cuidado con estas separaciones, pues lo curioso es que algunos se van separando de los otros… incluso siendo vecinos muy cercanos. 

No todos los territorios, no todas las sociedades europeas se mueven a la vez, algunas se mueven mejor. Y se nota, incluso nada más pasar la frontera.

Os voy a poner un ejemplo de dos países vecinos, muy vecinos, que ahora van ambos por libre y donde ya se notan claramente las diferencias de todo tipo. Eslovenia y Croacia

La diferencia se nota en cosas tan simples como en el tratamiento de la agricultura, en el nivel de vida, en sus ciudades y sus calles, en sus gentes y su cultura, en su moneda. Aprendamos de los experimentos en cabeza ajena.