13.6.19

Aseguremos que la política mande sobre la economía

Asegurar que la política mande sobre la economía, es básico para evitar el fascismo.

Karl Polanyi

Es curioso que hayan logrado los manipuladores sociales hacernos creer que los políticos son imbéciles cuando no ladrones. Y que para nada nos hayamos fijado que en realidad los que dominan la política en estas últimas décadas son economistas de laboratorio que simplemente quieren dinero. Cuando hay que ayudar a los bancos con dinero de todos pues de todos es SU deuda, en realidad se nos engaña y no lo hacen los políticos sino los economistas obedientes que controlan el poder.

Ahora con las negociaciones de gobiernos en España, sean en ayuntamiento, autonomías o el estatal, estamos viendo un espectáculo bochornoso. Parece una pelea de políticos, de ideas, y es mentira. Es una clara pelea de poderes económicos. Quien gobierne aquí o allá tendrá el poder del dinero, para él o para sus amigos. No va a ganar un partido u otro, no van a perder las ideologías, lo van hacer familias concretas, poderes escondidos pero bien conocidos.

Y no hablamos solo de pagar más o menos impuestos según beneficios, hablamos sobre todo de comercio, de relaciones exteriores, de servicios privados o públicos, de ayudas a quien y para qué, de educación para labrar y sembrar el futuro, etc. Todo con y por dinero.

Así que es muy sencillo. Si tú tienes mucho dinero tienes que estar contento con estas trampas. Algo te caerá. Si tienes poco o no tienes nada o lo que es peor, crees que tienes y lo que tienes es una mierda, date por jodido. Van a jugar contigo. Tienen una herramienta maravillosa para hacerte creer que ellos son amigos tuyos. Se llama consumismo. Felicidad consumista.

12.6.19

Emmanuel Macron y el futuro de Europa en paz

Emmanuel Macron habló ayer en Ginebra, dentro de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), lo que muchos llevamos un tiempo advirtiendo sobre el futuro de Europa y de la sociedad actual.

“Si los graves desequilibrios de la globalización no se corrigen, si la actual fase del capitalismo no pone fin a sus excesos, si la responsabilidad social no vuelve a ser una prioridad, las democracias peligrarán y puede estallar una guerra. Creo que la crisis que vivimos puede conducir a la guerra y a la descomposición de las democracias. Estoy íntimamente convencido”

Puede sonar a un negativismo social de agoreros idiotas, pero estamos en la línea fina que separa el punto de no retorno. El crecimiento de fuerzas sociales violentas en la Europa muy cabreada y la nula capacidad para lograr dominar el capitalismo de laboratorio, está logrando unas desigualdades sociales que llevábamos muchas décadas sin tener.

“El liberalismo político y la economía social de mercado, que permitieron salir de la pobreza a centenares de millones de personas después de la II Guerra Mundial, sufren una crisis profunda que no se ha abordado de verdad. Con la globalización y el cambio tecnológico se ha impuesto un modelo neoliberal y un capitalismo de acumulación que ha “pervertido” el sistema anterior y el funcionamiento de nuestras sociedades.

“La responsabilidad de nuestra generación no es esperar una nueva guerra, sino mirar al mundo tal como es. Francia no reaccionó como debía a la pro­funda crisis económica, social, política y medioambiental. En cambio, los ajustes brutales hechos por algunos países del sur de Europa, donde los asala­riados encajaron retrocesos jamás conocidos en tiempos de paz, amenazan la paz de estos países.

La inacción ha acentuado los desequilibrios que fracturan nuestras democracias. Tenemos un sistema en el que el progreso macroeconómico se construye sobre los desequilibrios micro económicos y territoriales.

Las consecuencias políticas y sociales de esta evolución son muy inquietantes, porque los ciudadanos, al no sentirse partícipes del progreso, dudan sobre el sistema o lo rechazan abiertamente, echándose en brazos de ideologías radicales y de demagogias. Estamos a orillas de un tiempo de guerra, y en estas circunstancias no hay que “hacerse los sonámbulos” sino reaccionar.

Emmanuel Macron planteó “un multilateralismo reinventado” y “una nueva globalización” basados en la responsabilidad colectiva y las necesidades humanas, la inclusión y la justicia, la lucha contra el cambio climático y contra la degradación de la biodiversidad. Esos criterios los deben interiorizar los responsables políticos, las empresas, los territorios y la sociedad en su conjunto. 

Es imprescindible la concertación internacional y avanzar en toda Europa hacia un salario mínimo común para frenar la competencia desleal social que provocan los sueldos actuales, por un éxodo de la población en edad de trabajar de los países del Este, que sirven de abuso a situaciones socialmente insoportables en la actual Europa.