8.6.19

Los Gobiernos no son la única forma válida de estar en política

Creemos equivocadamente que la mejor manera, la única forma de transformar la sociedad es desde los gobiernos, y en ese empeño a veces invertimos todos nuestros músculos, nuestras ideas y proyectos políticos, nuestras fuerzas de reformas.

También es cierto que fuera del poder, de los gobiernos, además de hacer mucho frío hay muchas menos posibilidades económicas de trabajo, menos de tener información, muchas menos capacidades de intervenir en las políticas. Pero a cambio cuando se interviene gobernando se hace desde un pragmatismo que pule excesivas ideas renovadoras. No puede existir revolución real y suficiente desde posiciones de gobierno.

En estos momentos, tanto en Europa como en España o Aragón, se necesitan transformaciones muy profundas en las relaciones entre sociedades, entre clases y ciudadanos, entra las partes que configuran todo lo que entendemos como sociedad. 

Es verdad que se disimulan muy bien los defectos pues a nadie que esté en el poder le interesa que se noten, sean de la ideología que sean. Pero algunas derivadas son peligrosas y no es solo la de Cataluña, o incluso esa podría ser de las medianas.

No estoy reivindicando estar fuera de los Gobiernos como la mejor manera de transformación social, sino advirtiendo que fuera del calor de los despachos oficiales también hay posibilidades de transformación. Hay que trabajarlas de otra forma, eso sí.

¡¡Usted no sabe quién soy yo!! Humor no tan viejo

La Transición en España también trajo cambios en el trato entre personas, esa relación de amo y esclavo que se había mantenido y asumido durante décadas, en una clara lucha de clases donde los poderosos dominaban en lo más mínimo a los débiles. En los años de la Dictadura, quien tenía dinero o poder, estatus de dominante simplemente por su puesto de trabajo en relación a los demás, se consideraba el mismo como una persona superior que podía ordenar y mandar, aunque fuera realmente una mierda.

—¡¡Usted no sabe quién soy yo!!— era la clásica España del disfraz, de la insignia, de la medalla que daba poder. Esta viñeta se publicó en octubre de 1976 en la revista aragonesa Andalán.