20.5.19

¿Qué sucedería si entráramos en una guerra tecnológica?

Con el (presunto) ataque directo de los EEUU a la marca tecnológica Huawei en el año 2019 se abre un camino peligrosísimo que no se han dedicado a calibrar los que han tomado decisiones ni muchos de los que están analizando el tema. 

¿Qué compro yo realmente cuando adquiero un producto de Apple, un Microsoft, un Samsung? 

¿Hasta qué momento me permitirán seguir empleando un programa de software, un ordenador o una televisión, si "ellos" decidieran cortarme el suministro de ese servicio que yo he comprado?

Si no hay seguridad en lo que voy a comprar, ¿debo comprar algo caro? ¿O simplemente debo conformarme con lo más barato pues estoy al albur del gobierno de un país o de otro?

¿Es seguro Telegram, me fío de seguir escribiendo en Google mis blog? 

¿Debo exigir que los procesadores de mi teléfono móvil sean de un país o de otro? ¿Quién me asegura que no me están espiando constantemente con estos procesadores? 

Ya, ya. Lo sé. La respuesta siempre es SÍ, estoy, estamos todos nosotros en sus manos. Pero al menos tenemos que saberlo y valorar nuestras decisiones.

¿Me debo fiar de una sola marca tecnológica o debo emplear diversas marcas, no ser fiel a ninguna, y utilizar varias para diversificar mis riesgos en tecnología? 

¿Hasta dónde la tecnología actual es un arma de destrucción masiva de nuestra intimidad, pero sobre todo de nuestras propias capacidades económicas como país o como sociedad? 

¿Qué sucedería si en un momento dado dejaran de funcionar en un país, por una guerra tecnológica, sus ordenadores personales y teléfonos móviles o incluso sus aparatos de televisión o los ordenadores de sus coches? 

¿Y los ordenadores o los procesadores de los hospitales o de los procesos de control del agua potable?


España debe despertar de su letargo inútil

Efectivamente toca despertar a España, limpiarla de polvo y paja, ponerla en el siglo XXI, dotarla más y mejor posicionado en la nueva Europa, modificar nuestros sistemas laborales y productivos para crear empleo de verdad, controlar nuestras economías para que las basuras escondidas no estén tapadas, creer de una vez por todas en la formación de calidad y a ser posible pública, cuidar los servicios sociales y aprender a repartir la riqueza mejor aunque sea por mero egoísmo social.

España tiene que despertar de verdad, no de boquilla, que así llevamos décadas mientras todos nuestros vecinos nos miran de reojo. Y para ello nada como creer en nuestras propias capacidades de transformación y de trabajo. 

Debemos dejar atrás estos periodos de crispación que duran 5 años ya, y ponernos a pensar en clave de futuro. Todos, los que ganen y los que pierdan. Unos para seguir ganando y los otros para aprender otra vez a ganar.