1.10.18

Calle dividida en cinco bloques muy diferenciados. El futuro

Vamos a observar por un momento una calle de Girona claramente diferenciada en cinco zonas o líneas de circulación muy diferentes y claramente diferenciadas. Un trabajo urbano en el que cada vez más se está trabajando en las ciudades para convertirlas en más amigables. Podría ser un diseño urbano de futuro, donde todos los usuarios de la calle tendrían su espacio para su propia velocidad y uso.

En la zona más a la derecha vemos un carril que en batería sirve para aparcar los coches. Si nos vamos moviendo a la izquierda observamos dos carriles para la circulación de vehículos de motor y rápidos, posiblemente a 30 km por hora como máximo. Con unos pequeños postes tenemos un carril ancho para la circulación de bicicletas y vehículos individuales de motor. A continuación una acera a la misma altura que la calzada para la circulación de los peatones que desean trasladarse de un punto a otro de la ciudad, diferenciada por el color y las baldosas. Y al final y como quinto carril y más a la izquierda según miramos la imagen, una acera más baja “para estar”, bien con veladores de cafeterías, con bancos y mobiliario urbano o para ir paseando lentamente observando tiendas y escaparates.

Cada una de las cinco divisiones de la calle tiene una función muy diferente.
Muy necesaria. Es el futuro de las divisiones de las calles urbanas.

La izquierda debería volverse conservadora

Vuelvo de Girona más convencido todavía de que tenemos un gran problema en España y no lo estamos entendiendo. Pero no hay manera de ponernos a pensar, a reflexionar. La fuerza de las fuerzas sin razones nos llevan a todas las partes a la pelea. Pues tendremos pelea, parece inevitable. La nueva generación catalana crecida ya con el odio a esa España que les pega y castiga no será la de Tarragona sino la de Lérida y Girona, y perderlas no es en nada positivo. Y todo por no saber gestionar la crisis.

La izquierda se ha creído que ya no va a volver a existir la izquierda. Y lo curioso es que la derecha dice que tampoco va a volver a seguir existiendo la derecha, pero ellos no se lo creen aunque lo repitan en voz alta para engañar. Podemos cambiar el nombre de las dicotomías entre pobres y ricos, entre trabajadores y patronos del trabajo. Pero al final las diferencias de posición serán las mismas. Unos trabajaremos para los otros. Unos dominarán y los otros tendrán que obedecer por esa manía absurda de tener que comer todos los días.

Pero la izquierda ya convencida de que se ha acabado el camino, tras la caída del Muro, de Rusia y China, o de Venezuela y Obama, cree que no hay alternativas y que está todo perdido. Y no es cierto. Pero mientras no sabemos encontrar nuevas ideas, los que sí las tiene, los de derechas, se están aprovechando bien.

En realidad la izquierda se tendría que volver MUY conservadora. Debería luchar por conservar lo que teníamos hace dos o tres décadas. Conservar el derecho laboral, los convenios colectivos, los sueldos básicos suficientes, la juventud que creía en sus posibilidades, los sueños en un mundo mejor que el de nuestro padres. La izquierda deberíamos ser conservadores de lo que ya teníamos. Pero ni por esas.