29.9.18

Currículum a mano (casi) nunca es recomendable

Esta semana saltó a las noticias el caso de un joven argentino que ha logrado un trabajo tras presentar su currículum escrito a mano por no tener dinero para impresora. Como es lógico la excepción está para confirmar las reglas. NUNCA debemos imitar al joven argentino, excepto que seamos diseñadores gráficos, tengamos una letra excelente y hayamos escaneado el currículum para poderlo imprimir muchas veces.

La originalidad en un documento tan repetido como el curriculum tiene su punto positivo, y hay que utilizarlo. A cualquier selección de persona acuden decenas de solicitudes de lo más diferentes y a veces curiosas. El seleccionador tiene pocos segundos para decidir qué le importa, y se basa muchas veces en criterios ya decididos con anterioridad, para desechar decenas de las presentaciones por no cumplir algunos de los criterios que consideramos básicos para el puesto.

Pero siempre hay un punto de sorpresa, un “algo” que nos hace saltarnos ese protocolo de selección primera. Y suele ser la originalidad. También los currículum pueden entrar por los ojos, hacernos recapacitar de que detrás de esta hoja de papel puede haber una persona interesante que debemos conocer para ver si encaja.

Originalidad, y además algo muy importante. Adaptar tu currículum al puesto de trabajo al que te presentes. No se trata de personalizarlo que sería fabuloso, sino de NO TENER UNO sino al menos tres o cuatro currículum, para diferentes tipos de empresa o de trabajo.

Si gestionamos o decidimos, nunca debemos demostrar que estamos superados

Es lógico y deseable que intentemos sacar el máximo partido a nuestro poco tiempo diario (aunque sean 14 horas de trabajo), sobre todo si nuestro trabajo es el de organizar, gestionar o decidir, para que no se nos amontonen tareas y nos falte tiempo para gestionar en calidad. Todos hemos sufrido algunos días donde vamos totalmente groguis, superados, sin capacidad para poder atender bien todo lo que tenemos entre manos. Hay pues que priorizar, organizar mejor los tiempos y sacar del cajón algunos trucos muy necesarios. Y sobre todo NUNCA deben notar los que nos rodean que estamos superados por los acontecimientos o las decisiones. Las debilidades de los que dirigimos no se deben notar.

Cada decisión o gestión tiene que tener una tarea y un momento del día determinado con anterioridad para organizarlo. No es posible que se nos asalte con constantes decisiones en cada momento, sin dejarnos tiempo de reacción o de reflexión. Si se nos mezclan diferentes tipos de gestiones de forma aleatoria, nos vencerá el hundimiento y el descontrol. Tenemos que tener SIEMPRE la capacidad de poder dominar los tempos.

Para ello es fundamental llevar un dietario, un diario de las actividades pendientes de cada día. Indicado en él el momento del día para cada actividad. Y hay que intentar no saltárselas. Da igual si es en papel o digital, cada persona preferimos un sistema. Pero lo tenemos que llevar siempre encima. La ventaja del digital es que puede avisarnos.

Si nos faltan horas es que no estamos sabiendo delegar más. Es inevitable, hay que aprender a soportar la realidad de que en quien delegamos lo hará diferente a nosotros. No pidamos nunca lo imposible y que lo haga igual a nosotros es imposible.

Un truco que cada día se lleva más es dejar las conversaciones o incluso las negociaciones no muy importantes para la hora del almuerzo o el café de media mañana. Cuesta entenderlo, parece una falta de respeto, pero es dedicar un tiempo ya muerto para lograr un objetivo. La ventaja es que estamos empleando un tiempo obligado y que además está tasado en minutos. Se acaba el tiempo cuando se acaba la comida o el bocadillo o el café con pastas. El reloj funciona a la vez que mengua el alimento.
Efectivamente, no hay que reunirse tanto. Hoy tenemos sistemas para reunirnos sin reunirnos. Y si es inevitable, no permitamos los retrasos. A las 7 son a las 7 en punto. Y programemos bien los tiempos, no somos una máquina, pero necesitamos organizar nuestro tiempo para que no nos destroce las ganas de seguir trabajando duro. Dentro de esa dureza, debemos intentar dulcificar algo el tiempo de nuestras tareas a base de organizar mejor nuestro tiempo.