8.8.18

Seremos más libres si somos más iguales y capaces

El senador americano (de EEUU) Bernie Sanders tuiteó la siguiente frase el otro día: “La libertad real debe abarcar la seguridad económica. La gente no es verdaderamente libre cuando no puede alimentar a su familia, cuando no puede jubilarse con dignidad, cuando no tiene cobertura sanitaria. Ésta es una visión que no hemos logrado todavía. Es hora de que lo hagamos”

Es decir, nos viene a decir que no existe libertad real si no tenemos libertad económica básica, o lo que sería lo mismo…, en la medida en que crecen las desigualdades sociales y económicas, estamos perdiendo libertad.

Desde los años 70, desde la Transición en España, hemos ido avanzando en libertad real pues han ido creciendo nuestras posibilidades económicas como ciudadanos, y disminuido nuestras distancias con Europa. Pero a partir de la crisis económica y social del 2007 en España, han crecido nuestras desigualdades económicas, las diferencias de posibilidades con los ciudadanos europeos, estando peor que hace dos décadas. Es decir, hemos perdido libertad real como ciudadanos españoles.

Por eso cuando hablamos de resolver las desigualdades, debemos explicar que estamos pidiendo resolver nuestra libertad individual que está siendo mermada. pedimos vivir como en el año 2000 para tener las mismas posibilidades que tenía la sociedad en la España de ese año. Pues con esa sociedad, todos éramos más libres, con independencia de quién gobernara en cada momento. Seremos más libres si somos más iguales y más capaces de vivir con dignidad laboral, social y económica.

Optalidón, droga para pobres

El Optalidón fue durante muchos años en esa España franquista donde había que trabajar mucho y ganar poco, la droga de los pobres, la droga legal que se tomaban las mujeres aburridas en su casa con maridos que no venían más que a dormir o a otra cosa, y los hombres que no lograban dominar sus vidas por su excesivo trabajo y sus muchas ganas de no estar en eso.

Servía para el dolor de cabeza, pero sobre todo servía para “espabilar” para sobre todo para “ponerte” pues era como la gasolina obligatoria de media tarde. Una pastillita naranja (o dos) hacían milagros para aguantar el cansancio sin que le cabeza se cabreara.


Creo que llevaba algo de anfetaminas y barbitúricos, era legal y se vendía en farmacias sin receta, y se retiró del mercado en 1983 o se le cambió la mezcla hasta dejarlo en una cosa totalmente diferente, excepto por el color de las pastillas. 

Esta entrada se la dedica a Salvador Pizarro, un compañero de trabajo que necesitaba todos las tardes su ración de Optalidón, con el que cogía fuerzas para seguir en el trabajo. La única diferencia era entre tomarse una o dos pastillas. O incluso tres si el día venía cabrón.