3.7.18

Al Senado por Aragón. Mercedes Gallizo

La política zaragozana Mercedes Gallizo ya planteaba en el año 1979 un discurso netamente feminista como candidata al Senado por Aragón en aquellas elecciones que nos sacaban de la dictadura pues fueron las primeras que se hicieron tras aprobar la Constitución. 

Empleaba Mercedes Gallizo un marcado tono rupturista en unos tiempos mucho más duros que los actuales para la lucha por la igualdad de la mujer, desde el partido Movimiento Comunista, que por aquel entonces era una formación nueva y llena de jóvenes de todo tipo que creían en los nuevos tiempos que iban a vivir.

El Movimiento Comunista polarizó su campaña hacia Mercedes Gallizo, su candidata al Senado, muy por encima del apoyo que dio a la candidatura para el Congreso. Las pegadas de carteles con la imagen de Gallizo fueron masivas y también se editó la pegatina que os dejamos arriba.

Se puede decir que la campaña tuvo un moderado éxito, pues aunque obtuvo 6.332 votos, muy por encima de los 2.780 obtenidos para el Congreso, esos votos fueron insuficientes y la situaron en el puesto 25 de los candidatos al Senado. Por cierto en aquel 1979, de 35 candidatos al Senado por Zaragoza, sólo había tres mujeres.

Mercedes Gallizo abandonó el MC a mediados de los años ochenta en plena crisis identitario de la ideología que sus integrantes querían para este partido de cara al futuro, y ha continuado muy activa en política a través de su militancia sucesiva en IU, PDNI y PSOE. 

Ha ocupado con posterioridad puestos parlamentarios en el Congreso de los Diputados, las Cortes de Aragón y la Asamblea de Madrid en los años en que vivió allí, y fue Directora General de Instituciones Penitenciarias durante el gobierno Zapatero.

Nota.: La imagen pertenece al Archivo Tiempos de Lucha y Esperanza y en el texto ha colaborado Manuel Gálvez.

Andalán y la censura por escribir sobre CAZAR

No sé puede comprender el Aragón contemporáneo sin el papel jugado por el semanario Andalán. Cuando sale a la calle en septiembre de 1972 era un modesto quincenal que poco a poco irá tomando cuerpo, agrupando en su seno a las diversas corrientes de la intelectualidad y la izquierda aragonesa. En mayo de 1977 la publicación pasa a semanal y probablemente vive sus momentos de gloria en los años finales de esa década de los setenta, con tiradas cercanas a los 16.000 ejemplares.

Si durante el final del franquismo Andalán fue víctima recurrente de la censura sufriendo varios secuestros, en los primeros años sin Franco también sufrió en sus carnes algún ataque: no se vivían buenos tiempos para la libertad de expresión, como parece que vuelve a ocurrir hoy en día.

El semanario recibió una querella presentada por el presidente de la CAZAR (hoy Ibercaja) José Joaquín Sancho Drondapor un artículo publicado en la página 9 de su número 149 (enero de 1978), y que hoy podemos leer pinchando aquí.


Bien sabemos cuáles son los auténticos poderes en Aragón y lo poco o nada que les gustan las críticas, y más cuando junto a la reseña sobre la trayectoria de su director se hacía en Andalán un demoledor análisis de cómo una entidad de crédito con finalidad social, actuaba de manera críptica ayudando a hacer todavía más ricos a los ya riquísimos. Efectivamente todo es presuntamente, y aquí tan solo nos hacemos recuerdo de lo que le sucedió a Andalán. Faltaría más, con lo pobres que somos. Para criticar a los ricos, hay que ser más ricos que ellos. Sí, todavía hoy.

Habiendo sido Andalán un faro de solidaridad en los tiempos más difíciles, se organizó una campaña en apoyo de la publicación que congregó a todas las organizaciones progresistas y que traspasó las fronteras de nuestra tierra. 

Dentro de la campaña aragonesa se editó esta pegatina que vemos arriba, firmada por el Colectivo Plástico de Zaragoza (CPZ). Finalmente el juicio se celebró el 21 de junio de 1978 y el periódico fue condenado a pagar una indemnización de un millón de pesetas y a un multa de 50.000 pts. por injurias leves.

Nota.: La imagen superior pertenece al Archivo Tiempos de Lucha y Esperanza y en el texto ha colaborado Manuel Gálvez