2.7.18

Valencia reduce la contaminación urbana del aire

Valencia ha convertido una de las zonas más contaminadas de la ciudad en un espacio con una contaminación muy baja. Es la plaza Tossal y sus alrededores en el centro de la ciudad de Valencia donde el ingeniero químico José Manuel Felisi lleva revisando el grado de contaminación en el aire y comparándolo con 300 puntos de la ciudad, para saber de qué forma se es posible incidir sobre la contaminación.

Esta zona es un trazado urbano muy antiguo, es el Barrio del Carmen de Valencia con calles estrechas y sinuosas, edificio altos para la anchura de la calle, donde el aire casi no entra para ventilar, sin zonas verdes suficientes, y donde la contaminación por concentración de dióxido de nitrógeno se concentraba en unos umbrales superiores a lo permitido. ¿Y qué se ha realizado? 

Pues algo tan sencillo como prohibir la circulación de coches que no sean de vecinos. José Manuel Felisi y su equipo forman parte de València per l'Aire, un colectivo integrado por 30 asociaciones ciudadanas y profesionales preocupados por la contaminación ambiental.

El cambio afecta a bastantes calles alrededor de la zona, contagiadas por el efecto de potenciar el uso de la bicicleta y del peatón, a cambio de suprimir el uso del coche al que se obliga a pasar por otras zonas de la ciudad, donde la limpieza del aire es mucho más sencilla por sus anchuras urbanas o por disponer de zonas verdes a su alrededor.

Potreros para jóvenes. Imprescindible su propio espacio

Los usos de las zonas verdes urbanas son múltiples en todas las ciudades. Esta imagen es de una ciudad europea y podría ser también de un parque de los EEUU. Una clásica cancha de suelo algo blando, unas canastas de baloncesto, unas porterías de fútbol sala, unas mesas de tenis o ping pong. Materiales duraderos, útiles, fuertes para su uso, una limpieza como en el resto del parque, iluminación y seguridad. Zona donde no se mezclan ni los juegos infantiles ni las zonas preparadas para los mayores. Cada segmento de edad requiere zonas separadas.

Estos clásicos “potreros” deportivos que deberían estar en todos los parques de barrio, pues ayudan a que el deporte sea más simple y a la convivencia entre vecinos jóvenes. Hay que dar alternativas al ocio de los jóvenes, posibilidades cerca de sus casas, para que ellos elijan libremente qué desean hacer. Son espacios que se pueden convertir en zonas de reuniones, de convivencia, de intercambio. 

Zonas libres en muchos casos de un control excesivo, para que sean utilizados los espacios con un grado de libertad suficiente. Pero no construidas tampoco en lugares ajenos al control exterior pasivo, pues entonces podrían convertirse en zonas exclusivas para “los más fuertes”.