16.5.18

Nací con el hambre. Y estoy viendo la vuelta

El otro día leía que tras estar en el wc comportándonos como un animal racional…, hay que lavarse las manos con jabón, que lavarse con agua es simplemente mojarse las manos. Parece obvio pero la mayoría de españoles tan solo se mojan las manos. Y a veces ni eso. Así que las cosas nos van como nos van. Ni para estar sanos y limpios somos capaces de hacernos casos entre nosotros.

Uno escucha declaraciones de personas elegidas por “todos o por algunos” y se asombra. Casi nunca son mujeres. Deberíamos probar aunque fuera por egoísmo. ¿Y si las mujeres fueran capaces de resolver lo que nos parece imposible?

El número de tontos es inversamente proporcional al de soluciones. Escucho que uno dice que quiere hablar con el otro, y el otro dice que sí. ¿Pero de qué?

Hablar siempre es positivo, excepto que sirva para cerrar puertas. Una cosa es hablar, dialogar, y otra soltar el sermón. Una cosa es decir que sí amén jesús a todo y al quedarse solo hacer la peineta…, y otra bien distinta coger un poquito de lo hablado e intentar ponerlo en funcionamiento.

Nací en plena posguerra del hambre. De las colas del petróleo para calentar y las ayudas de los americanos. Estamos teniendo —los de mi edad— la suerte de ver lo que ninguna generación ha visto en su vida. Y lo que nos queda. No de años, sino por ver.

15.5.18

No queremos enterarnos. Así somos más libres

Empezamos a no darnos cuenta de lo que nos sucede. Es otra fase muy simpática de la intervención mental, de la manipulación social. Ya no estamos cabreados, pues además de jodernos han aprendido a que no sintamos dolor. Es una fase muy inteligente y a la que hay que aplaudir. La siguiente y en la que ya casi estamos, es agradecer el que nos vayan jodiendo.

España está en una situación de debilidad muy cercana a la que tenía en los años 70. No es respetada en Europa, tenemos unos políticos que están en su fase de caída sin retorno y sin recambio, una economía que tan solo se mueve afectada por las coyunturas externas a nuestras decisiones, unos medios de comunicación más atentos a su viabilidad económica que a su trabajo de calidad, una justicia en entredicho, y unos problemas territoriales entre graves y muy graves.

Todavía no estamos en los años 30, pero nos acercamos. La diferencia entre los años 70 y los años 30 es que los políticos viejos y nuevos de cada época eran muy diferentes. En los años 30 se alentaba la violencia desde la mayoría de los bocachanclas que no sabían leer libros de historia. En los años 70 se sabía que el bebé era muy débil y que había que cuidarlo y no darle muchos meneos.

En estos años 10 del nuevo siglo estamos en los 70, pero a veces demostrándonos que lo que queremos son los años 30. Las incapacidades son manifiestas, incluso hasta para dimitir o para facilitar los cambios. El duelo fratricida en Cataluña está tranquilamente metido en la dialéctica, y mientras no se salga de allí no irá a más. La dignidad laboral no existe y con ella hemos perdido el futuro de la generación joven que no puede emanciparse. Esto es grave pero no ahora sino dentro de dos décadas, cuando deberían ser adultos, con familias completas y una profesionalidad productiva a la altura de nuestros vecinos.

España no tiene quien le quiera, pues hasta los de las banderas en los balcones no saben pasar de allí, de colgar trapos en contra de los catalanes, pero no a favor de España. No necesitamos trapos comprados en los chinos, sino trabajo serio por la España del futuro.

Nota.: La viñeta es de El Roto, publicada en El País