Este fin de semana miles y miles de españoles salimos a la calle para volver a pedir dignidad laboral en el 1 de Mayo. Pensiones lógicas, trabajo, reparto social, justicia económica. Y por la tarde recogimos las banderas y nos fuimos a ver el fútbol. Fin del día. ¿Para qué?
No creemos ya ni en nosotros mismos, sin duda no creemos en nuestras posibilidades, pero tampoco en nuestra capacidad para revertir lo más mínimo, no solos ni acompañados de todos. El desencanto de los años 80 es una mierda comparado con este.
Creemos en Dani Alves o en Messi. Pero no creemos ni en los sindicatos ni en los dirigentes políticos. Y no tenemos agallas para intentar asaltar el Palacio de Invierno.O de Primavera. El de Verano no, que hay que hacer vacaciones.
Si ahora los jóvenes osaran hacer otro 15M veríamos las inmensas diferencias, el cómo ha cambiado en estos años la capacidad de resiliencia del Estado, de las Leyes, del encarcelamiento preventivo. Nos íbamos a reír. Han pasado siete años y parece una eternidad. Somos mucho más viejos, incluso las leyes parecen mucho más viejas, como podo de 1970. Eso sí, con internet y móviles. Y en vez de grises hay azules. Algo sí ha cambiado desde ese año tan viejuno de 1970.
2.5.18
1.5.18
Gaspar Llamazares y la Transición
Gaspar Llamazares escribió un artículo sobre IU y la izquierda, donde dejó unos párrafos sobre la Transición que os adjunto abajo. Es un brochazo, nada más, pero es la opinión de una persona de mi generación, que vivió o vivimos la Transición desde dentro, y que admitimos los errores pero también advertimos que es imposible opinar hoy de lo que se pudo hacer hace 40 años.
¿Qué opinarán nuestros nietos del momento actual?. Os dejo parte del texto, y aquí podéis consultar el artículo entero.
No callaré frente a un relato falso sobre la Transición que pretende asimilarla a una restauración monárquica impuesta por la oligarquía de la Dictadura con la atribución a nuestra izquierda de un papel subordinado, sólo, como si las libertades democráticas fuesen una concesión y no una dura y dramática conquista de la izquierda y los movimientos populares. Sería como negar la Historia, pero sobre todo sería una afrenta a los que, estos sí, se dejaron la piel en la resistencia a la Dictadura, con un rol básico de los comunistas, pero también de socialistas, republicanos, anarquistas y demócratas, en general, para luego comprometerse con los mismos valores, generosidad y firmeza en la movilización social y en el pacto por la libertad y la democracia.
A este pecado original fabulado sobre la Transición, tan sesgado como lo ha sido su sacralización, se suma la especie de que ya en democracia se ha producido el amansamiento y la domesticación, primero, y más tarde la complicidad de la izquierda con el deterioro y la degradación del carácter social y de la confianza ciudadana en el sistema democrático.
Hacerlo así sería tanto como hacer tabla rasa de un largo período de modernización social, aunque a la luz airada de la crisis y sus dramáticos efectos exista la tentación de verlo todo de color negro y sin matices. En los matices, precisamente, donde está la política.
Un largo periodo de avances y de aportaciones y compromisos, como también de retrocesos y resistencias, donde IU jugó el papel que le confiaron los españoles, influyendo incluso por encima de sus posibilidades, con una capacidad de sacrificio y compromiso en la oposición, y otras veces desde gobiernos locales y autonómicos, creo que a valorar, encomiable.
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No callaré frente a un relato falso sobre la Transición que pretende asimilarla a una restauración monárquica impuesta por la oligarquía de la Dictadura con la atribución a nuestra izquierda de un papel subordinado, sólo, como si las libertades democráticas fuesen una concesión y no una dura y dramática conquista de la izquierda y los movimientos populares. Sería como negar la Historia, pero sobre todo sería una afrenta a los que, estos sí, se dejaron la piel en la resistencia a la Dictadura, con un rol básico de los comunistas, pero también de socialistas, republicanos, anarquistas y demócratas, en general, para luego comprometerse con los mismos valores, generosidad y firmeza en la movilización social y en el pacto por la libertad y la democracia.
A este pecado original fabulado sobre la Transición, tan sesgado como lo ha sido su sacralización, se suma la especie de que ya en democracia se ha producido el amansamiento y la domesticación, primero, y más tarde la complicidad de la izquierda con el deterioro y la degradación del carácter social y de la confianza ciudadana en el sistema democrático.
Hacerlo así sería tanto como hacer tabla rasa de un largo período de modernización social, aunque a la luz airada de la crisis y sus dramáticos efectos exista la tentación de verlo todo de color negro y sin matices. En los matices, precisamente, donde está la política.
Un largo periodo de avances y de aportaciones y compromisos, como también de retrocesos y resistencias, donde IU jugó el papel que le confiaron los españoles, influyendo incluso por encima de sus posibilidades, con una capacidad de sacrificio y compromiso en la oposición, y otras veces desde gobiernos locales y autonómicos, creo que a valorar, encomiable.
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