10.4.18

España ya no puede ser solo Madrid

El Rey Felipe VI se reunió ayer en una cena en Barcelona con los empresarios catalanes que representan esa línea de opinión y trabajo que está a medio camino entre los independentistas y el Gobierno

Esa vía que desde este blog —y otros blog nuestros— hemos alentado desde hace mucho y que también forma parte del trabajo que inició Coscubiela desde iniciativas parlamentarias o literarias.

La situación de Cataluña es muy grave, aunque muy pocos lo quieran reconocer. Su gravedad no es tanto el tema que leemos, como la fractura social interna de Cataluña, la desconfianza que produce Cataluña en España y Europa, y por ello el contagio de todo esto en la realidad española. 


Cuando Europa duda de las soluciones hacia Cataluña, está dudando de España.

Felipe VI hace muy bien en tomar asiento en Cataluña de un problema que él no supo calmar. Y plantearse el conocerlo bien al margen del Gobierno, que no fue invitado a esa cena. La solución de Cataluña vendrá cuando Rajoy y Puigdemont ya no estén ni tan siquiera opinando. Ambos.


Y tendrá que venir desde la negociación callada donde la Tercera Vía tendrá un papel imprescindible. Hay que buscar pues nuevos interlocutores.

Y hay que repartir el Gobierno de Madrid, impregnando más territorios, Lo estamos repitiendo aquí. España no puede estar gobernada solo desde Madrid. Y mientras no entendamos esto, surgirán voces discordantes contra el centralismo absurdo. 


¿Dónde está la capital de Europa? Pues repartida en numerosas ciudades europeas. Y no hablo solo de Barcelona, sino también de Valencia, Sevilla, Zaragoza y La Coruña.

La inmigración es imprescindible para crecer

Cada vez es más claro que necesitamos la inmigración en los países occidentales para seguir funcionando dentro de este capitalismo de laboratorio. Vamos a necesitar a los inmigrantes, no tanto para que trabajen (que también) como para que paguen impuestos y consuman en nuestros países. Y si no abrimos las puertas de entrada, empobreceremos y decaerá gravemente nuestra productividad. ¿Para quien es bueno esto?

No vamos a resolver el problema de los inmigrantes sin futuro por conceptos morales o por humanismo, sino por simples realidades economicistas. Aunque algo es algo. Una sociedad envejecida, con una baja natalidad, es incapaz de mantener el sistema de los beneficios inflacionados de la economía, hoy en manos de unos pocos.

Los cambios demográficos se pueden prever con tiempo suficiente para reaccionar. Otra cosa es que se sepa o se quiera, pues a veces lo necesario no encaja bien con lo deseable.