La política en España ya no la gestionan los partidos políticos. Tras el 15-M vinieron las Mareas, y ahora tras los pensionistas han venido las mujeres este 8-M. En todas estas potentes fuerzas sociales en la calle, los partidos políticos han querido estar pero se han tenido que conformar con un segundo plano, acompañando en el mejor de los casos, pero sin influencia creando movimientos transversales, donde los integrantes suelen ser personas que sí pertenecen a partidos políticos, pero aparentan hacerlo desde organizaciones sociales, de sociedad.
¿Hacia dónde nos lleva esta realidad constatable con rotundidad?
Sin duda a que los propios partidos políticos se replanteen sus funciones en la sociedad. Y ya lo están haciendo. No controlan en su totalidad pero participan muy activamente, no aparecen con sus firmas pero están dentro apoyando y sumando su experiencia social a los movimientos.
¿Es suficiente ese paso a un lado en la calle?
La gran duda es hacia dónde nos lleva esto. Es sin duda una nueva manera de entender la democracia y la política compartimentada. Y eso es bueno pues la arteriosclerosis de los partidos políticos era rotunda y peligrosa. No surgen estos movimientos de forma espontánea, sino de la necesidad de reinventar la política desde fuera, pues ellos mismos desde dentro son incapaces.
Salga finalmente lo que salga de estos movimientos, están demostrando un poder de convocatoria que los partidos políticos, por sí solos, ya no tienen.
9.3.18
8.3.18
Debemos tomar nota de este 8-M, para que vengan más días como este
Hoy las mujeres y los hombres hemos decidido advertir que nos estamos dando cuenta. Lo sabíamos, pero en muchos casos nos los callábamos. Las mujeres lo sufrían en casi silencio y los hombres mirábamos hacia otro lado. Incluso con nuestras madres.
Las mujeres tienen razones, los hombres también, para que las personas seamos mucho más iguales. O como poco para que no seamos distintos por razones sin ninguna lógica ni sentido común. No toda diferencia tiene que ser negativa.
Me cabrea sumamente que esta reivindicación no se haga contra la discriminación por clase, contra la discriminación social y contra la pobreza. Pero algo es algo en ese camino hacia la igualdad de derechos, hacia el entendimiento de que las personas, somos sobre todo eso…, personas en igualdad de derechos y de obligaciones.
Me cabrea sumamente que esta reivindicación no se haga contra la discriminación por clase, contra la discriminación social y contra la pobreza. Pero algo es algo en ese camino hacia la igualdad de derechos, hacia el entendimiento de que las personas, somos sobre todo eso…, personas en igualdad de derechos y de obligaciones.
Queda tiempo para seguir luchando por la dignidad de las personas desde otros enfoques sociales.
España está atravesando un desierto donde nos vamos dejando derechos intuidos. Por eso ver un poco de luz en la normalidad social es un lujo. Pero hay que advertir que estas peticiones de igualdad de derechos no son ajenas a la ideología, como se pretende decir para alejar el triunfo de una o de otra forma de ser ante la sociedad.
El neoliberalismo o el conservadurismo o la religiosidad mal entendida está en contra de que las mujeres sean iguales ante la realidad social. Para ellos el papel de la mujer tiene que seguir siendo secundario. Porque ellos sí necesitan tener esclavos de todos los tipos, incluidos en su propia casa, en su propia cama. Va en su forma de entender la sociedad aunque lo disimulen.
España está atravesando un desierto donde nos vamos dejando derechos intuidos. Por eso ver un poco de luz en la normalidad social es un lujo. Pero hay que advertir que estas peticiones de igualdad de derechos no son ajenas a la ideología, como se pretende decir para alejar el triunfo de una o de otra forma de ser ante la sociedad.
El neoliberalismo o el conservadurismo o la religiosidad mal entendida está en contra de que las mujeres sean iguales ante la realidad social. Para ellos el papel de la mujer tiene que seguir siendo secundario. Porque ellos sí necesitan tener esclavos de todos los tipos, incluidos en su propia casa, en su propia cama. Va en su forma de entender la sociedad aunque lo disimulen.
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