7.3.18

Zaragoza ciudad de contrastes sociales

Las ciudades se han convertido precisamente en ciudades plurales, mucho más plurales con la crisis cíclica (o sistémica) desde el 2008. Una ciudad es cada vez más la suma de varias formas de vivir en la ciudad, de varios tipos de sociedades dentro de la misma ciudad. Durante las décadas anteriores la pobreza y la riqueza se iba acercando hasta hacerla algo menos contrastada. Con esta crisis y sus malas soluciones, los ricos o se han mantenido o han ascendido en sus ingresos, mientras que los trabajadores y los que ya eran pobres han visto perder su poder adquisitivo, de consumo y ahorro, adentrándose acercándose a la pobreza.

Esto supone para las ciudades un contraste acentuado pues por una parte hay barrios que envejecen y no se produce el recambio de la sociedad ni tampoco de sus viviendas y servicios, mientras que surgen otras zonas con atractivos para las personas con más ingresos, o más jóvenes, con nuevos servicios y calidades de vida.

Vamos a ver algunas pinceladas de una ciudad mediana, Zaragoza, y que nos viene muy bien para entender algo más todo esto que explico.

Por una parte tenemos (arriba) un mapa con el envejecimiento de las diferentes zonas de la ciudad. Claramente además del centro de Zaragoza hay barrios considerados “viejos” por la edad de sus habitantes. Y a la vez hay barrios totalmente jóvenes, donde el color amarillo predomina totalmente. Las ciudades se van moviendo constantemente, y esto además de saberlo los sociólogos lo saben los constructores y promotores de viviendas. Los barrios viejos en unas décadas se volverán amarillos mientras que los amarillos serán naranjas.

Si no se produce recambio de edificios, en los barrios hoy rojos y que serán amarillos en pocas décadas, el tipo social de vecino será muy distinto al que sería si se hicieran remodelaciones totales de su urbanismo y edificios. O lo que es lo mismo. Como este cambio no se producirá por igual en todos los barrios hoy de rojo, aunque todos se vuelvan amarillos, no tendrán el mismo componente ni de servicios, ni comerciales ni sociales. Excepto que el Ayuntamiento sepa diseñar con FUTURO estos cambios “de color”.


La mala sensación social acompañará en el futuro a estas realidades sociales que distribuyen mal la sociedad de la ciudad.

En el siguiente plano (abajo) de Zaragoza ya vemos las claras diferencias de colores según los ingresos medios de las familias y de las personas. Mientras que la media de renta por persona es en Zaragoza de 11.807 euros, hay Distritos con 9.600 euros de media por persona y otros con 17.950 euros de media. Casi el doble sabiendo que como son medias, dentro de ellas hay ingresos mucho más bajos o bastante más altos.

Pero además estas cantidades tan diferentes (por arriba y por abajo) se concentran claramente en algunos barrios de la ciudad. Tanto en los niveles bajos como en los altos. Hay pues barrios de Clase Alta y barrios de Clase Baja. Y en esta última décadas, las diferencias se han agravado.

Constatamos pues que la ciudad no está haciendo en los últimos años el papel de aplanadora social, de solucionadora de problemas sociales. Y todo esto sucede sin que deseemos darnos cuenta, admitiendo que dentro de las ciudades es normal que haya cada vez más, personas y familias pobres que son más pobres y ciudadanos ricos escondidos en la ciudad para que no les notemos el exceso y que son cada vez más ricos.



6.3.18

Las ciudades en lucha por la integración social

No existe urbanismo sin urbe, ni urbe sin ciudadanos, sin personas, sin sociedad. La pobreza solemne, la pobreza de todo es una constante en aumento en nuestras ciudades. Durante siglos fue la familia la que sustentaba de muchas formas a los retirados de la sociedad, del trabajo, del hogar, de la dignidad social. Pero la familia se ha ido transformando y hoy ya no siempre es capaz de integrar en la supervivencia a las personas separadas del “sistema” social.

En las grandes ciudades es muy sencillo ver a personas o incluso a pequeñas familias, viviendo en la calle, de la calle. Bruselas, Barcelona, Berlín, Zaragoza, Madrid o New York. Da igual. En España es casi imposible ver a familias sin atender, no así a personas solas. Pero si bien la acción social funciona sobre todo en Europa, lo hace en la fase de supervivencia, y no en la de resolver la dignidad social y personal. Los ayuntamientos están haciendo una labor magnífica, no así los distintos gobiernos superiores, que no siempre colaboran o realizan lo que es su obligación.

Toda persona necesita dos elementos básicos que no siempre se cumplen. Un trabajo u ocupación. Y un hogar. Hay es donde hay varias opciones. El trabajo no siempre es retribuido con dinero y como ejemplo tenemos algunas parroquias donde se ayuda en diferentes grados según la implicación de las personas con las personas. En algunos casos se ofrece hogar a cambio de ocupación.

El hogar puede tener muy diversas configuraciones.
Desde los clásicos albergues a los que hay que dar una vuelta de tuerca, a las casas de acogida o a las habitaciones comunales de ayuda. Donde no siempre es posible el apoyo mental efectivo, pues es muy complejo salir del pozo. 

Cuando una persona pierde lo básico, pierde normalmente una parte de la cordura social. En la misma medida en que cuando pierde la seguridad pierde el concepto de seguridad en todas sus vertientes, surgiendo con más normalidad el ataque a las leyes que nos hemos impuesto.

La acción social dirigida a la supervivencia es imprescindible, pero no es suficiente. Hay que trabajar la formación continua, la construcción de hogares diferentes y válidos para estos problemas con excesivas aristas distintas, hay que procurar la ocupación y el recibir a cambio las ayudas de todo tipo. 

Para recuperar a las personas hay que volverlas a convertir en personas con autoestima, que ellas mismas se consideren válidas para la sociedad, y en esto el trabajo es muy complejo pero imprescindible si queremos una sociedad integradora. Hay que revisar las acciones de salud personal, de responsabilidad con ellos mismos, de cambio en el orden de sus valores personales encarados hacia un nuevo futuro desde una nueva vida.