No todos los pensionistas son de la Tercera Edad ni todas las personas de la Tercera Edad son pensionistas, o al menos pensionistas dignos. Pero todos nosotros, este grupo de casi 10 millones de españoles que molestamos por lo que le costamos al país, estamos muy poco representados en la política, y peor considerados dentro de ella, en los puestos políticos importantes. No existimos para los políticos. Solo una vez cada cuatro años y si votas a la derecha.
Se puso de moda hace unos años que había que rejuvenecer la política, y era verdad, parecían dinosaurios todos. Así que casi exigimos en aquel inicio de siglo que una nueva sociedad tomara las riendas de España. Hoy estamos peor, no han demostrado gran cosa los presuntos jóvenes del recambio, y ganas dan de cambiar la petición de entonces. ¡¡Que vuelvan los abuelos, los pensionistas, los jubilados!!
Todos nosotros le costamos un huevo al sistema, pero es el mismo huevo que hemos estado pagando durante muchos años porque trabajamos y cotizamos más de lo que cobramos ahora. Hemos mantenido unas generaciones de pensionistas con nuestras cotizaciones, pero ahora que nos toca a nosotros cobrar, molestamos. Es jodido esto.
Da la sensación idiota de que nadie sabía que de golpe íbamos a llegar a los 65 años un montón de españoles. Ha sido generación espontánea nuestro envejecimiento. Nadie lo parecía prever. Ni tampoco que además íbamos a cobrar una jubilación mayor que la de los anteriores pensionistas, aunque nuestras cotizaciones mes a mes las conocían desde el mismo momento en que las pagamos. Curioso este olvido del Sistema. Tal vez esperaban que nos muriéramos antes. No sé.
Pero vuelvo a lo que iba. No estamos en la política, nadie nos representa, ni nosotros mismos. Y no nos dejan la puerta abierta para sentarnos. No contamos aunque seamos casi 10 millones. Y lo más curioso es que todos los demás, los que sí cuentan, los más jóvenes, no es que estén sabiendo encontrar respuestas a los problemas. Se les amontonan y no hacen lo necesario. Igual tenemos que volver.
Nota.: Me advierten que no, que no, que como mejor se está es NO entrando en política. Pueeees. Pues bueno, lo que se diga.
2.3.18
1.3.18
Transición. Reforma Política. Frenos. Líneas Rojas y Azules
Y al ser aquello una Reforma Política, empezó como indica la palabra por una reforma de lo existente; no por retomar lo abandonado, ni por copiar lo que tenían otros países, ni por edificar algo nuevo. Se intentó reformar el Franquismo, sus instituciones, sus partes más cercanas a la democracia, pero sin entrar en una Democracia plena. Tuvo que ser Adolfo Suárez con su llegada a la Presidencia de España, quien de verdad empezara un proceso de Reforma Política en serio, cuya meta era lograr la democracia lo antes posible.
Desde la muerte de Franco y la investidura del Rey Juan Carlos I tuvieron que pasar 7 meses de timidísimos cambios engañosos, antes de que España empezara realmente a dar pasos hacia la democracia, hacia la Transición de una democracia avalable por todo el mundo occidental.
Se podría decir engañosamente que en realidad fue el mismo Juan Carlos I quien desde el primer día tomó las riendas de la Transición, pero aunque su discurso de proclamación indicaba pasos, es verdad también que en aquel primer discurso nombró a Franco y aseguró “firmeza y prudencia” en el nuevo camino de España, y repitió cuatro veces la palabra “orden” y otras cuatro “tradición” durante su discurso. Tuvieron que pasar siete meses para que al final y ayudado por “otros” y no todos españoles, eligiera a un pastor de ovejas que realmente creyera que España se merecía “otra cosa” que aquel tardo franquismo disfrazado.
Reforma de lo viejo, sin destruirlo. Y sobre todo sin pedirle explicaciones de ninguna clase a los anteriores. Transición pactada a través de una Constitución nueva que luego y con los años no hemos querido implantar ni respetar en toda su extensión social, pero que sí hemos modificado para cortar algunas de sus partes buenas.
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