La otra mañana quedé con un compañero político. A las 12 de la mañana era una buena hora. Llegó puntual con 6 minutos de retraso. Tuve suerte. Cuando se llega con 15 minutos de retraso lo normal seria pedir perdón, pero no sonreír Si se llega media hora tarde lo normal sería no entrar y pedir disculpas al finalizar las reuniones. ¿Para qué sirve entrar 30 minutos después de empezada una reunión? ¿Y lo que se ha hablado antes?
La impuntualidad es algo muy habitual entre algunos españoles. Digo algunos, como pidiendo perdón. Esto es algo que me repatea las tripas e incluso una costumbre que algunas organizaciones tienen como norma y entre los integrantes se la pasan como quien se pasa el marchamo de la personalidad. No es que se pierdan minutos, horas si las multiplicamos por los integrantes. Es que se pierde continuidad, talento. Mientras unos escuchan unas cosas los otros escuchan otras.
Porque además si la reunión es más de una hora, se parte a trozos inconstantes para salir a fumar aleatoriamente. Un caos. ¿No es posible aguantar una hora sin fumar? Pues no participes en nada, por favor. ¿O acaso te importa un huevo lo que dicen durante esos minutos que te vas, junto a esos minutos que estás esperando impaciente para irte, más los minutos que tardas en volver a coger el tema y centrarte?
Cuando hablamos de productividad y de comparaciones con otras sociedades, cuando hablamos que hay que estar menos tiempo para más efectivo, nos estamos refiriendo a temas como este.
20.2.18
España no es lo que es. Es lo que parece
El economista holandés Vincent Werner, que lleva viviendo en España 15 años, ha escrito un libro (de momento en inglés) que ha titulado “It is not what it is”, un más o menos “No es lo que es. La España real en Europa”, donde nos disecciona desde el punto de vista de una persona que viviendo entre nosotros se sorprende de nuestras aptitudes y actitudes. Así no vamos nunca a integrarnos en calidad.
Habla o escribe de la enorme importancia de España en Europa, como para que reflexionemos sobre la importancia de lo que nos sucede aquí, y admitamos que es peligroso para Europa. No somos Grecia, somos la cuarta economía de la UE y eso pesa excesivamente como para pensar que todo lo que hacemos mal no tiene un gran valor contagioso y negativo en Europa.
Nuestra vida política, social, laboral o formativa. Nuestra productividad o nuestra capacidad para hacer trampas se disecciona de forma brutal. Somos personas inmersas dentro de una fuerza (casi) invisible que nos mueve hacia una forma social anclada en mediados del siglo XX, y lo admitimos como inevitable.
Habla o escribe de la enorme importancia de España en Europa, como para que reflexionemos sobre la importancia de lo que nos sucede aquí, y admitamos que es peligroso para Europa. No somos Grecia, somos la cuarta economía de la UE y eso pesa excesivamente como para pensar que todo lo que hacemos mal no tiene un gran valor contagioso y negativo en Europa.
Nuestra vida política, social, laboral o formativa. Nuestra productividad o nuestra capacidad para hacer trampas se disecciona de forma brutal. Somos personas inmersas dentro de una fuerza (casi) invisible que nos mueve hacia una forma social anclada en mediados del siglo XX, y lo admitimos como inevitable.
España no es capaz de ser, mientras no sea capaz de cambiar.
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