1.2.18

En las guerras todos son malos. O peores

Hay muchas imágenes que han escrito la historia. En la misma medida en que la historia la escribimos los hombres casi siempre con nuestras barbaridades. Era el 1 de febrero de 1968, hace ahora 50 años, cuando el fotógrafo Eddie Adams realizó esta fotografía en el instante preciso de la ejecución en plena calle de un guerrillero del Vietcong a manos de un general aliado de los EEUU.

El general survietnamita Nguyen Ngoc Loan, había detenido en Saigón a Nguyen Van Lem de 36 años, guerrillero con tres hijos. Aquella muerte en plana calle del barrio chino supuso un punto de inflexión mundial, pues la imagen se repartió por entre las sociedades para que cambiaran su sentido de apoyo. Ya no solo los comunistas del Norte eran los malos, sino que los del Sur podían ser igual de violentos y de canallas.

Posiblemente Van Lem había matado a otras personas, al igual que el general Ngoc Loan, pero aquella era especial, pues la vimos todos a la vez. Varios años después el fotógrafo Eddie Adams escribía: “Gané un Pulitzer en 1969 por la foto de un hombre que disparaba a otro. En esa foto murieron dos personas: el que recibió la bala y el general Nguyen Ngoc Loan. El general mató al Vietcong; yo maté al general con mi cámara”.

En 1975 acababa la guerra del Vietnam con 1,3 millones de muertos, la mitad de ellos civiles, y 58.000 estadounidenses caídos en combate. Una guerra que nunca ganaron los EEUU ni en el campo de batalla ni en el campo social del apoyo de sus propios ciudadanos ni del de otros países que no entendían tanto destrozo de ciudades y de civiles, por un empecinamiento sin mucho sentido.


Aquella guerra supuso también para los españoles la constatación de que el poder podía ser terrible en manos de terribles. Y una repulsa mental contra la violencia y el militarismo, que hasta no hace mucho duraba entre los españoles.

Ana Rosa 1 - Puigdemont 0

"Volvemos a vivir los últimos días de la República catalana" "El plan de Moncloa triunfa. Sólo espero que sea verdad y que gracias a esto puedan salir todos de la cárcel porque si no, el ridículo histórico, es histórico... Supongo que tienes claro que esto se ha terminado. Los nuestros nos han sacrificado. Al menos a mí. Vosotros seréis consellers (espero y deseo), pero yo ya estoy sacrificado tal y como sugería [Joan] Tardà".

"No sé cuánto me queda de vida (¡espero que mucha!). Pero la dedicaré a poner en orden estos dos años y a proteger mi reputación. Me han hecho mucho daño con calumnias, rumores, mentiras, que he aguantado por un objetivo común. Esto ahora ha caducado y me tocará dedicar mi vida a mi propia defensa".

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Telecinco y el programa de AR (Ana Rosa Quintana) ha protagonizado uno de esos momentos históricos —pues mueven la historia de las situaciones— con la captura de unos mensajes que el Presidente cesado de Cataluña Carles Puigdemont, mandaba desde Bruselas a otro de los compañeros fugados a Bruselas, el exconseller Comín.

Sin duda y aunque se den todas las explicaciones posibles e imposibles, hay noticias, fotografías, sensaciones, que mueven las historias. Transicionan de una posición a otra, donde las sociedades se mueven con ellas.