9.1.18

Interviú y algunos detalles de su vida

Publica hoy Pablo Sebastián, que fuera director de Interviú dos años entre 1984 y 1986, un artículo en recuerdo de aquella época que creo muy interesante conocer y del que dejo algunos fragmentos.

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(…) Por allí anduve durante dos años como Director (1984-1986) en compañía de un excelente equipo, Julián Martínez, Ismael Fuente, César Lucas, Miguel Ángel Gordillo, Pedro Palacios y Héctor Chimirri. Y de columnistas como Manuel Martín Ferrand, Francisco Umbral, Raúl del Pozo, Antonio Álvarez Solís, José Luis Balbín, Carlos Luis Álvarez, José María García, Emilio Romero, Lorenzo Contreras, Vizcaíno Casas y Victoria Prego. Y humoristas del nivel de Forges, Perich, Martin Morales, Máximo, Summers y Mingote.

No era ni mucho menos ‘La Perla Negra’ de Piratas del Caribe pero tampoco un barquito de papel. Era un buque de combate e información que alternaba el talento y la brillantez de sus primeras plumas con la audacia y la fuerza de sus reporteros (Luis Cantero, Pepe Calabuig, Manolo Cerdán, Antonio Rubio, Pilar Eyre, Fernando Abizanda, Margarita Landi, etcétera) (…)

(…) Llegué a la dirección de Interviú (desde la corresponsalía de TVE en París) en octubre de 1984 cuando la revista cumplía 10 años. Y Antonio Asensio me encargó, con sigilo, ir preparando un cambio radical del modelo de revista para convertirla en algo muy distinto, de más calidad y cuidada estética y me dijo: ‘hay que hacer en España lo que los alemanes hacen con la revista Stern, porque nuestro modelo se está agotando’ (…)

(…) Antonio estaba obsesionado con lograr la concesión de un canal de tv que decía que se lo había prometido Felipe González, quien sacó la subasta de las licencias en las vísperas del referéndum de la OTAN (para controlar a los editores con el ‘sí a la OTAN’).

Lo que afectó de lleno al Grupo Zeta pero no del todo Interviú, no en vano en el último número de la revista antes de la votación de la OTAN publiqué tres entrevistas: una con el ministro de Exteriores Fernando Morán en la defensa del ‘sí’; otra con Antonio Gala como líder de la plataforma del ‘no’; y una tercera con Manuel Fraga que defendía la ‘abstención’. Esa oferta plural y justa no gustó nada a Antonio Asensio, por temor a su impacto negativo en La Moncloa -desde donde se pedían ‘titulares, entrevistas y editoriales a favor de la OTAN’-, y al lunes siguiente al referéndum Asensio me cesó (…)

(…) Poco antes de mi cese, que veía venir, hablé en privado en el Hotel Palace de Madrid con Juan Luis Cebrián (en presencia de Javier Baviano), y le dije: ‘el referéndum de la OTAN y el reparto de canales de televisión que prepara González van a acabar con la primavera de la libertad de expresión en la Transición’. Y Cebrián respondió: ‘así es, pero vosotros tendréis que enseñar el culo y nosotros una pierna’. Y añadí: ‘yo no’. Pero Felipe González no le dio a Asensio un canal de televisión aunque años después se hizo con el control de Antena 3 TV y al final y por presiones de Aznar la vendió (…)


Qué son las criptomonedas como el Bitcoin?

Las criptomonedas son una nueva moda de ahorro piramidal o al menos etérea, de fé, extraña, de esas cosas imposibles de explicar a los novatos y que a los expertos no es necesario decirles nada pues se lo saben todo, hasta que se les hunde el suelo. Una criptomoneda es como lo que cobras por tu sueldo, que en vez de pagarte en dinero, desde hace muchos años te pagan en números. Y tú…, tú te lo crees.

Una criptomoneda es algo que no existe. O al menos que no tocas, que no ves, que no tiene forma que nadie controla y que a la vez la controlan muchas personas. Como Dios pero en dinero.

Hay varias criptomonedas, más de una docena, aunque la más conocida sea el Bitcoin. Algunas han crecido el año pasado tanto que su valor se ha multiplicado sobre unas 15 veces. Compraste 1.000 euros de nada, y hoy tienes 15.000 euros de nada. 

Dicen los expertos que su seguridad es mucho mayor que el dinero de papel, ese dinero que tampoco vemos, o al menos que cada vez vemos menos. En realidad los ciudadanos menos expertos compramos números en nuestras libretas de ahorro cada vez que vamos y les damos dinero en papel a los del banco o les dejamos que gestionen nuestro sueldo.

Estas también son monedas virtuales que te los crees pues has hecho la prueba y efectivamente, si vuelves al banco te dan en billetes lo que te apuntaron en un papel. Hasta que no tengan para tantos, si todos vamos a la vez.

Fracasó el comprar sellos carísimos o monedas viejas, nos explicaron que incluso hace unos pocos años se hundió el Efecto Ponzi entre los millonarios que creían en Madoff o en Lehman Brothers. Así que ahora creemos en Bitcoin que queda más moderno.

¿Que donde se compran las criptomonedas? Pues en los broker, es decir, en esos señores o máquinas que te atienden en un idioma que no comprendes. Valen tanto y suben tanto su valor, porque todos quieren tenerlas. ¿Y que para qué sirven? Pues como todas las monedas, sirven para comprar y pagar, para vender y cobrar. Para préstamos, para remesas entre empresas, para esconder el dinero negro, para pagar menos impuestos, para comprar una moneda mundial ajena a los gobiernos.

Yo animaría a los que dicen que los políticos son unas malas personas, que sacaran todos sus ahorros de los bancos de toda la vida y se comprara bitcoin. Así estarían en un mercado que no controla ningún gobierno ¡¡guay no? y sabrían lo que es tener miedo a que alguien en Singapur juegue con tus ahorros cambiandolos por trigo de Senegal.

Os voy a dar las cotizaciones de esta semana para que veías que hacer negocio es un chollo fácil. El Bitcoin que hoy está a 15.120 dólares ha subido en esta semana un 12,2%, pero bajó ayer un 4%. El NEM que está a 1,6 dólares subió esta semana un 55%. Y el Tron que está a 0,145 dólares subió estos mismos días un 160%. Efectivamente tu banco no te paga nada por tus ahorros. Lo malo es que si compras Ethereum porque has visto que ha subido en siete días un 40%, igual se te queda la cara de pavo cuando veas que ha bajado un 368% en pocas horas. Hay que tener fé, y aquí no sirve con confesarse ni con comulgar con ruedas de molino.