31.10.17

Enseñar seguridad en los niños y preescolares

Los niños tienen que sentirse seguros desde que nacen. Pero sobre todo hay que inculcarles seguridad propia, que ellos se sientan seguros porque se sientan capaces. Y eso tan abstracto deben tenerlo desde que nacen. Para ello hay que comenzar desde incluso antes de nacer por inculcarles de forma activa o pasiva esa seguridad propia.

Los niños deben ver y tocar cuantas experiencias puedan. Tocar, interactuar, relacionarse, oír, escuchar explicaciones que posiblemente no entiendan todavía al completo, diferenciar y comprender de causas y efectos, y tener libertad para equivocarse y levantarse, sabiendo que siempre hay alguien que le puede ayudar sin amenazas, sin castigos, sin miedos.

A los niños hay que controlarlos, hay que ponerles límites, deben entender que hay cosas que no se deben hacer. Y para ello como educadores padres debemos ser firmes y constantes, nunca violentos pero sí coherentes en nuestra explicación. Explicar los motivos no es ceder ni dar caminos para enseñarles a salirse de ellos.

Y a los niños hay que inculcarles, a veces con dificultad, que deben saber controlarse. De forma física y de forma verbal. Controlar el cuerpo, la voz, las palabras, los gritos, las patadas, el morder. Y para eso hay que ser ejemplo claro. Ellos sobre todo miran y aprenden de mirar y ver comportamiento de “otros”. Muchas veces de nosotros.



Desayunos correctos y saludables

Iniciar el día con un simple vaso de leche o un zumo es un error importante para la salud. Es tan grave como fumar, tener el colesterol incontrolado, beber alcohol en exceso o ser un sedentario sin ánimo de cambio. Hay que desayunar fuerte, o como poco hay que tomar proteínas, hidratos de carbono, líquidos y fibra.

Empezar el día requiere que nuestro cuerpo se active en todas sus partes, se ponga internamente a trabajar, se “despierte” del todo. Y para ello hay que iniciar la primera digestión del día.

Aproximadamente el 20% de la personas desayunan correctamente, lo cual es una cifra bajísima. Hay un 70% que desayuna “casi” bien pero poco o sin el suficiente valor energético como para que se inicie el día interno de forma correcta. El restante 10% es un desastre.

Cereales, fruta o zumos naturales, café o té, lácteos o yogurt, huevos, frutos secos o cereales mejor si son integrales, fiambres de grasas aceptables como los jamones de todo tipo, panes, un pequeño bocadillo, etc. serían los alimentos básicos imprescindibles. Eso sí, naturales. 

No vale ni los zumos que no sean buenos y de verdad, ni la repostería industrial, ni alimentos muy elaborados o embutidos muy grasos. Y recuerda que hay que hidratarse, que llevas 8 horas sin tomar líquidos.

No debemos mezclar desayunos salados y dulces en la misma jornada, excepto que tu estómago lo permita bien. Y desayuna con calma, con su propio tiempo, sentado y nunca de pie. Y estos consejos son más importantes en la niñez y juventud y en la tercera edad.