10.5.17

La Ciudad Prohibida. Imágenes y mapas

 La Ciudad Prohibida de Pekín, era en realidad una pequeña ciudad que a modo del actual Estado del Vaticano, era una serie de palacios y edificios imperiales de la China desde principios del siglo XV, encerrados en una muralla y rodeado de otras ciudades envolventes como vemos en la imagen, para darle seguridad y un ceremonial de Ciudad de los Dioses. En total albergaba unos 980 edificios diferentes y de distinto uso y unos 720.000 metros cuadrados, con un total de 9.999 habitaciones. Hoy se conservan muchas de aquellas edificaciones y además de ser Patrimonio de la Humanidad es un ejemplo de palacios imperiales chinos, que buscaban mucho más que ser un lugar para habitar y administrar un país.

Ciudad amurallada, pero también ciudad a la que no se podía entrar ni salir sin permisos especiales, pues era considerado lo más cercano a los Dioses y al Cielo, y tan solo los elegidos podían adentrarse en su interior.

Esta ciudad se creó desde la nada en tan solo 15 años, aunque para su construcción se emplearon más de un millón de obreros, que trabajaron los mármoles y las maderas preciosas para dotar a todos aquellos edificios de la mejor calidad de su época.

Para ver algo de esta ciudad hemos puesto arriba con un tapiz de seda de la Dinastía Ming donde vemos en un eje norte sur la estructura de la ciudad. Con túnica roja vemos en un lateral al Jefe de Obras y Edificaciones Kuai Xiang.

Continuaremos con un plano general de todo el complejo, donde vemos la Ciudad Prohibida, la Ciudad Imperial, la Ciudad Interior y la Ciudad Exterior, que distribuía sobre Pekín las diversas formas de construir espacios cerrados alrededor de la Ciudad Prohibida, que le sirvieran de defensa.

Y por último un plano de la Ciudad Prohibida con sus indicaciones e informaciones de los diferentes palacios.

No es con los criterios actuales una ciudad ideal, lo podría ser en aquellos siglos y en aquella cultura, pero nos sirve de ejemplo para ver los conceptos sobre todo de defensa, que se incluían en todas las ciudades en toda la historia y en todas las civilizaciones. Las ciudades debían ser seguras. Sobre todo si dentro vivían los Emperadores.

Indignidad social en Delhi o en Madrid

Cuando hablamos de indignidad social, de esa parte de la sociedad que vive sin nada, incluido sin una vivienda básica, que duerme en la calle, entre cartones o dentro de contenedores de basura, sea en España, Bruselas o Delhi, no siempre recordamos que son personas, que fueron niños, que en algunos casos siguen siendo niños, y que una gran parte de su situación es responsabilidad de todos, pues todos somos los culpables últimos de su actual situación.

En muy sencillo ver en Madrid a personas viviendo entre cartones, sin más pertenencias que un atado de ropa, tal vez algún animal de compañía y unos bolsos. Podemos desplazarnos a Etiopía o a Delhi, pero los tenemos en Zaragoza o en Barcelona. Ayudados por la ONG de variado tipo, institucionales, religiosas o privadas, reciben alguna comida caliente pero no todos los días.

Curiosamente se ven más por la noche, tumbados ya, reunidos entre ellos para darse seguridad, acumulados en diversos sitios clave, a donde acuden en su ayuda jóvenes con alimentos o algunas instituciones con ropa y conversación. Ellos no han podido elegir. En muchos casos son personas que han llegado desde otros espacios sociales, pueblos o países, sociedades diferentes, y no se han sabido adaptar a la gran ciudad, a la que siguen buscando como solución.

La gran ciudad parece acogerlos, pero en realidad los tapa. Les facilita lo más básico para evitar una parte de la violencia que pueden generar, y les deja libres en su decisión. Es la última fase de la indignidad social. Multiplicados por 45 están los chabolistas, las personas que sí tienen un hogar, si a eso se le puede llamar vivienda, pero que al menos no viven en la calle.

En los países del Primer Mundo viven de las limosnas y de las ayudas sociales. En los países del Segundo y Tercer Mundo viven de pequeños trabajos, de esclavismo discontinuo, de trabajos indignos como su forma de vida. En estos países viven escondidos en talleres o empresas de servicios que los mantiene y por pocas monedas locales los tiene trabajando en labores duras y sucias.

Pero aunque siempre nos fijamos en la falta de vivienda, hay otros elementos dentro de sus vidas que son tan importantes como el hogar, y que también les falta. No han recibido educación y algunos son niños o jóvenes. No tienen acceso a la educación ni a la justicia. La violencia es una constante en sus vidas. No tienen una sanidad básica y en muchos casos ni para enfermedades o situaciones graves. No pueden tener un aseo personal funcional, ni unos váteres básicos. Tan solo el alcohol, el pegamento o las drogas baratas les sirven de consuelo. O las demencias de variado tipo sobrevenidas para sobrevivir.

Lo que no nos paramos a pensar es que además de seres humanos y personas con todos sus derechos, igual a nosotros, ellos no los ejercen. No votan, no saben exigir, no conocen las reglas sociales, no tienen acceso a la información básica, no se relaciones con personas diferentes a ellos, no saben de la importancia de la familia y la relación de apoyo.
 
Nota.: Las dos imágenes son del mismo día, tomadas a las 9 de la noche en la Plaza Mayor de Madrid, en el invierno de enero de 2017. En la de arriba los indigentes están recogiendo una sopa caliente entregada por una ONG privada y en la de abajo vemos las viviendas de varias personas, con el frío de enero.