10.5.17

Indignidad social en Delhi o en Madrid

Cuando hablamos de indignidad social, de esa parte de la sociedad que vive sin nada, incluido sin una vivienda básica, que duerme en la calle, entre cartones o dentro de contenedores de basura, sea en España, Bruselas o Delhi, no siempre recordamos que son personas, que fueron niños, que en algunos casos siguen siendo niños, y que una gran parte de su situación es responsabilidad de todos, pues todos somos los culpables últimos de su actual situación.

En muy sencillo ver en Madrid a personas viviendo entre cartones, sin más pertenencias que un atado de ropa, tal vez algún animal de compañía y unos bolsos. Podemos desplazarnos a Etiopía o a Delhi, pero los tenemos en Zaragoza o en Barcelona. Ayudados por la ONG de variado tipo, institucionales, religiosas o privadas, reciben alguna comida caliente pero no todos los días.

Curiosamente se ven más por la noche, tumbados ya, reunidos entre ellos para darse seguridad, acumulados en diversos sitios clave, a donde acuden en su ayuda jóvenes con alimentos o algunas instituciones con ropa y conversación. Ellos no han podido elegir. En muchos casos son personas que han llegado desde otros espacios sociales, pueblos o países, sociedades diferentes, y no se han sabido adaptar a la gran ciudad, a la que siguen buscando como solución.

La gran ciudad parece acogerlos, pero en realidad los tapa. Les facilita lo más básico para evitar una parte de la violencia que pueden generar, y les deja libres en su decisión. Es la última fase de la indignidad social. Multiplicados por 45 están los chabolistas, las personas que sí tienen un hogar, si a eso se le puede llamar vivienda, pero que al menos no viven en la calle.

En los países del Primer Mundo viven de las limosnas y de las ayudas sociales. En los países del Segundo y Tercer Mundo viven de pequeños trabajos, de esclavismo discontinuo, de trabajos indignos como su forma de vida. En estos países viven escondidos en talleres o empresas de servicios que los mantiene y por pocas monedas locales los tiene trabajando en labores duras y sucias.

Pero aunque siempre nos fijamos en la falta de vivienda, hay otros elementos dentro de sus vidas que son tan importantes como el hogar, y que también les falta. No han recibido educación y algunos son niños o jóvenes. No tienen acceso a la educación ni a la justicia. La violencia es una constante en sus vidas. No tienen una sanidad básica y en muchos casos ni para enfermedades o situaciones graves. No pueden tener un aseo personal funcional, ni unos váteres básicos. Tan solo el alcohol, el pegamento o las drogas baratas les sirven de consuelo. O las demencias de variado tipo sobrevenidas para sobrevivir.

Lo que no nos paramos a pensar es que además de seres humanos y personas con todos sus derechos, igual a nosotros, ellos no los ejercen. No votan, no saben exigir, no conocen las reglas sociales, no tienen acceso a la información básica, no se relaciones con personas diferentes a ellos, no saben de la importancia de la familia y la relación de apoyo.
 
Nota.: Las dos imágenes son del mismo día, tomadas a las 9 de la noche en la Plaza Mayor de Madrid, en el invierno de enero de 2017. En la de arriba los indigentes están recogiendo una sopa caliente entregada por una ONG privada y en la de abajo vemos las viviendas de varias personas, con el frío de enero.

Es sostenible el crecimiento de las megaurbes?

Europa, territorio pionero en los procesos históricos de urbanización, tiene dos ciudades (urbes) de más de 10 millones de habitantes, Londres y Moscú. En Estados Unidos hay otras dos ciudades con más de 10 millones, New York y Los Ángeles. Y otras dos más están en Japón que son Tokio y Osaka.

De las 31 megaurbes que tiene el planeta, las otras 24 ciudades de más de 10 millones de habitantes, están localizadas en países actualmente en desarrollo, especialmente en Asia, y son además las ciudades que más rápidamente crecen. Sólo China tiene cinco de estas grandes megápolis, y otras cuatro están en la India. Según la ONU, otras 10 ciudades se incorporarán a esta lista hasta el año 2030, y todas ellas están en los países en desarrollo.

La nueva urbanización de África y Asia plantea nuevos retos a las empresas: en esas ciudades está naciendo una nueva clase media. Como ejemplo, señala la consultora Mckinsey, solo una ciudad china Wuhan, que ni siquiera está en la lista, multiplicará por diez el crecimiento de Auckland, la mayor ciudad de Nueva Zelanda.

"El centro de gravedad del mundo se mueve hacia Asia y hacia el Sur”,  de forma que de las 10 ciudades que liderarán el crecimiento económico mundial hasta el 2025 solo hay una ciudad occidental, Nueva York, mientras que el resto serán chinas.

Para las empresas que buscan llegar a un mercado global es vital posicionarse para llegar a las nuevas clases medias globales: 800 millones de personas se incorporarán al gran consumo en los próximos años en 440 ciudades de los países emergentes.

Según estos mismos estudios, el mayor crecimiento de riqueza se generará en las ciudades medianas de esos países, para las que prevé una tasa de crecimiento anual del 8%. El resto del mundo desarrollado actual, en cambio, sólo aportará el 26% del total del crecimiento mundial en los próximos años.

Que estas ciudades nuevas crezcan tan rápidamente y en países en vías de crecimiento desaforado y algunas veces desordenado, nos lleva a la pregunta lógica: ¿Es sostenible el crecimiento de las megaurbes? Y tras ella a la siguiente que viene sin querer evitarlo. ¿Quienes somos nosotros para prohibir crecer a los países que hemos tenido bajo nuestro yugo durante siglos?