30.4.17

Casa indiana en las Islas Azores

En anteriores entradas hablábamos de las casas de los indianos en Galicia y Asturias. Familias ricas que volvían de las américas a su España, siempre con el triunfo en sus maletas, pues los que eran trabajadores en las américas no volvían. Comerciantes que en muchos casos se volvían a España a poner en marcha los mismos negocios que habían logrado emprender en sus países de acogida. Era el principio del siglo XX en muchos casos.

Pero ahora os dejo un edificio de claro corte indiano situado en las Islas Azores. Lógicamente debemos pensar que en esta caso es un regresado desde Brasil. 


Bellos colores, mucha balconada a la calla, con galerías o sin ellas, florituras o motivos florales en la decoración, con escaleras de acceso a las viviendas unifamiliares, incluso en muchos casos con jardines alrededor que los envolvieran, pero siempre con las fachadas bien a la vista, pues estos regresos y edificaciones buscaban la muestra, el enseñar que se había triunfado.

El empedrado del suelo, de las aceras y zonas peatonales, nos dará para otra entrada posterior.

¿Qué es la suerte? ¿Existe la suerte?

¿Qué es la suerte? ¿Existe la suerte? Pues un cierto componente de casualidad, de ese concepto que llamamos suerte y que muchas veces no es así, debe existir. Pero mucho menos de lo que nos imaginamos. La suerte hay que ir a buscarla. Y si viene sola, nos debe pillar trabajando.

La suerte es —muchas veces— algo tan simple como saber aprovechar efectivamente —y sobre todo activamente— los propios recursos que ya tenemos, para lograr con ellos lo que nos proponemos.

Existen oportunidades, existen momentos en los que se unen casualidades para poderlas aprovechar. Saber detectarlas, atreverse con ellas, atraparlas y seguir trabajando desde las nuevas oportunidades, no es suerte.


Hay que estar siempre con los ojos bien abiertos, por si llega la “suerte” y así atraparla. Si existe, se reparte muy bien, pero no todos sabemos detectarla y cogerla con la mano.