27.2.17

Urbanismo de hace 1.900 años. Mismas necesidades

Décimo Junio Juvenal fue un poeta romano que vivió entre los siglo I y II de nuestra era, y que sobre todo es conocido por sus poemas, sátiras, ampliamente estudiados. Pero hoy vamos a dejar un texto en el que se refiera a la forma de vida en una ciudad romana. Vamos a observar en estas pocas líneas, que sus deseos, lo que para él era un lujo urbano, no difiere tanto de lo que seguimos considerando un lujo en la actualidad.

Vivir en un adosado, con un jardín pequeño, alejado del ruido y los atascos, y con agua suficiente para regar con poco esfuerzo. Has pasado 1.900 años y ahora tenemos wifi. Pero los deseos reales de felicidad siguen siendo la calma, la paz interior, la tranquilidad y el contacto con la naturaleza.

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Si podeis hacer frente a la perspectiva de renunciar a los juegos públicos, comprar una casa de propiedad en el campo. Lo que os cueste. No ascenderá a más de lo que pagais aquí por una renta anual, por una miserable buhardilla mal iluminada.

Con un jardín añadido a la propia casa y un pozo con una alberca poco profunda, que os evitará extraer y acarrear agua cuando vuestras plantas necesitan ser regadas.

El insomnio causa más víctimas entre los romanos enfermos, que cualquier otro factor o dolencias más comunes, como la acedia y las úlceras contraídas por el exceso de comer.

¿Cuantos de entre vosotros, os pregunto, podéis conciliar el sueño en vuestro alojamientos? Dormir toda la noche de un tirón. Y eso es lo esencial del problema, que solo es privilegio de los ricos.

El ruido ensordecedor de los carros atravesando esas estrechas y serpenteantes calles, las blasfemias de los carreteros atrapados en un atasco del tráfico, esto solo, bastaría para sobresaltar al más amodorrado de los manatíes del Emperador, desvelándolo para siempre.

Sátiras de Juvenal.

Humanizar las ciudades es quitarle violencia y molestias

Las ciudades son el elemento de vida más importante que conocemos. Las personas vivimos en las grandes ciudades. Por eso legislar para la amabilidad de las ciudades, para el sosiego, para la humanización de las urbes, es fundamental, pues de esa forma garantizamos que la mayoría no viva subyugada por unas minorías que abusan de las libertades de todos. Puede parecer un discurso carca, conservador, retrógrado, y eso es uno de los problemas de los que somos progresistas, que en muchos casos hacemos caso a las minorías simplemente por ser minorías, sin atender a las razones de que a veces no tienen razón.

La saturación de bares en ciertas calles de las grandes ciudades hay que legislar con mano férrea. Son en primer lugar negocios que buscan más negocio a costa del acercamiento de otros lugares similares. Unos atraen clientes de los otros. Más clientes, más ganancia o beneficio para los locales. Pero los vecinos de esas calles tienen los mismos derechos cuando menos, que los usuarios de las calles llenándolas de ruido, olores o molestias, fuera de horario normal.

Si en dos calles, se producen más de 200 denuncias en un año, algo hay que modificar. Si un local de copas recibe un total de 55 denuncias en un año, algo estamos haciendo mal todos, pues a partir de la denuncia número seis deberían haber saltado las alarmas.

Ruido muy alto, excesivo aforo, bebidas en la calle, menores tomando alcohol,vasos de cristal en la calle, horarios no respetados, violencia, suciedad excesiva, uso de los portales como mingitorios o como zonas de sexo, música excesiva, falta de licencia de apertura, cambio de propietario o de responsable con una asiduidad tremenda para que nunca haya alguien a quien reclamar legalmente, empresas sin registrar, peleas, violencia verbal contra los vecinos, etc.

Las ciudades deben cuidar estos abusos, más si se producen entre las calles de barrios residenciales. Y si no se puede actuar con celeridad, hay que cambiar las leyes con urgencia. Cualquier calle de cualquier ciudad debe ser un lugar para la convivencia. Sin restar un ápice a la libertad de empresa o individual de divertirse como se desee. Pero siempre compatibilizando la humanización de las calles, barrios y ciudades. El resto es NO gobernar. Y no tiene nada que ver con ideologías.